Maceración de videojuegos: Sea of Thieves, No Man's Sky y Grounded
Creo que no me equivoco cuando digo que hemos desarrollado una cultura claramente consumista, donde cada producto se exprime innecesariamente desde su día de salida. Móviles perfectamente funcionales que se sustituyen por su versión más moderna, prendas en buen estado que se desechan por estar fuera de moda, y hasta videojuegos que divierten unas cuantas horas y se abandonan, a la espera del siguiente título que cautive al jugador.
Y, dentro de estos estándares, se encuentran esas entregas cuya originalidad aumenta a cada día que pasa, pero al mismo tiempo que se les genera encima una capa de polvo a causa de la antigüedad de semanas, o meses. Brillando, pero olvidados.
Aún recuerdo las expectativas que se generaron con Sea of Thieves, y con razones que invitaban a ello: piratas graciosos en aventuras fantásticas junto a una necesidad de cooperación que no hacía más que mejorar la experiencia online. Su premisa era muy atractiva, sobre todo para aquellos creadores de contenido en YouTube cuyos canales se centraban en la temática cómica y los momentos divertidos con su círculo de amistades. Evidentemente, YouTube se llenó de gameplays durante un par de semanas, todos ellos ente risas y compañeros dentro de un juego que todavía estaba lejos de su máximo esplendor. He estado algunas de las tardes vacías de esta cuarentena observando qué ofrece el juego en la actualidad, y se sentía más completo y divertido de lo que recordaba viendo aquellos vídeos en YouTube allá por el 2016. Rare lo había mejorado muchísimo.
Y todavía lo siguen haciendo, fieles a su comunidad con actualizaciones que proporcionan nuevos detalles que lo convierten en un título realmente interesante. Este 2020 ha vuelto a conseguir algo de protagonismo al estrenarse en Steam, pero ya no tiene la misma tendencia que se creó en su lanzamiento inicial. Así, se vuelve a hundir como un barco derrotado en las aguas de la amalgama de videojuegos que existen hoy en día.
Un caso con más repercusión fue, sin duda, el de No Man’s Sky en 2016, que también consiguió reunir altas expectativas por la experiencia espacial que prometía, pero su contenido llegó más bien escaso para el día de lanzamiento. Y, sorprendentemente, volvió a la mente de los jugadores con su actualización Next, que no solo arreglaba aspectos que estaban mal a nivel técnico, sino que por fin daba aquello de lo que tanto se había presumido en las conferencias del E3 de ese año. Gracias a ese trabajo continuo, e ignorando todas las críticas que había recibido, se posicionó en el Top Ventas de Steam durante un breve periodo de tiempo.
Y ahora tenemos Grounded en un pedestal. Propuesta atractiva, diseño gracioso y detalles que lo acercan con el jugador, tales como el medidor de aracnofobia. Ya tenemos varias opiniones que lo ponen como un buen juego al que echarle largos ratos con los amigos, y que quizás llegue a enganchar a más de una persona recorriendo el ahora inmenso jardín.
Con el paso del tiempo, la empresa desarrolladora sacará nuevas actualizaciones que no solo acaben de pulir la buena forma que ya tiene el juego, sino que también añadirán más razones por las que explorar todos los secretos de este entorno diminuto. Sin embargo, me preocupa que siga la misma estela que otros títulos del mismo estilo. Que su destino sea convertirse en un diamante ahogado entre otras joyas, aplastado por las novedades de la actualidad. Espero que en esto sí esté equivocada.
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