Cómo despedirse de Zelda Breath of the Wild mediante un DLC

Tras el lanzamiento de los dos sets de contenido adicional para The Legend of Zelda: Breath of the Wild, finalmente podemos esbozar una imagen global de lo que es el juego. Si el contenido lanzado en julio era un intento de exprimir al máximo el componente de supervivencia mediante las pruebas de la espada, encerrándonos en un mismo sitio durante horas, esta segunda y definitiva expansión busca justamente lo opuesto: toca revisitar Hyrule.

 

La Balada de los Elegidos nos llevan, de nuevo, a las cuatro grandes zonas del juego para saber más sobre Daruk, Revali, Mifa y Urbosa. Es un contenido que pretende que sigamos descubriendo nuevas zonas y que aprovechemos items como la máscara Kolog, del primer set, para acercarnos un poco más a esas 900 semillas esparcidas por todo el reino. Toca exprimir el todo jugo. Por eso mismo se nos facilita el desplazamiento, con nuevas bridas y sillas que hacen que nuestra montura se teletransporte, o con el añadido de una bestia a dos ruedas llamada Moto Hyliana Alfa.

 

 

Hyrule es un lugar enorme no solo por su extensión, sino también porque puedes perder una tarde en una pequeña porción de terreno. Si eres de los muchos que no ha alcanzado el 100%, este segundo set te invita a volver a recorrer grandes distancias para completar cada reto y es la enésima muestra de la grandeza del juego, capaz de seguir sorprendiéndote tras una partida que hace tiempo que superó las cien horas. Para hacerlo se basta con cuatro retos que te harán consultar el mapa y tener memoria; el escenario se encarga del resto.

 

Con todo, aquellos que salten a Breath of the Wild con todo el contenido hoy disponible se darán con un canto en los dientes. La oferta global del juego es abrumadora y la calidad de cada pequeña tarea a realizar supera a la mayoría de recados que toca hacer en los videojuegos de mundo abierto. Por mi parte, La Balada de los Elegidos es la guinda ideal para despedirme de un mundo que ha esbozado decenas de sonrisas en mí, y alguna que otra lágrima. Toca volver a galopar una última vez, con la vista puesta en el horizonte y el convencimiento de que cada minuto vale la pena.

 

 

Os recomiendo que evitéis los viajes rápidos, que os toméis unos segundos para contemplar las panorámicas de Hyrule por última vez y que intentéis percibir la grandeza global de este último Zelda. Sé que con el tiempo volveré a él, y que lo haré con el recuerdo de una última expansión que me permitió decirle adiós como se merece: percibiendo toda su grandeza.

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