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Mirar la guía o no mirar, esa es la cuestión (en Dark Souls)

Una historia de amor y odio
Por Brenda Giacconi

Camino por los agrietados adoquines, casi liberados de su argamasa, del Burgo de los no Muertos. Con ayuda de mi hacha, me deshago de todos los enemigos de la zona sin problema alguno, ya acostumbrada a sus movimientos predecibles, y me dirijo a ese montón de cajas convenientemente acumuladas que esconden una escalera.

 

Sé que es el camino para llegar a un mercader. Sé que, si lo mato, obtendré un botín importante. Es lo único que recuerdo sobre ese personaje, pero es una evidencia lo suficientemente contundente como para que me arriesgue a dar un paso que no tiene marcha atrás.

 

Pero no sin antes dudar de si lo que recuerdo era cierto.

 

Mercader Dark Souls

 

Estas dudas me acosan a lo largo de mi paseo por Lordran. Dark Souls lleva nueve años en el mercado, tiempo suficiente como para que la comunidad haya colmado las redes sociales y páginas varias con consejos aislados y realmente útiles que me han sorprendido por la originalidad que desprende la entrega. De este modo, la influencia de From Software en el entorno internauta es más que clara, pues podía leer regularmente información sobre el título en contraposición a mi interés anteriormente escaso.

 

Pero, como si de un experimento de sugestión se tratara, esos comentarios han hecho mella en mi partida actual. Ayer, en la Fortaleza de Sen, me encontré mi primer mímico. No obstante, y a pesar de que ese momento sirve para alertar al jugador de que no debe bajar la guardia en ningún momento, yo ya venía advertida: ya había visto, en algún momento de mis viajes por la red, que la diferencia entre cofre y mímico radicaba en la posición de la cadena. Lo pillé antes de que él me pillara a mí. Y pese a que tuve una sensación de triunfo por haber desenmascarado una posible muerte, técnicamente no debía saber eso. Este sentimiento de “trampa”, por llamar de alguna manera a un fenómeno que sucede inconscientemente, se ha repetido varias veces a lo largo de mi segundo intento por superar el juego. Habitaciones secretas, retazos de historia y hasta trucos para matar a según qué enemigos quedaron instalados en algún rincón recóndito de mi cerebro a la espera de que pudieran serme útiles en cuanto me pusiera en el mando. Detalles que he aprendido fuera de una guía que, por otro lado, tanto me recomiendan consultar.

 

Y es que todo lo que sea builds, armas y algún que otro secreto solo serán comprensibles al revisar furtivamente las wikias online. Sin embargo, el riesgo de comerse un spoiler es grande (y aquí va uno): ¿cómo iba a saber yo que por informarme sobre una pared invisible me iba a enterar de que el Pacto de la hermana de Queelag abre un camino para salvar a Solaire? Porque, o te encuentras casualmente el mensaje de un jugador benévolo que indica el punto a derruir, o te lo pierdes por puro desconocimiento.

 

Que ahora haré el Pacto con más ganas por mi querido Solaire, pero el spoiler me lo he comido.

 

Solaire

 

Dicen que uno de los aspectos más frustrantes, y a la vez más interesantes de Dark Souls (y de todos los Souls en general) es el poder equivocarse una y otra vez, descubrir facilidades varias y que, al terminar una run, se puede empezar de nuevo para ver la otra cara de las decisiones tomadas en la primera partida. Pero, ¿y si no tengo tiempo de jugar dos, tres o más veces? Porque uno de mis recorridos por Lordran yendo tranquila y explorando a mi ritmo superará las 40 o 50 horas. Y entre los juegos pendientes acumulados, los análisis, nuevas ideas para artículos y el resto de actividades que ocupan un día más allá de lo laboral, una no puede permitirse repetir el juego muchas veces. Quizás con el tiempo, pero ni siquiera así es probable.

 

Exploro a mi manera, miro la guía con mucho recelo, consulto a amigos y genero una percepción propia que, hace dos años, habría sido completamente distinta. Mi relación de amor-odio con la guía y todo lo visto en Internet no cambiará, y esa presencia semi-constante en la partida marcará mi “experiencia Dark Souls”. Pero tampoco es que haya más opciones. ¿Qué se puede hacer con este tipo de aventuras, donde la guía es tan importante y a la vez tan traicionera? Pues seguir hacia delante. Disfrutar tanto de lo descubierto por métodos propios como de lo que queda por descubrir, ya sea repitiendo el juego por décima vez o mirando la guía una vez más. Haga lo que haga, Dark Souls me da la bienvenida a su manera.


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