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Hideo Kojima me convence con el juego detrás de Death Stranding

Más allá del hype
Por Rafa del Río

Kojima lo ha vuelto a hacer con Death Stranding. El genio de los ochenta de perpetua juventud, el señor nipón que hace que fuma, el amigo de las estrellas de Hollywood, el tipo que cogió un pingüino saltarín y lo convirtió en héroe de una odisea ha vuelto a hacer de las suyas, y durante todo un día ha sabido mantener en vilo a decenas de miles de personas pendientes de un vídeo y sus manitas.

 

 

Kojimadas

Ayer fue el día de Kojima, y esto no es discutible. No importa la plataforma que tengas, que te guste o no Death Stranding, que tengas ganas de guerra o que odies y/o ames profundamente el también profundo ego de un autor que se merece hasta el más mínimo pegote de autobombo creado a su alrededor. El vídeo de Death Stranding fue uno de esos momentos épicos en la historia del videojuego por sus maneras y su momento, algo irrepetible por ser pionero en sus formas, y decir que no ha sido así sería errar y quitar importancia a una forma de hacer las cosas que es, de por sí, única y por tanto maravillosa. 

 

Hideo Kojima es Suda 51 con calidad y sin tanta paja, es Hidetaka Suehiro SWERY sin tanto Lynch y con más pasta, es Fumito Hueda sin pasión por los furros y Michel Ancel con fecha de entrega. Nombres propios con su propia forma de hacer las cosas que trasgreden la norma para volcar lo que crece en su mente creativa directamente sobre los jugadores. Nombres que, si desaparecen, dejarían el mundo del videojuego vacío de estos momentos que traspasan lo cotidiano, como un erial plagado de cosas grandes pero fabricadas en serie.

 

 

El juego más allá de Death Stranding

Es por esto que, para mí, Death Stranding es el todo. El videojuego, sí, pero también todo lo que hay detrás, desde el primer vídeo de Norman Reedus llorando en una playa de Galicia y abrazando a un bebé con el I'll Keep Coming de Low Roar hasta el último comentario de ayer en twitch hablando del anuncio de su fecha de lanzamiento. Y es por esto que hoy, tras el momento subidón en directo del podcast que grabamos ayer, hablo del juego más allá de Death Stranding. Porque al final es lo que me interesa y porque al fin lo he visto más allá de la emotividad de Reedus o la maldad de un Mads Mikkelsen por el que firmo ya mismo en lo que parece ser el papel del demonio capitaneando a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Todo esto en una escena sacada de la versión del director de Apocalypse Now y que dice muchas cosas sin decir nada. 

 

Death Stranding APN

A la izquierda Martin Sheen en Apocalypse Now, a la derecha, Mads Mikkelsen en Death Stranding

 

Kojima me ha convencido con el juego más allá de Death Stranding, con un escenario que se promete enorme y a la vez cercano, como el que pudimos disfrutar en Zelda: Breath of the Wild. Los paralelismos están ahí para quien quiera verlos, y más allá de la moto, del yermo, de ese sistema de combate que no me llama ni la mitad de lo que me llaman la mochila y sus herramientas para explorar el mundo, tenemos esas visitas al infierno que coinciden con la promesa de que la muerte no será el final ni mucho menos en una obra que, una vez más, va a  romper con todo para marcarnos un nuevo camino e incluso una nueva forma de hacer género de videojuego.

 

Queda mucho, bueno, no tanto, para un 8 de noviembre que vuelve a prometerse un antes y un después, si no en la industria, si en la historia de gurú de Hideo Kojima. Ahora toca relajarse y disfrutar del E3 y de todo lo que ha de venir, pero eso no quita para que esté ya contento con un algo que será seguro y que ya me tiene rompiéndome la cabeza con cómo voy a disfrutarlo. Kojima ha vuelto, y esta vez sin Konami atándole las alas. Sólo queda soñar. 

 

¡Nos leemos! 


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