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The Legend of Zelda y la excelente reutilización de material

Cuando la innovación se hace con poco
Por Brenda Giacconi

“¡La nuestra será una lucha eterna! Ustedes, los poseedores de la sangre de la Diosa y el alma del Héroe… nunca escaparán a este ciclo interminable al que yo los condeno. Mi odio resurgirá y los perseguirá una y otra vez. ¡Esta batalla seguirá por toda la eternidad!”

 

Nintendo es toda una experta en el uso de la nostalgia. Estrena una nueva entrega de sus famosas sagas y se forma una larga cola de personas dispuestas a pagar el precio que sea por rememorar viejos tiempos. Pero si la compañía nipona se ha ganado tal fama es gracias a su atrevimiento en cuanto a innovaciones de jugabilidad y mecánicas, que no solo aprovechan el entusiasmo por una franquicia de éxito, sino que también amplían el horizonte todo lo posible. Pasa con todos los lanzamientos de Mario: en las versiones que rememoran la cámara lateral, las que apuestan por las tres dimensiones y hasta con el recopilatorio Super Mario 3D All-Stars. Y también ocurre con su segunda marca más icónica: The Legend of Zelda.

 

Seamos francos, la base común de la mayoría de entregas de Zelda podría antojarse como repetitiva. Hyrule (o cualquier otra tierra) está en peligro y Link debe salvarlo de las garras de Ganondorf, uno de sus fanáticos o un antagonista malvado que ansía el máximo poder. Y la única manera de reunir fuerza para combatir esta amenaza es superando mazmorras que se componen de puzles, enemigos y un jefe final poco complejo pero que eleva la dificultad de la batalla. Evidentemente, hay entregas que se alejan mínimamente de estos cimientos en una búsqueda de reinvención personal, tales como el excelente Breath of the Wild, los Hyrule Warriors o el Link’s Crossbow Training. Sin embargo, y pese a esto, no se puede negar que su fórmula funciona, pues cada título vende un buen puñado de millones en el mercado (como sucede en todas las franquicias, unos más que otros).

 

No obstante, Nintendo tiene la fascinante capacidad de no dejarse llevar por el éxito de un lanzamiento importante. Tras las mayores revoluciones de su historia en el campo de los videojuegos con Ocarina of Time y Breath of the Wild, no dudó en ningún momento en reciclar los materiales para crear algo totalmente nuevo. Reenfoques a partir de la reutilización.

 

Trifuerza

 

En Zelda: Detrás de la Leyenda (Héroes de Papel, 2018), se explica el proceso de creación de uno de los mayores retos de la franquicia: lanzar un juego después del increíble Ocarina of Time. Miyamoto quería aprovechar el motor gráfico y mundo 3D ya conocidos para hacer una revisión del título en un periodo de menos de un año, con el objetivo de hacer una especie de Master Quest en el que se rediseñaran las mazmorras. La única voz en desacuerdo fue de Eiji Aonuma, quien consideraba que las dungeons del primer título de Nintendo 64 eran todo lo perfectas que podían ser. Y, como sucede frecuentemente en la empresa, empezó a desarrollar en secreto Majora’s Mask. El resultado de su secreto es la razón por la que ahora es el máximo responsable de la saga.

 

El reciclaje que se observa en este juego, sacado de lo utilizado en Ocarina of Time, es enorme. Se repiten los diseños de muchos personajes, los movimientos de Link, las formas del mundo de Términa… Pero, al mismo tiempo, se siente totalmente diferente. Esto sucede por dos razones que, a su vez, son las principales bazas que distinguen a este juego del resto de entregas de la saga.

 

En primer lugar, el jugador siente una presión constante a lo largo de toda la aventura: el tiempo. El título se configuró de manera que debe ser completado en un plazo de 3 días antes de que la Luna caiga y destruya todo el territorio. Claramente, es inevitable el uso de la Ocarina del Tiempo para reiniciar esos días y volver a empezar, pues, aunque perdemos todos los objetos, conservamos las máscaras características del título y el progreso de las mazmorras acabadas. De este modo, se debe medir bien el tiempo que requerirá cada acción importante o si da tiempo a ayudar a los habitantes de la Ciudad Reloj.

 

Luna en Majora's Mask

 

En segundo lugar, muy relacionado precisamente con los ciudadanos de Términa, la ambientación es mucho más oscura que el juego predecesor. En Ocarina of Time sacábamos tiempo (que aquí no nos sobra) para devolver unos cucos a su corral en el pueblo Kakariko, repartir máscaras inofensivas, recuperar el Rancho Lon-Lon de las manos de un avaricioso… Pero en Majora’s Mask, donde se nos incita con más insistencia a echar una mano a los demás y conocer sus historias, todo adquiere un aire más triste. Anju está dispuesta a morir por tal de esperar a su prometido desaparecido, la Zora Lulú comprende el fallecimiento de su amado y sabe que le toca criar sola a sus hijos, el mayordomo del Palacio Deku recuerda a su hijo (que más tarde descubre que ha sido víctima de Skull Kid) porque llevas su máscara… Una serie de sucesos que se producen porque Link, en pleno deber, se hace pasar por personajes que ya no están en ese mundo.

 

Por lo tanto, y ante el éxito de Ocarina of Time, Majora’s Mask necesitó una reinvención basada en una mecánica nueva en la franquicia y un reenfoque más oscuro, lo que fue la clave de su propia fama. En palabras de Salva Fernández, autor del libro mencionado anteriormente:

 

“El mecanismo no era un problema a nivel técnico porque ya se implementó en el título predecesor y por lo tanto solo hacía falta darle una vuelta. Y eso pasaba por hacerlo más intenso, exigente y emocionante. Majora’s Mask se convirtió así en la secuela perfecta para una obra maestra. Una expansión del mundo original que supo tener continuidad con el universo creado pero que rompió esquemas en casi todos los sentidos.”

 

Zelda Breath of the Wild

 

Muchos coinciden en que el segundo juego revolucionario de la saga The Legend of Zelda fue Breath of the Wild. Su concepto de exploración se aleja de lo visto en el sector de los mundos abiertos con detalles que aportan vida a lo recorrido y sin imponer ninguna presión al jugador. Así, éste puede recorrer Hyrule de arriba abajo antes de enfrentarse a Ganondorf o ir directamente a por él desde el principio. Ambas formas de jugar son totalmente válidas.

 

Sin embargo, uno de los aspectos que más llama la atención en relación al tema que nos ocupa hoy, es que se trata del primer título de la saga que empieza con una derrota (si no tenemos en cuenta la línea temporal que empieza con A Link to the Past tras la victoria de Ganondorf en Ocarina of Time). Hay una historia pasada, un sentimiento extraño y una cuenta pendiente con el antagonista, además de tener que salvar a Zelda una vez más. Utiliza esa forma narrativa que se ha hecho tendencia por otros videojuegos en la que el usuario debe esforzarse para captar los fragmentos de una historia rota y contada desde múltiples puntos de vista (los Zora te odian por la muerte de Mipha, los Hyrulianos solo saben lo que dicen las leyendas…). Y esta historia se coge como rehén para Hyrule Warriors: la era del cataclismo.

 

Hyrule Warriors

 

En este caso, se vuelven a utilizar las animaciones más comunes de Link en batalla y se añaden otros personajes como los cuatro elegidos para hacer un musou frenético. Pero el relato central, que bebe de lo que ya conocíamos de Breath of the Wild, se expande para dar a conocer los sucesos que desencadenaron la derrota del grupo en el cataclismo provocado por Ganon. De este modo, se da la oportunidad al jugador de poder vivir esa experiencia antes arrebatada con los mismos personajes (y otros más sorprendentes todavía) y descubrir esa parte perdida de la leyenda de Breath of the Wild, pero presentada a través de un formato mucho más centrado en la batalla. Porque los musous no serán del gusto de todo el mundo, pero conocer la historia desde el principio, más allá de esos retazos que tomaban forma por los recuerdos fragmentados de Link, es la clave de que Hyrule Warriors llame la atención.

 

En definitiva, la saga de Zelda, aunque lleve muchos años entre nosotros, ha sabido innovar y revolucionar lo suficiente como para que no caiga en el olvido como una de esas franquicias que superó su edad de oro. Sus atrevimientos en la industria, sus proyectos inicialmente secretos que salieron adelante y su manera de reciclar y reinventar a partir de lo ya conocido, lo convierten en una marca con esencia única e inigualable. Y ojalá este rumbo y estas ganas de sorprender en el mundo de los videojuegos nunca desaparezcan de Nintendo.


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