Jugar a
Kane & Lynch 2: Dog Days se parece bastante a que te den un caramelo primero y una hostia después. Al principio te seduce el dulce sabor de los gráficos sucio-realistas y de su control, tan familiar. Pero después te sorprendes a ti mismo aburrido hasta la saciedad, después de haberte pasado la primera hora intentando acertar a chinos que se esconden (y se esconden muy bien) detrás de cajas y columnas, cuidadosamente colocadas por el escenario.
No es hasta la tercera fase, cuando vemos a Kane y a Lynch en pelotas y llenos de sangre y navajazos, cuando empezamos a encontrarle un sentido a todas esas muertes.
Después es el propio guión el que se encarga de justificar las oleadas de enemigos y la adicción al gatillo que sufren estos antihéroes de manual llamados Kane y Lynch. Te costará reconocerlo, especialmente si has pagado el precio íntegro del juego, pero hay un momento -antes de la tercera fase más o menos- en el que pensarás que el juego no vale ni la mitad de lo que has pagado. Te aburres. La acción de Kane & Lynch 2, tan comparada con la de las películas de Michael Mann sólo puede resultar creíble si la historia también lo es. Pero tranquilo.
Remontará poco a poco a base de acertar con las pausas para introducir los diálogos que explican la trama y de ofrecer nuevas situaciones que terminan por camuflar lo de siempre: disparar y cubrirse, morir y repetir. Es corto, es cierto. Pero debería ser incluso más corto para que todo se redujese a lo que realmente importa: un guión lleno de humanidad y palabrotas. Debería despojarse de muchas de las batallas iniciales para potenciar una sensación de peligro más realista y centrarse en la amistad que une a los protagonistas. Lo cierto es que todos queremos saber más de ellos y queremos hacerlo en su hábitat natural que es el videojuego, sin esperar a películas o novelas gráficas paralelas. Y además si lo que nos apetece es pegar tiros sin más, siempre podremos hacerlo en el
excelente modo multijugador: sinvergüenza, entretenido y eficaz.
¿Qué nos esperábamos? Nos esperábamos más de él. Algo digno de su inteligente acabado gráfico. Si los diseñadores pasaron tanto tiempo en las calles tratando de averiguar como se ?siente? una ciudad desde el punto de vista de un turista -al fin y al cabo, el jugador es un turista invencible- también podrían haberse molestado en descubrir más cosas que hacer en esas calles, además de disparar? ¿Hablar con gente? ¿Comprar objetos? No. Acciones como esperar, descansar, escuchar y mirar hubiesen bastado, pero el ritmo del juego y su linealidad te empujan constantemente hacia los enemigos.
¿Qué nos ha gustado? El riesgo. Porque Kane & Lynch es un título que apuesta fuerte con sus visuales y que, a nuestro parecer, ha ganado la apuesta ¿Y qué ha ganado? La referencia. Es muy probable que Kane & Lynch 2: Dog Days 2 sea recordado y comentado en futuros textos por haber evidenciado hechos que en realidad ya habíamos aprendido:
nuestros ojos no ven la realidad en alta definición, lo que significa que es necesario crear efectos que además de construirla de forma creíble, también la destruyan de forma realista. Y larga vida al carisma de los personajes conseguido gracias a unos modelos abyectos cincelados con fealdad y rudeza.
Por fin unos héroes que no son coloridos peluches, vigoréxicos espaciales o modelos sacados de un casting para Calvin Klein; Un detalle preocupante que incluso Hollywood tiende a olvidar, ya que sin errores tan sólo es posible concebir un burdo reflejo de la realidad; Kane y Lynch son dos señores calvos y viejos que están gordos y amargados, y
sus problemas, como si de un capítulo de Los Soprano se tratase, se presentan por la imposibilidad de combinar ese mundo criminal con sus ambiciones sentimentales y familiares.
Es un título al que tienes que jugar, casi obligatoriamente, para comprobar que hay vida más allá de Uncharted y Gears of War. Este género no necesita más potencia gráfica, sino más potencia imaginativa y Kane & Lynch 2: Dog Days casi lo consigue.
Por lo menos se atreve a ir un paso más allá.
NOTA FINAL: 7.5
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