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Dystopicon te enseña que el capitalismo te vende sueños a precio de pesadillas

Mira la tele. Gana dinero
Por Adrián Suárez Mouriño

Dystopicon es un interesantísimo juego a caballo entre Papers, Please y Do not Feed the Monkeys. Su propuesta nos ata en una tirana rueda capitalista de gana dinero-gasta dinero con la promesa de que tras muchos giros de esta conseguiremos ser felices, pero en realidad nos morimos tristes y miserables como una rata.

 

Antes de seguir hablando de este juego de OveR Software, jugadlo. Lo tenéis en itch.io en este enlace. Podéis conseguirlo por descarga gratuita pero también pagarles una cerveza a los autores, que bien lo merecen.

 

Dystopicon nos sienta en el sofá de una habitación con la puerta cerrada. Tenemos pocas cosas a nuestro alcance: una cama, una ducha, una nevera y una televisión. La premisa del juego es: mira la tele a cambio de ganar dinero. A la derecha tenemos un tubo neumático a través del que llegan mensajes del poder superior. Nos felicitan por nuestra estupenda labor y nos regalan drogas, nos aseguran que si llegamos a una cantidad de dinero podremos volver a ver a nuestros familiares e incluso ser libres.

 

 

A la izquierda tenemos una ventana por la que podemos mirar. En la calles hay una revolución, pero nosotros preferimos no participar y seguir mirando la tele a cambio de unas monedas. El problema es que ducharnos, comer, jugar a la lotería o drogarnos es muy caro. Nunca ahorraremos demasiado dinero, y a medida que observamos más y más la tele, nos alienamos más con el sistema. Nuestras ideas políticas cambian, nos volvemos más y más infelices, y acabamos intentando tener unos billetes en nuestro monedero no para volver a nuestros padres, no para cambiar el mundo, sino para ducharnos.

 

Dystopicon, a través de un sencillo sistema de gestión, consigue mandar un mensaje potente: vivimos en un mundo precario que nos promete que podemos alcanzar nuestros sueños, pero alcanzarlos es imposible. El juego acaba consiguiendo generarte ansiedad por su brevedad. Las partidas al título son de media hora. En ese tiempo nos ahogamos en deudas y comprendemos que la pasividad ante lo que nos rodea nos mata. Lo terrible es que acabamos recibiendo los mensajes que nos llegan por el tubo neumático como un bálsamo, lo que ahí está escrito es lo único que nos alivia, pero, ¿quién los firma? El mismo sistema que nos hace infelices.

 

El videojuego de Over Software gestiona muy bien la duración de la partida y el equilibrio entre sus sistemas para que uno mismo pueda llegar a esta conclusión de la que os hablo. Es muy, muy sutill, al menos, casi siempre. La única pega que le puedo poner al juego es que, es tan elegante explicándonos que somos borregos con sus dinámicas de juego, que lo que ocurre cuando miro por la venta me parece un poquitín burdo.

 

Si abrimos las persianas y miramos, se nos mostrarán unas ilustraciones de gente en la calle protestando y de una organización de tres líderes imponiendo orden. Ese exceso de información choca con la mesura que se produce dentro del cuarto. Pero salvo por este detalle, lo cierto es que Dystopicon me ha encantado. Dadle una oportunidad.


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