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Analisis Gatling Gears PS1

Domingo 22 de Mayo de 2011 por Víctor Junquera
Los shooters de stick dual (antaño de disparo direccional), tan de moda entre los formatos descargables de las diferentes plataformas, se han convertido en el equivalente occidental a esos enfermizos bullet-hell shmups de desarrollo japonés, algo que lleva siendo así toda la vida, con referentes como Smash TV en un bando y Star Force en el otro, que dejan clara una diferencia que lleva manteniéndose durante varias generaciones, aunque no ha sido hasta la llegada de Geometry Wars cuando se han visto catapultados a un primer plano.

Siendo sinceros, Gatling Gears no será una de las opciones principales a tener en cuenta para quien vaya a descubrir ahora el género, pero al menos consigue sacarnos de esas cuadrículas limitadas en las que sólo importa la puntuación final. En GG se avanza, poco a poco, con un pie mecánico firme, pero se avanza a través de diez horas de diferentes escenarios de un mundo preciosista que se nos pide salvar.

Empezamos por decir que manejamos a un mecha con tres posibilidades de ataque: una ametralladora gatling omnidireccional de munición ilimitada aunque de corto alcance, un cargador de granadas que se reponen con el tiempo, y una muy limitada descarga que barre todo en pantalla. Armas más que suficientes para repartir caos y destruir a una malvada organización que, en este caso, busca sobreexplotar los recursos naturales de un mundo compartido con el anterior título de Vanguard Games bajo otro nombre, Greed Corp.

La estética steampunk, la infinidad de enemigos, la lejanía de la cámara y los variados paisajes, dan una sensación como de que un diorama de Warhammer 40.000 en constante cambio cobra vida, y escenarios plagados de vegetación, con nieve, lluvia, trenes en movimiento o buenas vistas al borde de un acantilado, no hay duda de que quedan bien, pero cuando la pantalla se convierte en una amalgama de misiles, enemigos, efectos atmosféricos, balas y explosiones, el atrezzo sobra por las posibles confusiones.

Esto se acentúa en las últimas misiones, donde la dificultad aumenta casi sin sentido tras ocho horas sin demasiados problemas, incluso a pesar de que las mejoras para el armamento son fáciles de conseguir, pagando con lingotes de oro supuestamente escondidos por los escenarios, y en el tramo final es más que posible tener al menos la gatling con el máximo alcance y potencia.

Acostumbrados como estamos a la agilidad de otros títulos, a una caja de impactos más definida, a unas rutinas a aprender, Gatling Gears parece por un lado más simple y por otro más alocado sin sentido, nada que ver con el control que se puede llegar a tener sobre Bangai-O HD o con los fuegos artificiales de neón totalmente diferenciados de Geometry Wars. Aquí, prestar atención a un helicóptero que aparece repentinamente puede significar un impacto de un pequeñísimo proyectil enemigo, o intentar recoger un engranaje (que aumentan el multiplicador de puntos) puede siginificar una pérdida total de tiempo, entre el lento caminar del mecha y que no siempre están en zonas accesibles.

Pequeños fallos de diseño jugable que se compensan sólo si sabes a lo que vas. No es uno de estos meta-games en los que coronar los leaderboards de puntuación es lo importante. Pasear, destruir, disfrutar. La espectacularidad de los jefes y sus variados combates parece la única recompensa de un juego que sólo amplía sus posibilidades tras el modo campaña para ofrecer un desafío ya conocido, en un mapa cerrado, de pura supervivencia, pero con unas características no tan depuradas como en otros grandes del género.

Aunque, como decíamos, Gatling Gears no sea ni de lejos la primera opción, es un buen entretenimiento, sobre todo para disfrutarlo en cooperativo tanto local como online, para ver un buen trabajo de diseño de niveles, y por qué no, para repartir un poco de destrucción gratuita con el siempre agradable sonido de una gatling ilimitada.

NOTA FINAL: 6,5
6

/ 10


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