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Aragami: Ninjas a la española

No, Origami no.
Por Kysucuac

Japón y Oriente en general nos gusta mucho a los españoles. Bueno, a gran parte de los españoles. A los frikis, vamos. Que no, que también hay personas no-frikis por el mundo que adoran el País del Sol Naciente. Y es que es normal. Sea por su comida, su idioma, su cultura, su historia, sus leyendas, sus costumbres, su vestimenta… Japón tendrá cosas malas, pero nosotros sólo vemos las buenas y nos encantan. Especialmente cuando nos toca fijarnos en la ficción y surgen mundos extraños, samuráis con katanas mágicas, demonios, sacerdotisas que purifican objetos malignos… y ninjas. Y hoy la cosa va, precisamente, de ninjas.

 

Resulta que a un estudio barcelonés, los ninjas les han inspirado lo suficiente como para crear un juego. Lo conocimos por primera vez bajo el nombre de Twin Souls: The Path of Shadows, pero a partir de ahora lo conoceremos y amaremos como Aragami. No, Origami no. Aragami. Y, por decirlo así, rápidamente, en un breve resumen de lo que he podido ver: Mola. Era de esperar, los ninjas molan, igual que mola Japón o mola Tito Rafa siendo kawaii. ¡Viva Japón! Que, por cierto, es un manga de Yuu Watase.

 

Pero volvamos al tema de los ninjas. Aragami nos presenta a un asesino ágil, rápido, letal; un ninja que se mueve entre las sombras… literalmente. No es que nuestro protagonista sea más rápido que la luz, que también, sino que, básicamente, haremos uso de las sombras para llevar a cabo nuestras misiones, dejando a un lado esa absurda idea de que la luz ha de ser nuestra aliada. Aquí todo pasa al revés, la luz será nuestra enemiga, así como todas las criaturas que por ella sean bañadas, y las sombras, además de nuestras aliadas, serán el arma perfecta.

 

Ante todo, lo visto de Aragami es poco todavía, pero suficiente como para llamar la atención. Visualmente, es un juego precioso, con unos escenarios magníficos y una perfecta combinación de color. Y es que, por mucho que nuestro protagonista prefiera el color negro, el colorido de este título es excepcional, y el juego de luces es toda una delicia. El diseño, tanto de los personajes como del entorno, están muy cuidados, y el estilo algo anime le da el toque perfecto.

 

Lo único “malo” que se puede decir de este Tenchu moderno y fantástico (fantástico de fantasía, no de que sea super chachi pistachi, que también) es que los gráficos no son “de última generación”, por lo que los asesinatos no quedarán tan alucinantes como pudiesen quedar en el último Assassin’s Creed. Cosa que tampoco importa tanto como aparenta, la verdad. Cuando un juego te gusta, y su estilo resulta acertado, no necesita nada más. Es el caso de Aragami, que no necesita pedirse a sí mismo un alto nivel gráfico, ya que lo compensa de la mejor manera posible: Con un ambiente impresionante… y unos combates muy llamativos.

 

El estilo de lucha llama la atención, primero, por ser capaz de jugar a la perfección con el entorno, ya que, como he dicho, las sombras son nuestras aliadas y sin ellas no somos nadie. Ver a nuestro ninja moverse por ellas y atacar usándolas como arma (ojo al dragón de las sombras, ojo) es una maravilla, y sólo por eso Aragami merece nuestra atención y nuestro dinero. Algunos se echarán atrás por eso de que sea español, con esa costumbre que tenemos de despreciar lo nuestro… Pero, madre mía, ¡qué pintaza tiene! Cómo me gustan los ninjas. Y Japón. ¡Viva Japón, he dicho! Y vivan los estudios indies españoles.

 


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