Xbox Series X marca el límite que debe alcanzar PS5 para la próxima generación

Hace unos meses Sony confirmaba PS5. Ponía algunos datos sobre la mesa hablando de 'la consola más rápida del mundo' por la aplicación de la tecnología SSD y la aceleración RayTracing como 'estándar que revolucionará el mundo del videojuego'. Ahora, tras la presentación de Xbox Series X, las dudas acerca de la superior velocidad de la nueva PS5 están más que justificadas. 

 

 

Baile de números

Con Xbox Series X, Microsoft no se ha quedado atrás, confirmando todo lo que se esperaba y más. Se confirma así la presencia del disco duro SSD también en la nueva Xbox acompañado de RayTarcing Avanzado que, efectivamente, está dispuesto a marcar los nuevos estándares de calidad de la nueva generación. No va a ir corta de potencia, apuntando a una CPU con lo último de la tecnología Zen2 de AMD mejorado en exclusiva para la nueva consola y una GPU RDNA2 que puede llegar a multiplicar por dos el rendimiento de la consola. 

 

En palabras de Phil Spencer, Xbox Series X tendrá una capacidad de procesamiento cuatro veces más potente que Xbox One X. Apoyándose en elementos como el VRS, que permite al desarrollador aliviar el peso de los elementos menos importantes en pantalla, podrá conseguir lo imposible. Cosas tan locas como apuntar a los 120 FPS y los 8K, permitirnos jugar a varios juegos a la vez dejándolos en pausa al pasar de uno a otro, y ser la consola más potente y silenciosa desarrollada por los de Redmond hasta la fecha.

 

 

Comienza la competición

Aún es pronto para hablar de números, especialmente teniendo en cuenta que cada compañía ha reforzado sus puntos fuertes y toca ver en movimiento y con el mando en la mano todas esas promesas. Sin embargo Microsoft ha tratado varios puntos que marcan el límite que PS5 debe alcanzar en su próxima presentación. Y no, no le pedimos que nos lo supere, pero sí que nos lo iguale. 

 

Con una Xbox Series X que renuncia a las pamplinas de plaquitas y cámaras para centrarse en lo importante: el videojuego y su servicio. Ese debe el principio que inspire a su competencia de cara a la nueva generación. Una retrocompatibilidad que mejore el juego, un servicio que mime al usuario y un trato acorde a este mimo son el ideal a partir del que toca pedir todo lo demás. 

 

 

Queridas Sony y Microsoft

¿A qué me refiero? a todos esos elementos que han fallado en esta generación y que no pueden seguir conformándose con limitarse a mantener el tipo. Las tres erres: refrigeración, ruido y rendimiento, a las que se une la más importante, la vida útil de la consola. Las máquinas de nueva generación no pueden sacrificar su edad a cambio del diseño o el abaratamiento en refrigeración, por muy bien que le venga a las compañías vendernos varias veces el mismo cacharro durante una misma generación.  

 

El diseño de esta nueva generación que llega, de PS5 y Xbox Series X, parece ir enfocado a este fin: consolas que funcionen sin altibajos, silenciosas y duraderas. Máquinas que sean algo más que estrellas fugaces que brillan unos días para luego empezar a dar problemas hasta quemarse por dentro como un cantante de OT. Necesitamos que las promesas de Xbox Series X sean tan ciertas como lo fueron las de Xbox One X, y que Sony las iguale... o las supere si se ve con ganas. 

 

¡Nos leemos!

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