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Dark Souls y las funciones de los NPC

Egoísmo e intenciones personales
Por Brenda Giacconi

He escuchado miles de veces la afirmación de que hay que jugar a Dark Souls con guía. Este acto tiene múltiples utilidades más allá de adaptar builds y estrategias a nuestro contexto (algo que acaba siendo una necesidad), ya que también acaba convirtiéndose en un baúl en el que echar una ojeada para comprender lo que nos rodea virtualmente. Detalles del escenario, actitudes de personajes, conexiones entre entregas y varios aspectos que solo son distinguibles para la mirada más analítica o, como es mi caso, para aquellos que se entretienen mirando la guía de tanto en tanto.

 

Al fin y al cabo, el protagonista no es el único ser cuerdo de Lodran; no está solo. A lo largo de la aventura como no-muerto elegido, encontramos multitud de personajes desesperados por sobrevivir, todos con una historia propia, una personalidad labrada por sus experiencias y unos objetivos e intenciones que no solo resultan muy relevantes para la partida del jugador, sino que también ayudan a comprender el estado actual del reino. Porque el mundo, aunque parezca pausado en un extraño limbo entre eras que se resisten a terminar, sigue girando lentamente. Esta ambientación deriva a ambiciones personales por dinero, poderes, cuentas pendientes y hasta por ver cómo fracasan todos los que llegan a la hoguera central del juego. Con ayuda de la ya mencionada guía, es posible conocer todos estos relatos antes de su mismo desarrollo en la pantalla, a pesar de que se crea un agobio sobre qué es lo que se debería conocer, cuándo participar de ello y si debemos dejar que suceda, convirtiéndonos en otro visitante sombrío e irrelevante en la historia de un NPC. A partir de este punto, hay algunos spoilers del primer Dark Souls.

 

Guardiana de Fuego en Dark Souls

 

En algún momento de mis peripecias por Lordran, leí que el rescate de Lautrec de un encierro por razones que todavía desconozco derivará al asesinato de la Guardiana de Fuego en el Santuario de Enlace de Fuego. Una señora muda y encarcelada, destinada a custodiar una de las llamas del reino, genera lástima a cualquier persona mínimamente empática, por lo que evité su muerte enfrentándome a Lautrec. Si no hubiese conocido esto, habría proseguido una historia que empieza con el asesinato de la Guardiana y continuaría involucrándome con un arco narrativo con mucha más riqueza. Pero lo corté en seco porque sabía las intenciones de Lautrec.

 

Por otro lado, si hubiese continuado la partida sin mirar esos aspectos del lore con la guía, Solaire habría muerto irremediablemente, algo que suele suceder en la primera partida de la mayoría de jugadores. Sin embargo, como venía enterada, logré recolectar las humanidades necesarias para abrir un atajo que me permitía matar a unos bichos que volverían loco al caballero del sol. Y estas sugestiones funcionan también con simples rumores, dejando la guía a un lado. Porque había oído que Parches iba a meterme en problemas, así que mentí a su pregunta y le dije que era un clérigo (en realidad era una bandida). De este modo, se eliminó la posibilidad de que me pidiera perdón tras tirarme de un precipicio, lo que era mi intención porque se comenta que es mejor persona de lo que parece.

 

En definitiva, Dark Souls beneficia al jugador que ya sabe de qué va el tema, pero también le perjudica si decide tomarse la justicia por su mano. Y esto, a su vez, invita a ver “la otra cara de la moneda”. ¿Qué pasaría si dejara que Lautrec cumpla su función como NPC y matara a la Guardiana del Fuego? ¿Y si dejo morir a Solaire, como debería haber pasado en mi primer acercamiento a Dark Souls? ¿Y si le digo la verdad a Parches? Supongo que son respuestas que, aunque ya conozca, experimentaré en una segunda partida.


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