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Twitch Plays Pokémon y el triunfo de la anti-jugabilidad

Helix sigue entre nosotros
Por Víctor Junquera

El chat está en constante movimiento. El ojo no entrenado verá caos, pero alguien que haya pasado un tiempo en sus lares puede reconocer patrones. “Anarquía”, claman unos. “Democracia”, dicen otros. Junto a esos mensajes, una retahíla de comandos diciendo “arriba”, “abajo”, “izquierda”, “derecha”, “start”, “a” y “b” pasan a toda velocidad. En la pantalla Rojo, protagonista de los juegos de Pokémon originales, da vueltas de un lado a otro sin aparente dirección. Un contador muestra que, sea lo que sea, esto lleva ocurriendo más tiempo del esperado: es ya el quinto día, y la aventura aún no ha llegado a la mitad.

 

Esto es Twitch Plays Pokémon, un experimento creado por un programador anónimo que retuerce la esencia de los MMOs hasta nuevos límites: el personaje es controlado escribiendo las acciones a realizar, pero cualquiera que esté viendo el streaming puede dar una orden. Un lag de 20 segundos añade un componente aún más impredecible, ya que nadie es capaz de saber qué ocurrirá.

 

Ahora mismo hay más de 70 000 usuarios viendo el streaming y dando órdenes. Aún así han logrado llegar a la guarida Rocket de Ciudad Azulona.

 

Twitch Plays Pokémon no me había llamado mucho la atención en un principio: sí, vale, son muchas personas jugando a la misma partida de Pokémon ¿qué más da? Hay un MMO de Flappy Bird que permite jugar simultáneamente a cientos o miles de jugadores como si fuese una repetición de Super Meat Boy ¿cuál es la diferencia?

 

La cultura.

 

 

Del mismo modo que en su momento hablé sobre el desafío Nuzlocke y las historias que se formaban a partir de él, Twitch Plays Pokémon ha generado su propio círculo de fans en apenas unos días. Ha habido acción, drama, romance y sí, filosofía. Y todo ha surgido según ha evolucionado la partida.

 

Por ejemplo, entre los escasos objetos de Rojo está el fósil Helix, y debido a la confusión inicial, era muy habitual que durante los combates se acabase en el menú “objetos” pulsando una y otra vez “usar” sobre dicho objeto. Esto, que muchos verían como una molestia, otros lo han interpretado como si Rojo consultase al fósil en busca de consejo, y ahora Helix es el dios del Twitch. Cada visita al PC es un momento de tensión, ya que se puede liberar por accidente un pokémon, lo que ha llevado a un inocente Eevee a convertirse en el Falso Profeta: un vil Flareon que les corta las posibilidades de aprender Surf y con ello avanzar en la historia. Hay fanart y propaganda de todo tipo, y recientemente han surgido nuevas reglas con la introducción del sistema anarquía/democracia, una forma de votación que permite tomar las decisiones por consenso o del caótico modo tradicional.

 

Lo sorprendente es que este concepto suena de todo menos interesante hasta que se descubre cuánto movimiento hay detrás. Es un juego caótico donde cada decisión que tomas se ve neutralizada al instante y donde ni siquiera tienes control para escoger cuándo actuar: no estás ahí para ganar, eso desde luego. Estás para pasarlo bien en grupo.El tener alguien con quien divertirte a tu lado puede cambiar por completo la experiencia: Wii Party U es un juego terrible en prácticamente todos los sentidos, pero las partidas que nos hemos echado los del staff han sido más divertidas que muchas sesiones multijugador de algún gran AAA.

Si Ben Kuchera utilizó Flappy Bird para hablar sobre cómo nadie sabe lo que el público quiere, yo usaré Twitch Plays Pokémon para hablar sobre las posibilidades del juego en comunidad y recordar una vez más que esa frase que se dijo en la Antigua Grecia, “todo está inventado”, es una excusa más barata que un chicle. Ahora se está hablando mucho sobre cómo Titanfall y Evolve van a cambiar los paradigmas del multijugador, y este título cuenta cómo se puede sacar oro de todas partes si sabes cómo afrontar el proyecto, además de recordar la regla de oro en la Era de la Información: no infravalores al público.

 

Ahora, si no os importa, voy a volver al streaming. Aún quedan muchas venturas por vivir.


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