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Analisis Shogun 2: Total War PC

Lunes 21 de Marzo de 2011 por Alejandro Pascual
En una franquicia tan legendaria como Total War, es difícil en ocasiones discernir lo que es importante y lo que no. Porque la diversión de cada nueva entrega es la misma, si cabe, que la anterior, y siempre habrá nuevas opciones y nuevos detalles gráficos que embellezcan el conjunto.

Por un lado, una de las cosas que puede atraer más o menos la atención del estratega es la civilización de turno, y quizá para el jugador occidental, sea Shogun la menos atractiva de todas, sobre todo, si hablamos de una segunda parte. Y es que la franquicia Total War ha comenzado a rodar su inevitable rueda revisitando cada uno de sus imperios, y después de Medieval II Total War, la cosa no ha cambiado mucho: los puntos fuertes siguen siendo lo suficientemente importantes como para volver a adentrarnos en su estrategia imparcial, y los débiles, como el caso de una Inteligencia Artificial que a veces brilla por su ausencia, siguen impidiendo que la franquicia evolucione en las batallas de campo.

Lo más evolucionado es, sin duda, sus opciones multijugador, que se fusionan con el modo campaña de una manera tan fluida que no imaginábamos posible. Y es que el hecho de poder luchar nuestras contiendas aplicando la situación de nuestra partida al modo online, invitando a que un jugador humano sustituya a la IA es sin duda un gran avance.

Además, su lógica de ajedrez hace que toda tu partida pueda estancarse si no prevés los movimientos con mucha antelación, mucho más que tus consejeros, pues el hecho de fomentar un turno el descontento de tus ciudadanos viene con una revuelta al turno siguiente sin que tengas apenas capacidad para reaccionar, lo que viene invariablemente seguido a la pérdida de la provincia, ya que en prácticamente todos los casos, una población se rebela cuando no hay ejército presionándola.

Peor aún será cuando tu clan alcance fama legendaria. Un turno la alcanzas y tu consejero te avisa que el shogunato no está demasiado contento con tu crecimiento, lo que hará que todos, absolutamente todo el resto de clanes, rompa tratados comerciales, alianzas y comience la guerra contra ti, en un solo turno, obligándote a retroceder y empezar de nuevo.

A veces, en Shogun II Total War parece que la guerra por la conquista nipona no es tanto contra el shogunato como contra un ordenador que intenta equilibrar la partida para que dura lo justo con la dificultad que hayas seleccionado, independientemente de todas las herramientas que ponga a tu disposición para ser un gran general, y como en los antiguos juegos de estrategia en tiempo real, te ves arrastrado a la paciencia de crear un ejército imposible antes que utilizar la audacia y los puntos fuertes que hayas ido ganando con tu experiencia en el combate o la gestión. Y así, machacar todos los clanes hasta que el shogunato no tenga opción alguna.

Con Napoleon: Total War, descubrimos algo que nos cautivó. Agregar un modo historia y centralizar tu conquista en un solo personaje puede simplificar las cosas como juego, pero profundizaba mucho más en esa función didáctica que tiene el título, y progresar significaba aprender más cosas sobre el general. De vuelta a un Total War de verdad, esa función didáctica se ha perdido, y nos hemos dado cuenta que la echábamos de menos.

Shogun 2: Total War logra, como todos los títulos anteriores, hacer que no pienses en otra cosa mientras estás frente a la pantalla, pero es difícil que más allá de la pantalla, no te ataque la idea de que ya hace dos Total War que echamos de menos la reinvención de su rueda. Que llevar un II en cada nueva bandera debe significar algo más que el poder hacer un zoom cada vez más espectacular, nuevos modos y nuevas unidades o más elementos multijugador. Por nuestra parte, tenemos ganas de Rome II, y nos gustaría que cuando llegara ese momento, volviéramos al imperio romano enfrentándonos a la campaña tan perdidos como la primera vez que le dimos al botón de nueva partida. Y es que en la guerra, contar con un general experimentado es sin duda sinónimo de victoria, pero en los videojuegos, la victoria es tener maravillado a un jugador que se siente novato y abrumado por todo lo que ve, deseando ganarse nuevas estrellas a medida que libra nuevas batallas.

NOTA FINAL: 8
8

/ 10


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