Dimensión social y Pokémon Go: si no te gusta, no lo juegues

Lo reconozco, no soy público potencial de Pokémon Go. Pokémon me cogió ya talludito e interesado en otro tipo de videojuegos, y si bien no me disgustó la serie y mi puesto en Minami en aquel maravilloso fin de milenio me animaron a zambullirme en esta nueva obra, no me influyó tanto como pudo influír a mis compañeros de pocos años menos, que tuvieron la suerte de crecer con Pokémon como yo la tuve de crecer con Fredy Hardest, Mario y Sónic. 

 

Os cuento esto porque a veces hay que explicar lo que parece de perogrullo: No soy público objetivo de Pokémon Go, y teniendo a mis compañeros de Mundogamers jugando, acudiendo a Pokédadas y disfrutando del título, no consideré necesario descargar la aplicación y probarla. La fórmula es sencilla: No me interesa el juego = No juego. Obvio, ¿no?

Pues al parecer no. 

 

 

¿Qué es Pokémon Go?

El otro día estaba jugando en el parque con mi esposa y mi hija -uno de los motivos por los que no tengo tiempo para Pokémon Go- cuando vimos llegar a un par de chavales armados con su pokéball en forma de smartphone, sus gorras de maestros Pokémons -sin logos de la liga, eso sí- y con toda la ilusión de ese Ash Ketchum que inicia su particular camino de la Pokéball en su decisión por cumplir su sueño de convertirse en el mejor maestro Pokémon de la historia.

 

Los chicos tendrían unos catorce o quince años y todos los síntomas de ser carne de cañón de un salón del manga cualquiera, mochilas y gritos desaforados de 'mierda, otro Zubat' incluídos. Mientras se dedicaban a la inocente caza de Pokémon, dos malotes algo mayores se acercaron a los chavales por detrás. 'Ya la tenemos liada'. Camisetas de basket sin mangas, skates 'maqueados', musculitos de parkour y horas en el skatepark, gorras hacia arriba -en mis tiempos se llevaban hacia abajo, pero todo cambia- y esa forma de hablar más grave acompañada de risas a las que no les falta la mala leche.

Pensé que se iba a liar y me puse de pie, pero lo que pasó a continuación me sorpendió, y no, os juro que no es un 'me lo invento para quedar bien': 

El más alto de los malotes saltó el banco, soltó el skate y de puso al lado de los chicos: 'Qué, ¿cazando Zubats?' los chicos se rieron 'tío, al final habéis venido'. Se pusieron a vacilarse unos a otros de qué Pokémon habían cazado y dónde, haciendo tiempo a la espera de que llegara el resto del grupo, y cuando finalmente este llegó -tres chicas de unos quince o dieciséis años- se fueron todos a dar una vuelta por el parque a cazar Pokémon. Lo que la tele, el Disney Channel y el libro '75 Consejos para sobrevivir en el colegio' se empeñan en mostrar como enemigos naturales, paseando y riendo juntos. Tan amigos. Una gozada.  

 

Cuando salíamos del parque por la zona de la U -creo que hay un gimnasio en esa zona-, uno de los malotes le había prestado la tabla a uno de los chicos mientras el resto, sentado en corro frente a sus móviles, charlaba amigablemente y se reía.

 

 

Esto, amigos, ESTO ES POKÉMON GO.

Después de leer las múltiples estupideces que he leído por los medios acerca de Pokémon Go, no pudo menos que decir que se equivocan. Por dejarlo claro:
-Pokémon Go NO es una adición más peligrosa que el fútbol, el Sálvame o los conciertos de tu grupo favorito; y SÍ mucho más inocua que el tabaco, las drogas y el salir los findes de botellón. 
-Pokémon Go NO es un medio de distracción para que los chiquillos crucen sin mirar más peligroso que el Whatsapp, el Facebook o el Twitter. 
-Pokémon Go NO es una forma de aglutinar menores más peligrosa que los conciertos de CantaJuegos, las actividades de los Boy Scouts o los campamentos de verano; y por Dios que SÍ es mucho más divertida y no te idiotiza tanto como el 'yo tengo un tallarín' o el maldito 'Cumbayá'.
-Pokémon Go NO tiene más peligro que la geolocalización de aplicaciones como Runtastic y similares. 

Y por supuesto, Pokémon Go NO idiotiza, NO convierte a la juventud en muebles incapaces de protestar NI hace que los niños abandonen a los animales reales a cambio de sus mascotas virtuales. 

 

El nivel de estupidez que rodea al fenómeno Pokémon Go es alarmante, pero esta estupidez no se encuentra en los millones de aficionados que disfrutan de una afición que les permite conocer gente, hacer ejercicio, activar las neuronas y luchar contra la timidez y la depresión del aislamiento. Ná. La estupidez que ha demostrado el fenómeno Pokémon Go se encuentra en el otro bando, el que critica a la juventud por reunirse para cazar pokémons 'y no para manifestarse contra Rajoy'; el que critica a 'quienes ven la vida a través de un móvil' porque ellos, que ven la vida a ravés de un periódico, la televisión o la radio, han sido instruidos para pensar así.

 

La estupidez está en quienes piensan que los niños deberían dejar el móvil y jugar y saltar cuando lo más cerca que están ellos del deporte es cuando encienden la tele para ver a Cristiano Ronaldo; o en quienes acusan a los aficionados de ser superficiales mientras ellos suben selfies de sus morritos, de su visita al gimnasio o de sus pies en la playa porque, nano, aún hay clases. La estupidez está, en fin, en quien acusa a los aficionados de tener mascotas virtuales en vez de reales mientras ellos tienen un perro muerto de asco en un piso de 40 metros en Madrid y lo dejan aullar de noche mientras se van de copas, de baretos o de vacaciones, que un descansito nunca viene mal.

 

 

 Tal vez deberían jugar un poco a Pokémon Go y dejarse de pamplinas  

Porque si algo ha demostrado esta polémica aplicación de Pikachu y compañía, es que Nintendo y Niantic han sabido crear algo muy bueno para los aficionados, por mucho que haya quien no quiera oír hablar del asunto. Pokémon Go es una aplicación que anima a los usuarios a caminar, a hacer deporte y salir de casa. Una aplicación que sirve para unir a los aficionados, a conocer gente que tiene tu misma afición, a romper barreras y convencionalismos, eliminar etiquetas y demostrar que, al final, quien menos te esperas puede ser tu amigo. 

 

Pokémon Go lleva ya varios récords en sus espaldas, pero los mejores son aquellos de los que pocos hablan: Su forma de unir a la juventud, su divertida forma animarnos a hacer ejercicio y su uso para combatir la depresión y otras enfermedades mentales gracias a que obliga a tres de los consejos de salud para combatirlas: socializar, salir de casa y hacer ejercicio. ¿El resto? Más de lo mismo acerca de la malicia de los juegos, la escuela de Josué Yrion y las pamplinas de quienes, lejos de conocer algo, prefieren ponerlo a parir aprovechando la moda para que su nombre suene fuerte, en negrita y subrayado. Yo para esto me quedo con el inventor de Croquémon Gou, un tipo inteligente, y paisano, para más señas.

 

¡Buena caza! 

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