Sonic, ¿ahora qué?
Sonic Boom apunta a descalabro. Y de los gordos, de esos legendarios. Cuando uno piensa que el erizo ya no puede tocar más fondo, Sega siempre te sorprende. Y con una serie de dibujos estrenada en Estados Unidos y dos entregas exclusivas para máquinas de Nintendo, la presente historia huele a conclusión dramática. Francamente, viendo lo que hay y leyendo lo que se puede leer, mis ganas de adentrarme en los nuevos mundos del mamífero azulado me inspiran poco o ninguna gana, y mientras los defensores de lo indefendible arman de argumentos para defender un nuevo golpe al personaje en las próximas fechas, servidor se pregunta lo mismo que me pregunté tras Sonic Generations: ¿Ahora qué?
Creo que, a nivel de iconos fracasados del mundo del videojuego, no existe un final más delirante que el de Generations. Pensé que se trataba de una especie de broma sarcástica del Sonic nuevo al antiguo, si hablaba de videojuegos buenos o de la venta de peluches y similares en tiendas de todo el mundo (que eso ya os digo que, por increíble que parezca, va de muerte), pero la verdad es que me pareció la ofensa final a un juego surrealistamente pobre y decepcionante. A pesar de su primera pantalla. A pesar de su música. A pesar de su edición coleccionista. Hablábamos de celebraciones de aniversario y en mi opinión, lo hecho con Generations es un claro ejemplo de lo que no se debe hacer a la hora de celebrar un aniversario.
Sonic Boom era más que un videojuego y una nueva serie de televisión: era un nuevo comienzo, como lo fue Adventure en su momento, pero ambientado y preparado para una audiencia más infantil que la que recibió en su momento la aventura de Dreamcast. El caso es que, como apuntaba en líneas superiores, el personaje sigue siendo igual (o más) famoso que en el año 1991, y que los niños de ahora siguen reconociendo perfectamente al personaje, disfrutando de sus aventuras y consumiendo merchandising random. Que a Sega se la trae al pairo el que los usuarios tengan un personaje a la altura de las circunstancias es evidente desde Sonic 2006, pero su poco esmero en disimularlo con cada entrega es preocupante.
Se avecinan tres días antes del lanzamiento de Boom. Queda esperar para ver con qué nos sorprenden la fanaticada del Sonic contemporáneo en las próximas fechas. El juego, a falta de un parche más que necesario, está absolutamente roto. Importará poco a una comunidad que busca fervientemente la excusa a una empresa que lleva tonteando demasiados años con un icono de la industria. Y mientras se le consista, los nenes sigan comprando y la serie de televisión funcione, qué carajo importa el resto. ¿Cuánta dinamita necesita la serie para que explote en pedazos? Un erizo que parece hecho de grafeno.
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