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Sexismo I: Cuando liarla parda nos merece

De chungos y quemasangres
Por Rafa del Río

He hecho lo que me prometí que no haría nunca. Me he metido de lleno en el tema del feminismo, de las movidas con las señoritas Quinn, Raymond, Pratchett, Alexander, Sarkeesian y, por supuesto, Hernández. ¿No las reconocéis? Pues haced caso de mi consejo: Cerrad este artículo, NO LO LEAIS, continuad con los textos de mis compañeros y, en definitiva, vivid tranquilos. Haced, en fin, lo contrario a lo que he hecho yo este fin de semana y seréis mucho más felices.

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¿Aún queda alguien ahí? Cachis, y yo que me las pintaba muy felices escribiendo sólo la entradilla y cobrando la noticia entera... Pues nada, habrá que hablar del tema:

 

De críticos, personajes y otras criaturas de la noche  

El negocio de los videojuegos va bien -no dejéis que os convenzan de lo contrario por mucho que Capcom llore-, y como en todo negocio que funciona y da dinero, las rémoras y los chupasangre se aferran a él para tratar de sacarle todo lo posible.

 

Hay rémoras pequeñas, como yo, gente que vivimos del  mundillo -o lo intentamos- aportando un talento -escaso- que poco o nada tiene que ver con la industria en sí. Escritorzuchos de tercera, críticos de andar por casa y redactores autodidactas que, con mayor o menor tino, intentamos aportar algo a cambio de lo que sacamos: Un punto de vista distinto, una crítica sagaz con la que arrancar una sonrisa, un apoyo a la opinión del público o de ese sector del mismo que piensa... Cualquier cosa que al final del día no nos impida mirarnos al espejo, nos ayude a conciliar el sueño y nos haga pensar que, bueno, si bien no mejoramos el medio, tampoco lo destruimos en demasía. 

 

Lamentablemente, como en todo buen medio de comunicación que se precie, la intención no es lo único que cuenta, si es que alguna vez contó. El Perro Verde nunca tuvo el prime time de Jesús Hermida, y a día de hoy no hay quien pueda con el sensacionalismo televisivo de charanga y pandereta, con los magacines de tarde que muestran esa cara oscura de la realidad humana que se mueve a ritmo de polvo y droga dura mientras inventa pecados capitales al son de la claqueta, la campana y se acabó. 

 

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Es por ello que existen otras rémoras mucho más grandes, ¡Enormes! Parásitos que no necesitan mirarse al espejo y a los que los remordimientos resbalan sobre la pátina de autoconvencimiento de 'estoy salvando el puto planeta de forma proporcional a la que engorda mi cuenta'.

 

Y eso no mola

El trolleo por internet está a la orden del día. El público elige a sus favoritos, decide en fracciones de segundo quién tiene razón y quién miente como un bellaco, y armado con la espada del 'las cosas no deberían ser así' atacan a éste o aquel personaje porque consideran que, en el fondo, tienen toda la razón del mundo. Al parecer nada es demasiado cuando enarbolas la bandera del insulto y el ataque vil en pro de la justicia, y sólo falta que se deshumanice a la víctima para que el remordimiento de estar atacando a una persona... Desaparezca.

 

¿Exagero? En absoluto, es la táctica de la deshumanización, de convertir al enemigo en una masa que pierde su individualidad como persona y acumula en un sólo ser homínido todos los defectos que hacen de éste mundo un sitio que da asco. Es la táctica militar de llamar 'tangos' a los talibanes, de referirse a los policías como 'cerdos' o a los vagabundos como 'guarros'. Una vez le pierdes el respeto a la persona, una vez la incluyes en una gran etiqueta generalizada de maldad y corrupción, es sencillo pasar de la crítica al insulto, del insulto al ataque, y del ataque a la amenaza. 

 

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Y ahí entran en juegos situaciones como la de Josh Olin, a quien machacaron y despidieron por decir que 'uno puede ser un bastardo intolerante en la intimidad de su casa'; a Ismail, que fue acusado, amenazado y trolleado por su supuesta 'apología del nacismo'; a Zoe Quinn por todo ese rollo del supuesto acoso que, según algunos, fue fingido; las movidas entre Alexander y Rihana Pratchett acerca del victimismo de Lara Croft...

 

Protocolo, autores y protagonistas

El método de iniciar la guerra es sencillo: Alguien pone a parir el trabajo de otro, aporta 'pruebas' de lo mal que lo hace y de lo dañino que resulta, espanta a la liebre con un par de acusaciones y, oh, pardiez, horas después se levanta la veda para los cazadores de cabezas. Gente decente e indignada que en defensa del bien común no duda en usar bellos términos de nuestro querido diccionario tales como 'puta' o 'maricón', haciendo gala de construcciones ligüísticas complejas del estilo de 'te voy a rajar'. Así de hermoso es el mundo en el que nos toca vivir.

 

Lo peor es que, mientras escribo esto, me siento bastante culpable. ¿Tuve el mismo efecto en alguien al criticar el otro día la postura de Ubisoft y su elaboración de AC como ciencia? ¿Influí sin querer a alguien a entrar en el twit de Jade y vestirla de verde y oro al criticar las políticas de Raymond? ¿Suponen mis constantes parodias y coñas contra Phil Spencer, Molyneux o Chmielarz una arenga para entrar a sus redes sociales a llenarlas de basura? De Phil Fish no hablo, éste se las busca él solo, pero sea como sea, si en algún momento he dado a entender que el ataque estaba justificado os pido perdón...

 

...Porque no es así ni de coña.

Me paso de palabros y dejaré el tema del sexismo para mañana en una segunda parte de este artículo, pero no puedo terminar este texto sin llamar un poquito a la calma. Queridos lectores, camaradas, amigos, @gandalflin -te ha tocado-... Esto son SÓLO videojuegos. No hay nada, absolutamente NADA que justifique el atacar a alguien por algo tan tonto, tan estúpido y tan vanal como una fuente ocio. Ni siquiera aunque esta fuente de ocio sea tan 'chachi' como la nuestra, y ni siquiera aunque esta forma de ocio chachi pueda ser considerada cultura, arte o pan con manteca colorá.

 

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Entendería, entiendo, al comprador que arremete contra una compañía tras gastarse casi setenta pavos en un título que no es ni la mitad de lo que promete, pero cuando nos revolvemos contra personas y lo hacemos usando palabros como los mencionados anteriormente -que ya deberían estar extintos y no haber sido utilizados jamás como insulto-... En ese momento la estamos cagando a base de bien. 

 

No os confundáis. Yo también siento el fuego en mi interior. Yo también soy víctima de la ira cuando leo según qué cosas por twit o facebook. ¿Entre nosotros? Soy como el puñetero Hulk: No me enfado rápido, es que siempre estoy encabronado. Aún así, hay límites que separan el debate de la la discusión, la discusión del insulto, y el insulto del 'te voy a matar, desgraciado'.

 

La Moraleja.

La moraleja -y no, no me refiero a la localización madrileña- es que vamos a intentar no hacerle el juego a los Grima Lengua de Serpiente. Vamos a blindar nuestra sangre para que no nos la quemen, a reforzarnos contra la bilis ajena y a dejarnos de partidismos, amarguras y demás gilipolleces. Rami Ismail, en uno de sus tweets, nos invitaba a escribir desde el hashtag de la #GameEthics y me parece una idea cojonuda. No la de respetar a las compañías para evitarle malas críticas, ni tampoco la de dejar de opinar ni de llamar malo a lo malo. La idea que me parece genial es la de exigirle de forma ética una mayor ética a los medios y sus profesionales, empezando, si queréis, por mí.

 

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Separar el mundo en malos y buenos es estúpido: Sólo mediante la crítica respetuosa, aunque pueda ser satírirca y mordaz, sólo desde el trabajo, y más si este es duro, podemos mejorar la situación. 

 

Y mañana, ya sí, hablaremos de verdad de todo ese rollo del sexismo.

¡Nos leemos!


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