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No me gustan los Battle Royale pero Spellbreak ha sabido conquistarme

Buen juego con mucho margen de mejora
Por Álex Pareja

No me gustan los Battle Royale, aunque sé disfrutar de ellos y valorar todas sus virtudes, sobre todo en lo que concierne a Fortnite y sus sistemas de monetización, que han hecho cambiar a la industria al completo. Sin embargo, no encuentro demasiado gozo en la propuesta general: saltar a un lugar, equiparse y con suerte poder ganar o eliminar a unos enemigos para volver a repetir el mismo proceso. Encuentro más gozo en los modos multijugador clásicos de competición, a lo Call of Duty, donde vas equipado de casa y simplemente te limitas a dar uso a tus ideas. Pero Spellbreak ha sabido conquistarme, con su belleza, sus mecánicas y sus originales ideas dentro de un planteamiento clásico hasta la médula

 

Spellbreak es un Battle Royale con todas las letras. Los jugadores comienzan la partida eligiendo el lugar donde van a caer y el último en pie gana, en un espacio de juego que se va reduciendo con el paso de los minutos. Vas equipándote por el camino con mejores piezas y armas mientras te acopias de pociones de salud y de escudos. Hasta aquí la teoría que todos conocemos. Pero el juego de Proletariat sabe esgrimir unas mecánicas propias y un sistema de progreso que me convence, junto a una extraña sensación de que el juego todavía está en pañales y tiene un (ilusionante) camino por delante. 

 

 

Los hechizos son la clave en Spellbreak. Al comienzo de cada partida elegimos una de las varias clases disponibles (cada una centrándose en una especialidad concreta, replicando diferentes elementos naturales) que cuentan con un ataque principal y otro secundario completamente diferentes entre ellos. No es lo mismo optar por el camino de la electricidad, que te permitirá lanzar muchos rayos seguidos directamente a la zona a la que apuntas, que coger el elemento del fuego, con el que lanzarás bolas que actúan con cierta gravedad. Lo mismo ocurre con los hechizos secundarios: barreras, ataques focalizados en una zona, generación de estados alterados... y a esto le sumamos una habilidad principal propia que cambia el curso de cualquier combate, ya que podremos ver al enemigo a través de las paredes, volar, poder realizar una rápida esquiva o incluso volvernos invisibles. Todo eso, combinado, da lugar a divertidas batallas donde prima la habilidad pero también el inteligente uso de los hechizos. 

 

Spellbreak incorpora además un tipo de progreso similar a un RPG, donde irás mejorando la clase que más vayas utilizando y podrás desbloquear otra serie de accesorios útiles. Ya no solo servirá ir mejor equipado en la batalla, sino que jugar durante más tiempo que tu rival también te garantizará tener acceso a mejores hechizos y más posibilidades para tu personaje. Todo está fantásticamente bien pensado y funciona muy bien cuando nos lanzamos a la acción, y mentiría si os dijera que no he disfrutado de cada batalla. 

 

Spellbreak

 

Su estética, la fantástica música que acompaña algunos momentos y estas batallas con hechizos tan originales hacen que Spellbreak me guste, a pesar de mi reticencia con los Battle Royale. Sí que tiene mucho margen de mejora, hace falta algo más de vida en los menús y en las posibilidades de creación de builds, además de un bonito Pase de Batalla que incite a los jugadores a gastar dinero. Pero su base es fantástica. 

 

Además, desde el primer día cuenta con la opción de juego y guardado cruzado, lo que quiere decir que podemos jugar con amigos desde cualquier plataforma sin necesidad de que todos dispongan ni jueguen desde la misma, además de que podemos ir manteniendo nuestro progreso independientemente de cuál sea la consola (o PC) que utilicemos. Os invito a probarlo, que es gratis, y me decís si no es cierto que Spellbreak tiene un aire muy propio, una personalidad especial que se echa de menos en la enorme cantidad de Battle Royales que pueblan el mercado actual, como por otra parte es normal. 


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