Lo mejor y lo peor del formato episódico

Life is Strange ha sido el primer juego de formato episódico que no he jugado esperando a que todos los capítulos estuvieran disponibles, para poder comprarlo y jugarlo del tirón como cualquier otro juego de "formato habitual". Es decir, he ido jugando a los episodios conforme estaban disponibles y soportando los períodos de espera entre éstos, que a veces han llegado hasta los dos meses. Y estos días, una vez terminado, he estado reflexionando al respecto: ¿qué he sacado en claro del formato episódico? 

Reconozco que he sido bastante crítico a lo largo de estos meses (porque al final, con la tontería, creo que Life is Strange ha estado unos diez meses entre nosotros), y cualquiera que haya podido hablar conmigo o me siga en Twitter habrá sido testigo de más de un tweet al respecto. No me gustaba nada tener que esperar tantísimo al siguiente episodio, no porque sea un ansias y no tenga paciencia, sino porque me ha ocurrido lo mismo en todos los episodios desde el segundo: al empezar, no me acordaba exactamente de lo que había ocurrido en el anterior, por lo que tenía que aguantar un proceso de varios minutos en los que reubicarme, volver a acordarme del nombre de todos los personajes y demás. 

Eso me lleva, primeramente, a ver el lado más negativo de este formato episódico: no encuentro ningún tipo de sentido a esperar tantísimo. No hay nada de bueno en esperar dos meses para poder disfrutar del siguiente capítulo, porque no te acuerdas exactamente de lo que ha pasado en el anterior. Tardas en volver a entrar en la dinámica del juego y, sobre todo, en su historia. La trama de Life is Strange se desarrolla en una sola semana, que a nosotros nos ha durado diez meses. No encuentro ningún sentido, porque al ser un juego basado en las decisiones, no puedes ponerte a rejugar los capítulos anteriores antes de que llegue el nuevo (ya que lo suyo es que mantengas las decisiones tomadas y esas sean las que tengan repercusiones en el siguiente).

Pero hace un par de días, justo al terminar el último episodio, sentí una extraña tristeza. Me apenaba haber terminado el juego. Sentía una profunda pena al saber que ya no iba a tener que esperar un nuevo episodio, ni iba a seguir ese proceso de: abrir Steam, esperar a que actualizara y ponerme a jugar ese nuevo capítulo del tirón. Ya echaba de menos a Max y a Chloe, porque en realidad me habían acompañado a lo largo de estos meses. Y eso, precisamente, es lo que sí le da sentido al formato episódico y a estas esperas entre capítulos: el fenómeno fan que se ha generado alrededor de Life is Strange, con foros y miles de discusiones entre sus aficionados. Hasta había mogollón de teorías e hipótesis sobre su final antes de la llegada del quinto episodio. Es bonito hablar sobre un juego como si se tratase de una serie de televisión. Es bonita esa sensación de saber que te está acompañando y de saber que, tras la espera, vas a poder reunirte con estos personajes otra vez. 

Por eso, Life is Strange me ha ayudado a entender un poco más el formato episódico. A no criticarlo sin más (que lo hacía como vosotros, ya os digo, incluso en pleno proceso) porque entiendo lo que quiere conseguir. Esta obra lo ha conseguido. Pero eso sí, no ha servido para eliminar mi comentario y pensamiento negativo: dos meses de espera me siguen pareciendo demasiado. Entiendo que el juego haya seguido un proceso de desarrollo en el que eran necesarios los beneficios económicos de un capítulo para poder terminar el siguiente, pero las esperas son excesivamente largas. Quizás un par de semanas, o un mes como muchísimo... eso podría entenderlo, y podría ayudar a quedarse con lo bueno que he comentado pero también a no notar tanto lo malo. 

Y oye, ahora que ya está al completo, os recomiendo que deis una oportunidad a Life is Strange, sobre todo si sois aficionados a este tipo de aventuras y estáis un poco cansados de la fórmula quemadísima de Telltale Games. Por aquí tenéis mi análisis, si os interesa.