Cuando tu hermano pequeño pregunta si se pueden comprar niveles en el Kakarot

Tete, ¿sabes si se pueden comprar niveles en el Kakarot? Esto me preguntó mi hermano pequeño, hace unas semanas, mientras hablábamos por teléfono. Y no, no me horroricé, pero sí que me sorprendió, principalmente, por la inocencia con la que lo planteó. Lo cual me ha llevado, en mi empeño por ejercer de guía sin coartar sus gustos ni su propia opinión, a reflexionar algo sobre el tema, intentando comprender su perspectiva. Pero para ello, permitidme que rebobine un poco.

Vengo de una familia en la que somos varios hermanos, de los cuales yo soy el mayor con bastante diferencia y él es el pequeño (nos separan 21 años), un crío que se encuentra a las puertas de abandonar primaria. Hace un par de meses mantuvimos una conversación interesante en torno a Fornite, un título que, evidentemente, ocupa gran parte de su tiempo como videojugador, y al cual solemos jugar juntos de vez en cuando. No, Fornite no es santo de mi devoción, pero poca relevancia tiene lo que yo piense. Para mí, lo importante es mantenerme cerca de su consumo videolúdico, para así poder acompañarlo. Así que, echamos cuentas de lo que se había gastado en skins y pases de temporada. En realidad no era mucho, pero juntos llegamos a la conclusión de que realmente no le estaba sacando partido, y tomó conciencia de que con ese dinero podría comprarse varios juegos en oferta. Por mi parte, subí la apuesta. Le propuse que ahorrara, que reuniera una determinada cantidad de dinero, y si lo conseguía, seguía cumpliendo en clase y abandonaba los micropagos en el juego de Epic, yo pondría lo que faltaba para comprarle su propia PlayStation 4 (aunque fuera de segunda mano). Entre medias de todo esto llegó su cumpleaños, y le regalé Dragon Ball Z: Kakarot.

El título de Bandai Namco lo encandiló. Es un niño y es un gran fan de las aventuras de Son Goku, así que imaginaos. Ahora bien, Kakarot no destaca precisamente por contar con un sistema de niveles bien balanceado. Con lo cual, hacia la mitad de su aventura, se encontró con una barrera importante. ¿El resultado?, horas de farmeo insustancial que harían que cualquiera empezara a pensar en formas de poder evitar esa tediosa tarea. De ahí su pregunta, que nos llevó a hablar sobre las maniobras de diseño que llevan a cabo algunas desarrolladoras para sacarnos los dineros. Una chapa importante que ningún niño debería aguantar. Bendita paciencia la de mi enano.

Pero lo importante es que una de las soluciones que él pensó que podían existir, era precisamente la de pasar por caja. Es decir, en su inocente mente, el hecho de que un videojuego single player contara con la posibilidad de pagar para poder subir de nivel, no era algo anormal. Más bien al contrario, habría sido algo lógico, puede que incluso una buena noticia. ¿Por qué? Pues porque ha crecido con un medio en el cual ese tipo de diseño ya estaba presente cuando él llegó. En su corta vida, seguramente le ha dedicado tanto tiempo a videojuegos de móviles como a obras más tradicionales. Nunca ha realizado una microtransacción en un título para smartphones, pero no percibe esa práctica como un elemento extraño al mundillo, como algo que llegó después y se le impuso al usuario, sino que para él es algo habitual, es un estándar.

¿Y a dónde nos lleva todo esto? Pues realmente no lo sé, no tengo claro si, a medida que crezca, todas estas conversaciones tendrán el efecto deseado, y si en base a ellas adquirirá lo que, personalmente, entiendo que es una conducta saludable como videojugador. Al igual que tampoco sé si mi perspectiva tiene mucho sentido a día de hoy. De momento va por el buen camino, aunque requiere cierta pedagogía. Lo único que me quedó claro, es que parte del trabajo ya está hecho, que determinados tics de diseño que consideramos como intromisiones, pueden no ser percibidos así por las generaciones venideras. Puede que lo planteado no signifique gran cosa, al fin y al cabo es, simplemente, una experiencia personal. Pero esa pregunta fue como una bofetada de realidad, que me sacudió el cerebro dejando claro que, sin duda alguna, el contexto ya ha cambiado.

En el mundo debe haber muchos chavales que verían lógico el hecho de pagar un par de eurillos para solventar ese problema en Kakarot, y en no muchos años, ellos también contarán con capacidad económica para marcar tendencia. Falta ver cómo crecen y cómo reaccionan, ante según qué tipo de prácticas, cuando sea su cartera la que se ve afectada.