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¿Puede sobrevivir la industria sin el hype?

Kickstarter tiembla ante el hype de un mercado sin hype
Por Rafa del Río

El hype, palabrejo de moda al que se culpa en la actualidad de todos los males de la industria. Se odia, se crucifica, se destripa, se pone a parir... Y aunque ni la mitad de los que hablan de él tenga ni puñetera idea de lo que significa, no pasa nada, a ver si vamos a empezar a preocuparnos a estas alturas por cosas tan 'poco importantes'. 

 

¿Qué es el hype?, me preguntas

clavando en mi pupila tu pupila azul.

¿Qué es el Hype?

¿Y tú lo preguntas?

El hype, eres tú...

...Cuando te quitas las lentillas de colores, sies@.  

 

O algo así nos dice el diccionario Oxford de palabros y cosas con letras, que define el hype como la publicidad extravagante, exagerada y/o intensiva de un producto, así como la decepción causada por el mismo. El término parece venir de los felices años 20, en los que se relacionaba con el concepto de ganga, estafa y estafador. Su origen exacto es deconocido, aunque teniendo en cuenta el periodo histórico no es difícil pensar en billetes de cien que se convierten en billetes de mil gracias a un 'horno mágico' y otras divertidas travesuras de la época. Soltada ya la parrafada intelectual de 'eh, mira, me he documentado un poco', vamos al lío: 

 

¿Hype aplicado a algo que no es un videojuego? ¡Mundo de locos!

 

¿Dar un susto quita el hype o lo provoca? 

El otro día mi compañero Dayo escribía un texto genial acerca del hype que, como suele pasar, me inspiró para esta segunda parte. Suscribo cada maldita palabra escrita, especialmente la parte que habla de la expectación que rodea a Half Life 3, expectación que, afortunadamente, ni comprendo ni comparto. Tengo por ahí el Orange Box de 360, y sí, alguna rejugada le he dado, pero si lo comparo con otros títulos no entiendo tanto histerismo ni tanto 'oh, Dios, que salga ya o mato a alguien, que tengo una réplica de tizona de Albacete, y estoy mu loco'. 

 

Por donde iba... Ah, sí, genial el texto de mi compañero pero se ha dejado un par de cosas en el tintero. Cosas interesantes que a veces se nos escapan al tener ya tan asociado en nuestra cabeza el concepto hype con Ubisoft, Activision y las pelis de Disney, que son clásicos incluso antes de que los storyboarders le saquen punta a sus lápices. Se acusa de crear hype, o si lo preferís expectativas desorbitadas y posterior decepción a productos como Watch Dogs, Destiny, las consolas next gen y Phil Spencer. El público está cansado de que se le mienta vilmente y ha encontrado a la víctima idónea sobra la que dejar caer toda su rabia acumulada: El hype -a quién @bojitag definió sabiamente como ese niño pijo de la clase a quien todos quieren soltarle una colleja-, que se ha convertido en víctima y verdugo de la nueva generación. Poco importa lo que signifique realmente, que haya estado ahí desde el principio o que sea tan común como la palabra marketing o, mejor aún, publicidad.

 

El problema está en que  mientras vestimos al hype AAA de palabro marcado y tratamos de asesinarlo entre todos y acogotarlo en la plaza pública, dejamos que sus hermanos pequeños se cuelen en la multitud de la turba enfurecida y nos ventilen la cartera, el peluco y las llaves del coche distraidos, como estamos, insultando y tirándole tomates a su hermano mayor. 

 

Calla, que están hablando del E3 y de los títulos que veremos dentro de tres años... o no.

 

Seamos justos

Porque no entiendo esta dualidad de comprensión de la que algunos hacen gala. ¿Es el hype la publicidad exhaustiva y, a veces, engañosa, de un producto? ¿Y qué es entonces un vídeo de lanzamiento en una plataforma de crowdfounding que busca que los usuarios palmemos la pasta en pro de un producto futuro y, como tal, incierto? Resulta sencillo identificar hype con un PR gordo y lujurioso, con los mofletes rojos de pecado, que se frota las manos pensando en lo incautos que somos al reservar un triple A. Sin embargo, cuando lo trasladamos al indie de moda pidiendo dinero en kickstarter la imagen se diluye y muchos echan mano a la cartera, porque ese tío es un crack y seguro, seguro, que el juego va a ser cojonudo.

¿Eso no es hype?

Ojo, que me parece bien, que allá cada uno con su dinero. Sin embargo necesito que alguien me explique una cosa: ¿Por qué es hype del malo que una gran compañía nos líe para hacernos con un juego en la campaña de reserva, mientras que pagar a una compañía media que te presenta un vídeo es ayudar a evolucionar a la industria o pagar por un pedacito de juego en Early Acces es el colmo de la política de mercado chachi, honesta y veraz? ¿Dejará de ser un sacacuartos tanto lo uno como o otro?

 

Las compañías viven del hype, sí, tanto las grandes y tochas con PRs a los que apetece meter en un tanque de ácido, como las diminutas y con sólo dos empleados que se pasan las tardes de los viernes tratando de entender cómo funciona iOS y viendo porno. Las plataformas de financiación viven del hype tanto o más que las megacompañías con sus campañas de reserva, y al final todo se basa en coger el dinero rápido, trincarlo bien y luego, si metemos la pata, ya sacaremos parches u os insultaremos por twitter. A día de hoy, tal y como se ha establecido el mercado, es difícil entender una industria sin hype. ¿Exagero? Decídselo a Nintendo y a su WiiU, ¿O acaso olvidamos que una de las grandes pegas que se le puso al lanzamiento de la consola fue que casi no se le hizo publicidad? 

 

'Entonces... ¿es un mando para Wii?' La pregunta del siglo hace poco más de un año.

 

El hype es un mal necesario

Y llegados a este punto hay que diferenciar entre hype bueno, es decir, la publicidad exagerada y las expectativas creadas por el usuario, y el hype malo, el del mentir descaradamente acerca de un producto y si no te gusta te fastidias y bailas el Macarena. Las megacampañas publicitarias son un mal necesario, como demostró Nintendo con su gran promoción de Wii y la ausencia publicitaria en el lanzamiento de WiiU. Ayudan al público general a entender que esta afición es un hobby más, como el fútbol o el cine. El hype -bueno- es necesario porque a lo mejor, con suerte, cuando tu tía la de Huelva ve la Fnac de Madrid empapelada con carteles de The Last of Us o GTAV decide regalarte un juego por tu cumpleaños en vez de otro maldito libro best seller de Dan Brown o de Tom Clancy. El hype es un mal necesario, en fin, porque es un estigma sucio y ruín del capitalismo, pero es del capitalismo, por feo y fatigoso que resulte, del que nacen las consolas y los videojuegos. Porque todo esto va de hacer dinero. Fin.

 

Desde que el mundo es mundo los seres vivos nos dejamos la piel en promocionar aquello que tenemos por ofertar, que generalmente no suele ser otra cosa que uno mismo. El pingüino emperador se deja los piños bailoteando y graznando ante la que será su pareja de por vida, hay pajarillos que adornan sus nidos la mar de bonitos para impresionar a las -o los- chatis, los venados se dejan los cuernos literalmente para demostrar lo machotes que son y los humanos hacemos el carajote -y la carajota- en la pista de baile, soltamos parrafadas de lo profundos que somos o hacemos alardes de alguna otra virtud. Poco importa que el pingüino deje de bailotear y granzar después de... uhm... la boda, que el pájaro no vuelva a adornar el nido en su puta vida o que los humanos tengamos que dejar de bailar por culpa de la espalda. La promoción se ha hecho y, si hubo suerte, ha funcionado. ¿Queréis hype del bueno y sus consecuencias? Lo tenéis día tras día en los juzgados de lo civil, y se llama divorcio.

 

Venga, chicos, ¡QUE ESTA GUERRA LA TENEMOS GANADA!

 

El hype y su permanencia en la historia

Algo parecido pasa con la promoción de productos y servicios: las fotos bonitas de las hamburguesas irreales de la hamburguesería de moda son el equivalente moderno de los carterles gremiales de los zapateros menos habilidosos, los 'compra esta consola next gen' son un eco del pasado 'alístate en el ejército y verás mundo' donde nadie habla de catálogo escaso ni de todo ese rollo de las tripas por el suelo. El hype es inherente al estar vivos y es una parte de la lucha por la supervivencia. Aunque el término venga de principios de siglo XX la realidad viene de mucho más atrás, de cuando el primer protozoo de la sopa primordial se conveció a sí mismo de probar eso de la partenogénesis que tanto le flipaba a las amebas.

 

En el mundo de los videojuegos, por tanto, el concepto no es nada nuevo: En los cincuenta A.S. Douglas presentó un modelo de programación de un juego de ajedrez que, lamentablemente, no podía correr en ningún computador de la época por falta de potencia. Antes de los sesenta, Ralph Bauer paseaba su concepto de lo que debían ser los videojuegos en busca de financiación. Y que no os vendan la moto: En los ochenta disfrutábamos con gameplays que nos ponían los dientes largos, sólo que en vez de verlos a través de internet lo veíamos directamente en el salón arcade, y en vez de mostrárnoslo un odioso youtube nos lo enseñaba un igualmente odioso mamoncete con el bolsillo lleno de monedas de cinco pavos.

 

No hagáis mucho caso, esto es sólo una coña.

 

Por tanto... ¿Se puede matar el hype?

O mejor dicho, ¿sería buena idea acabar con él? Respuesta corta, no, respuesta larga sí, pero. ¿Y a qué se refiere este 'pero'? Pues a que hay que matar el hype, pero no entero, tan sólo hay que extraer quirurgicamente esas partes del mismo que terminan en la decepción del usuario medio. Gasolina y Zippo con las mala praxis empresarial -y de prensa- que prometen productos que luego no son los que encontramos en nuestra plataforma de juego, una práctica que está tipificada como estafa o publicidad engañosa, según el grado, en nuestro ordenamiento jurídico. Guadañas y horcas con los bugs que destrozan las partidas, y picota pública para esos desgraciados en traje de abogado que aseguran que el juego será lo que no va a ser en su vida, a veces por quedar bien con ventas, y a veces porque el rato que tenía para leer el informe de 'su juego' lo han ocupado en echar una siesta o jugar al uno en ralla. Y por supuesto patada en la entrepierna -con carrerilla y a lo Gamestop style-, a todos los estudios que piden financiación para su juego y, tras conseguir mucho más de lo que esperaban, se limitan a cumplir someramente lo prometido o, directamente, a trincar la pasta y desaparecer o vender el proyecto porque están cansaditos

 

Pero respetadme esa otra parte del hype, pequeñita y menos desagradable, que no deja de ser necesaria en el mercado. Respetadme la parte del hype que habla de un Rolston realmente emocionado con su proyecto y que nos dice que desea volcarse en el. Respetadme la ilusión que me entra, aunque luego me pegue contra el muro de la realidad cruel, al pensar en el lanzamiento de GTAV Next Gen o Far Cry 4. Y respetad, sobre todo, la necesidad de las promociones, por cansinas que resulten. Si no fuera por ellas, no habría filas y filas de incautos que entran a formar parte día tras día de nuestro ejército de videojugadores. Y bueno... Si por culpa de este hype pequeñito y casi inocente hay quien sigue comprándose un FIFA 15 por la promo, aunque odia el fútbol, o que se pilla un Skyrim aunque no le guste el RPG y luego se queja... ¿Que queréis que os diga? Que se aguante, hay que ser consciente de los gustos propios antes de gastar el dinero de forma despreocupada

 

¡Nos leemos!


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