Mejores videojuegos del año 2020 según Álex Pareja
2020 ha resultado ser el año que más fácil me ha puesto la realización de esta lista, comparado con entregas anteriores. Puede que los videojuegos hayan sabido entrar en nuestra vida de otra manera por lo mucho que han apestado estos doce meses, pero los diez nombres han acudido a mí con asombrosa velocidad. Me da pena dejar fuera a Nomura, porque aunque Final Fantasy VII Remake dice mucho de lo malo de este autor también ejemplifica lo necesarias que son las reinterpretaciones y nuevas visiones de las obras clásicas. También echo de menos más presencia de juegos independientes, creaciones de esas que te vuelven loco por apostar por nuevas maneras de cimentar lo ya conocido, pero también es positivo descubrir que han sido otros grandes estudios los que han tomado ese rol. Un año terrible, pero fantástico para jugar. Quedémonos con eso, al menos.
Uno de los regresos más gloriosos del año. No soy un especial admirador de las tollinas de barrio pero mamma mia cuando estas se plantean bien, replicando la fórmula de los clásicos de la franquicia. Streets of Rage 4 es todo lo que podíamos esperar del retorno: esencia clásica inaltereada con la finura del control del presente. Un recorrido muy placentero que supo conquistarme desde el primer instante. No es lo que más he disfrutado del año pero me sentiría muy mal si no reconociera todos sus méritos. Enchufadlo y disfrutad imaginando que los enemigos son los queridos ciudadanos que pasean sin mascarilla en nuestras calles.
Lo más inesperado de este año, para mí, es que entre mi lista de los diez mejores videojuegos del año se colara un título incluido de serie en una consola; el que muchos han dejado pasar e incluso han desinstalado directamente por pensar que se trataba de una simple demo del mando. Astro’s Playroom es un plataformas fantástico pero además ocupa un sitio que hacía mucho que no sentía bien cubierto: el de puerta de entrada a la ilusión tras haber invertido en un cacharro tan caro. Se apoya en la nostalgia, pero de una manera muy festiva que va más allá del simple fanservice. Una sonrisa permanente.
Aunque termina desinflándose en su último tramo, es imposible que Ichiban Kasuga no me acompañe este año en mi lista de diez. Yakuza Like a Dragon es el desvío perfecto tomado por una franquicia excesivamente compleja tras tantas entregas. Poder disfrutar desde cero de una nueva historia se agradece, sobre todo con personajes que funcionan tan bien (aunque otros merecen el destierro). Fantásticos combates por turnos que también funcionan mejor que el sistema clásico, con una exquisita manera de dirigir algunas cinemáticas y de nadar entre dos aguas constantes: el puro drama y la comedia más estúpida. ¡Iiiiichiban!
El peor enemigo del remake de Resident Evil 3 es el remake de Resident Evil 2, porque al igual que pasaba con los juegos originales, resulta muy superior. Pero menudo viaje, cortito y con fundamento, me he pegado con Jill en Racoon City huyendo y plantando cara a Nemesis. Una fantástica manera de poner el broche final a un RE Engine que nos ha dejado algunas de las estampas más espectaculares de toda la generación. Y menuda manera de reimaginar a estos títulos clásicos por parte de Capcom. Ojalá esto continúe siendo tradición porque necesito mi dosis de virus nostálgico anualmente… a ver si con el regreso a las pesetas de Resident Evil 4 podemos tener unas sensaciones similares.
Aunque a mí 13 Sentinels: Aegis Rim no consiguió hacerme enfermar tan poderosamente como a otro que ya sabéis, es imposible negar sus increíbles aciertos narrativos. Uno de los experimentos más interesantes de todo 2020, quizás ocupando el lugar que otros años hubiera tenido algún estudio independiente en mi lista. Si os gusta la ciencia ficción, las japonesadas adolescentes y las historias donde tienes que poner de tu parte para lograr entender lo que ocurre, con giros locos e inesperados, no hay ninguna posible discusión: es lo mejor que vais a encontrar. Ojalá sea un éxito para que volvamos a tener más experimentos del estilo, porque muchos volveremos a estar ahí el primer día.
El tapado del año, sin ninguna discusión. No esperaba nada de Ghostrunner, un juego que llegó a mis manos por pura casualidad y por designios laborales. Pero me olvidé del resto del mundo hasta que pude finalizarlo: es uno de los mejores ejercicios de todo 2020 en cuanto a ejecución de mecánicas se refiere. No hay nada que no sea perfecto en su propuesta, que te atrapa sin remedio en cuanto consigues comprender lo que quiere de ti. Una suerte de Hotline Miami con ninjas cibernéticos que mezcla plataformas y katanazos imposibles. Formidable y no apto para inútiles.
Entender el concepto de reinterpretación por encima de remake y remasterización es posible gracias al increíble trabajo realizado por Bluepoint Games con Demon’s Souls. Jamás habíamos jugado a una entrega de esta franquicia tan bien, con ese nivel visual pero, todavía más importante, con ese rendimiento impresionante que ejemplifica lo que debería ser de verdad toda nuestra experiencia con las consolas de nueva generación. Es mi juego menos favorito de la saga, falla en cuestiones como los jefes y el diseño de algunos niveles, que todavía no tienen esa Magia. Pero sentir que estas visitando una nueva visión de la semilla de la que surgió el enorme bosque de From Software no tiene precio.
Supergiant Games forman parte de mis estudios intocables. Aunque no me ha gustado todo lo que han hecho, siempre saben dejar su impronta personal. No las tenía todas conmigo cuando supe que Hades iba a tomar las características propias de un rogue-like, pero qué equivocado estaba. No solo las han sabido adaptar a su manera (aunque sean discutibles algunos elementos como la poca variedad entre intentos) sino que han sabido plantear un hogar al que da gusto volver. De hecho, recuerdo con más cariño cada conversación y pequeño nuevo detalle de esas salas y pasillos que de los enfrentamientos en sí. Un título al que seguiré regresando durante mucho tiempo. Vaya clase de escritura y de saber adaptar una historia a las circunstancias de un género que se basa en la continua repetición. Genios, como si queréis hacer un juego musical, no volveré a dudar de vosotros.
Ha sido la primera vez que me he adentrado en esta franquicia de Nintendo y menuda sorpresa más agradable. Animal Crossing New Horizons es el juego al que más horas he dedicado de 2020, siempre con ganas y con alegría. Quizás hayan sido las circunstancias, pero pocas veces me había topado con un juego que desprenda tan buen rollo y que siempre sabe dar motivos para que merezca la pena volver. Además, su planteamiento basado en el horario real, donde te quedas sin actividades que realizar y vale más dedicar unos minutos diarios que largas horas de vicio, me parece lo más original que he visto en toda mi vida como jugador. Demasiado había tardado en descubrir este universo: es increíble que haya conseguido sentir tanto cariño por unos furros que siempre dan motivos para sonreír. Fascinante y repleto de amor.
La nueva obra de Naughty Dog me parece, con una vergonzosa diferencia, la más valiente de todo 2020. No solo plantea elementos polémicos y necesarios a nivel cultural, sino que da un giro de tuerca al papel que toma el jugador cada vez que interpreta a un personaje de un videojuego. Le sobran horas, pero el impacto emocional que he sufrido en sus momentos cúlmen no se van a olvidar jamás. Habría sido mucho más fácil realizar una segunda parte mucho más tradicional y a todos nos hubiera gustado igualmente, pero Druckmann y compañía demuestran que desean ir más allá, estrujando las convicciones que tenemos como jugadores y trastocando las sensaciones que damos por hechas cuando nos sentamos a jugar. Un salto adelante en la representación de la interpretación de los personajes mientras jugamos, no solo en las cinemáticas, que a su vez están realizadas con una maestría sobrenatural. El mejor juego del año y una de las mejores experiencias de toda la generación.
Hoy, como estos últimos años, finalizo esta lista con mis mejores videojuegos del año con una sensación agridulce. No puedo ser más feliz de compartirla, otra vez, con todos vosotros, pero es imposible no pensar que puede ser la última vez. De ser así, solo os puedo dar las gracias por permitirnos hacer esto. Y, si se da el caso contrario, también os tengo que dar las gracias por permitir que dentro de un año vuelva a estar dándole vueltas a mis juegos seleccionados. Esto es lo mejor del año por encima de cualquier videojuego: poder compartir tanto con vosotros. ¡Feliz Navidad!
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