La historia de Dark Souls previa a tu llegada a Lordran

Tu aventura en Dark Souls comienza en el Refugio de los No Muertos. Estás preso y consigues escapar gracias a la ayuda de Oscar de Astora. Te espera un gran viaje pero ¿qué ha ocurrido antes de este instante? En este primer artículo sobre la historia o lore de Dark Souls recogemos todo lo que sucede hasta que el jugador encarna a su personaje jugable, escapa de la cárcel y emprende la marcha para matar a Gwyn y enlazar la primera llama. Escribiremos más adelante un segundo texto en el que podréis saber lo que sucede después. Comenzamos.

 

El principio de los tiempos del mundo de Dark Souls se conoce como Edad Antigua. En esta época solo existían árboles enormes, niebla, montañas y dragones eternos. De pronto, nació el fuego en forma de primera llama. El concepto de la primera llama y su creación es un tanto abstracto, entended su nacimiento como el del fuego en la historia de los humanos: cayó un rayo del cielo ‘creado por Dios’ que quemó un árbol y el hombre primitivo cogió una de esas ramas incendiadas, obteniendo así el poder de extender el fuego.

 

Volviendo al mundo de Hidetaka Miyazaki, al abrigo de la primera llama surgieron la luz y la oscuridad, y de esta última nació el ser humano como si la sombra proyectada por el fuego fuera la madre de todos ellos. Una sombra tan oscura como las profundidades de un abismo. De toda la gente que pobló el mundo tras nacer así, cuatro personajes excepcionales destacaron de entre el resto, pues lograron hacerse con una de esas ramas impregnadas de fuego: Gwyn, Nito, El Furtivo Pigmeo y la Bruja de Izalith.

 

 

Como decimos, el fuego de la primera llama está ‘creado por la mano de Dios’, es su energía en estado puro, su alma, por lo que lo que en realidad tomaron de este fuego son partes de esa alma. Estas partes se conocen en Dark Souls como las grandes almas del señor. Y como a los hombres primitivos que tuvieron una rama con fuego en sus manos, se les concedió un poder total sobre sus semejantes que carecían de él.

 

El Furtivo Pigmeo se alejó de los otros tres. La Bruja de Izalith se fue con el resto de su aquelarre para experimentar con este gran poder, inventando y desarrollando el arte de la piromancia. Pero Gwyn no tomaría un papel tan pasivo en esta historia, no se aisló ni huyó. Extrajo fuerza de su alma de señor hasta ser capaz de controlar el relámpago y, aliándose con Nito y las brujas, le hizo frente a los dragones eternos hasta acabar con ellos. Parte de este triunfo se debe a la traición de uno de ellos contra su propia especie. Seath el descamado, un dragón, engañó a los suyos y le entregó en bandeja la victoria a Gwyn. Con la aniquilación de la especie original del mundo se puso fin a la Edad Antigua y se dio comienzo a la Edad de Fuego.

 

Gwyn nació en Lordran como hombre, pero el poder del alma del señor le concedió tal energía que parecía más un dios que un mortal, pese a poder morir como individuo jamás lo haría gracias al calor y a la fuerza de la primera llama. Todos se referían a él como ‘deidad’. Encantado con el nombramiento, construyó la hermosa y dorada ciudad de Anor Londo a la imagen que él mismo tenía del significado del concepto de ‘deidad’. Gwyn tuvo tres hijos: Gwyndolin, Gwynevere y un primogénito que expulsó de su lado por los motivos que explicamos aquí. Pero, ¿quién es la madre? El juego no lo aclara, pero hay teorías.

 

El gran rey se rodeó de poderosos guerreros. Por un lado, Artorias, Ornstein, Goug y Ciaran serían sus cuatro grandes lugartenientes. Por el otro, los caballeros plateados serían el grueso de sus tropas.

 

 

Pese a que algún amigo cercano dudaba de que la matanza de los dragones fuera una buena idea, todo parecía ir bien. Pero algo ocurrió: la primera llama empezó a extinguirse. Esto supondría el fin del poder de Gwyn, de su condición eterna, y también de la del resto que nacieron con el fuego y las sombras. La energía de estos era condicional a sus almas de señor que a su vez lo era de la primera llama. Que se estuviera apagando era algo terrible a ojos de Gwyn, pero no para el ciclo natural del universo de Dark Souls, pues lo que este estaba intentando era pasar de la Edad de Fuego a la Edad Oscura, una en la que no existieran poderes casi divinos y solo simples humanos. Pero la autoproclamada deidad de esta era no estaba dispuesta a permitir que sucediera.

 

Lo primero que hizo fue acudir a la persona que más conocimiento albergaba sobre el fuego: la bruja de Izalith, que junto con su hijo varón, Quelag y Quelana, había alcanzado un dominio casi absoluto de él. Lo que le propuso a Gwyn fue realizar una copia exacta de la primera llama usando sus dones. Por desgracia, el resultado salió mal. Todo Izalith, su hogar, explotó y los habitantes del mismo que no murieron mutaron en seres deformes y terribles. Los más perjudicados fueron los propios vástagos de la hechicera.

 

Los vanos intentos de Gwyn por impedir que llegase la Edad Oscura, también conocida como la era del hombre, trajeron consigo una maldición: la del no muerto. Ahora, nadie que muriera podría hacerlo realmente, volviendo a la vida como eso, como un no muerto. El primero en sufrir esta condena fue Nito, que por poseer un alma del señor, obtuvo poder sobre la vida y la muerte, como si el destino se jactase con él de que la maldición era algo real. Esta habilidad le convirtió en el objeto de deseo de los nigromantes. Desarrollamos más en profundidad esto aquí.

 

Los no muertos suponían una cruel burla para Gwyn, un recuerdo de que la primera llama seguía apagándose y de que el propio universo le rechazaba a él y a sus ambiciones. Así que ideó otra solución. Gwyn contacto con su tío, con Lloyd, y le propuso algo: juntos crearían una religión que se conocería como la Blanca Vía. El objetivo de esta institución sería masacrar a los no muertos y hacerlos arder en pequeñas hogueras que se dispondrían por todo el mundo para advertir sobre el poder de esta iglesia.

 

 

Los seguidores de la Blanca Vía creían que estaban llevando a cabo esta misión con el fin de acabar con los viles no muertos, como si fueran reencarnaciones del mal, pero lo que en realidad hizo Gwyn fue conectar todas estas pequeñas hogueras entre sí y con la primera llama, de manera que el calor de estas alimentara a la original. Esto solo logró retrasar lo que era inevitable. La primera llama seguía apagándose, solo que a menor velocidad. No todos los seguidores de la Blanca Vía estaban conformes con los planes de Gwyn, pero sí la mayoría, los más devotos.

 

Con Nito siendo asediado por unos magos que dominaban el elemento al que él era débil: la oscuridad, y la Bruja de Izalith acabada, recurrió a la otra y única persona que había recibido poder de la llama y que podría ayudarle con su fuerza: el Furtivo Pigmeo. Gwyn dio con él y lo apresó en Oolacile, una tierra lejana, pero lo que él no sabía es que el alma que este personaje tenía en su poder no era un alma de señor corriente, era la Dark Souls, un alma que contenía un poder oscuro semejante al de la mismísima Edad Oscura que él tanto temía. Por puro miedo, lo encerró de por vida. Unos años después, harto, torturado y presionado por la deidad, el Furtivo Pigmeo liberó el poder de su Dark Souls desatando una oscuridad que se conoce como El Abismo. Su cuerpo mutó, se cubrió de sombras y se convirtió en Manus, el conocido como padre del Abismo.

 

Gwyn tomó cartas en el asunto y mandó a Artorias junto con su inseparable perro Sif a combatir a Manus y al Abismo, y cuentan las leyendas que lo consiguió ayudado de Gough y de Ciaran.

 

 

Gwyn comprendió que no podía depender de nadie, que el terrorífico poder de Manus era el de la misma Edad Oscura, uno que había que detener costase lo costase. Él era ahora padre, no iba a permitir que esa fuerza dominara el mundo en el que vivirían Gwyndolin y Gwynevere. Así que tomó una decisión: sacrificar el alma que en su momento extrajo de la llama para que le sirviera a esta de combustible. Para que su luz, con este formidable fuel, brillase más que nunca y alejase la oscuridad.

 

Pero no se llevó consigo la totalidad del alma del señor, pues le entregó sendas porciones a Gwynevere y a Gwyndolin para que pudieran protegerse con su fuerza cuando él no estuviera. También les concedió un trozo de ella a los cuatro grandes reyes que trajeron prosperidad a la otra capital de su reino: Nuevo Londo, para que hicieran frente al Abismo. Tras hacerlo, y junto con sus caballeros plateados, marchó hacia el horno de la primera llama y se arrojó a ella. Las lenguas de fuego saborearon su cuerpo hasta convertirlo en un ser moribundo de ceniza, tanto a él como a sus soldados. Las armaduras de sus guerreros pasaron a ser negras por haber sido incendiadas y todos se transformaron en no muertos por culpa de la maldición, incapaces de perder la vida definitivamente.

 

De las tres soluciones aportadas hasta el momento para que la primera llama durase más, esta se descubrió como la más acertada. No era una solución definitiva, pero sí que era la mejor. Nunca había estado tan viva la primera llama. Este suceso dio comienzo al ciclo de los señores de la ceniza, es decir: grandes campeones con un alma poderosa inmolándose para que el fuego no se apagase y jamás llegase la era del hombre, continuando eternamente la de edad de los dioses o Edad de Fuego. Y aquí comienza tu misión.

 

Te despiertas en el Refugio de los No Muertos y te llaman ‘el elegido’, al parecer, tienes que viajar hasta la primera llama tras mostrar tu valía y engrandecer tu alma. ¿Servirás de combustible para que la Edad de Fuego siga un poco más o decidirás convertirte en un señor tenebroso y dar comienzo a la Edad Oscura? La decisión es solo tuya. Bienvenido a Dark Souls. Prepárate a morir.

<< Anterior Siguiente >>