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La fuerza de los Souls

El reintento
Por Brenda Giacconi

El lanzamiento de las consolas de nueva generación materializa ese gran paso tecnológico que tanto hemos esperado durante meses. Todos aquellos que hayan podido hacerse con una PlayStation 5 estarán maravillándose con un exclusivo sorprendentemente adorable o saltando entre los rascacielos de Nueva York. No obstante, muchos han decidido dar la bienvenida a la nueva plataforma de Sony volviendo al decadente reino de Boletaria con Demon’s Souls Remake. Porque, aun siendo una aventura conocida, la riqueza de su narrativa impregnada en los pequeños detalles convierte sus fracasos, reintentos y muertes instantáneas en una experiencia memorable.

 

Y aquí estoy yo, escribiendo esto mientras descargo Dark Souls. Por segunda vez.

 

No me miréis así; Dark Souls me superó. El título de From Software se ha ganado la merecida fama de resultar tremendamente difícil para el jugador menos avezado en sus reflejos. Algunas personas prefieren alejarse de este adjetivo simplista para considerarla una obra exigente que requiere concentración constante sobre todas las acciones que realiza y las posibles hostilidades que le rodean. En mi opinión, es una mezcla de ambas definiciones. Si bien es cierto que Miyazaki obliga a desarrollar una gran predisposición por el aprendizaje de todas las características del mapeado, esto no evita que se muera un número exagerado de veces. Y yo admito, queridos lectores, que no tenía esa determinación.

 

Dark Souls Hoguera

 

Me rendí a las puertas de la Ciudad Infestada. Unos huecos con gran insistencia en lanzar dardos venenosos pudieron con mi paciencia. Pero esto no fue lo único que me desilusionó en Dark Souls, pues se sumaba a otras sensaciones que no hacían más que añadir contenido a una experiencia que, quizás, no cogí en el mejor momento. Porque, por un lado, la entrega genera un aura de humanidad decadente que se filtra hasta los huesos y transmite soledad, aun siendo plenamente consciente de que hay personajes que todavía albergan cierta humanidad. Por otro lado, no era lo suficientemente persistente como para invertir largos ratos en explorar una zona en la que se puede morir en cualquier momento.

 

Básicamente, hubo muchas razones personales por las que abandoné Dark Souls. Sin embargo, ahora hay un argumento único y con el suficiente peso como para volver a intentarlo: lo tengo pendiente.

 

Parecerá una tontería, pero es como si fuera una espinita clavada en mi orgullo. From Software consigue que la esencia de sus juegos traspase la barrera virtual e imbuya al jugador con un recordatorio de que nunca pudo terminar dicho título. Cuando morimos en la partida, volvemos a intentarlo con frustración, negándonos a admitir la derrota. Pero, cuando se abandona definitivamente, ese fracaso es permanente y reaparece en la mente del usuario cual cartel de “HAS MUERTO” cada vez que se menciona la brillantez videolúdica de los Souls.

 

Estos pensamientos volvieron a mi cabeza al ver a tantos jugadores disfrutando de Demon’s Souls Remake; tantas personas volviendo a sufrir el buen trabajo de From Software, levantándose y reintentando tras cada muerte. Por lo tanto, si mi cabezonería equivale a que muera muchas veces, me enfade otras tantas y me replantee abandonar otra vez, que así sea. Con suerte, esta vez me pondré más estricta conmigo misma y superaré el juego antes de que él me supere a mí.


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