Quiero más protagonistas enfermos en los videojuegos
El mundo de las enfermedades siempre ha sido tabú en el mundo de los videojuegos, aunque afortunadamente llevamos unos cuantos años contando con varios ejemplos de obras que tratan el asunto con total naturalidad. En concreto, valoro enormemente aquellos estudios que no solo introducen en sus obras algunas enfermedades o trastornos concretos, sino que además es un peso que soportan los protagonistas de la historia y, por ende, el propio jugador.
Uno de los mayores ejemplos de los últimos años lo encontramos en Hellblade, el increíble título de Ninja Theory. Mucho hemos hablado en esta casa sobre la manera de trasladar la psicosis a un personaje y convertir ese trastorno en la base fundamental de la experiencia, acercando al jugador las sensaciones que las personas reales que soportan este trastorno suelen sufrir. Que un personaje jugable deba soportar una variación en su salud sacude por completo las bases jugables, algo que me parece fascinante.
Pero no es necesario que se muestren casos tan extremos como el de este último ejemplo, con trastornos psicológicos y psicóticos de por medio, sino que me encanta que se jueguen con otras enfermedades más comunes o incluso con la propia vejez. En este caso, la saga Metal Gear Solid siempre ha sido un gran ejemplo y muchos recordaréis al pixelado Solid Snake estornudando en Shadow Moses tras haber pasado demasiado tiempo en un entorno frío y, por tanto, variando la manera en que el jugador debe infiltrarse. En Metal Gear Solid 4, además, jugábamos con el envejecimiento prematuro del protagonista, que se dejaba notar en la historia pero también en su expresión y comportamiento corporal.
Me alegra ver cómo otros videojuegos más recientes también han adoptado alguna enfermedad como un elemento más del personaje protagonista, en ocasiones incluso apareciendo de forma inesperada a lo largo de la aventura. Lo interesante de las enfermedades es que no solo sirven para aprender y tratar de comprender lo que sienten las personas que las pedecen, sino que además son una buena vía de evolución y renovación jugable. Sentir cómo un personaje varía su forma de comportarse en un entorno debido a la aparición de una enfermedad es increíble, y más videojuegos deberían apostar por ello.
Por lo general, estamos acostumbrados a que muchos protagonistas de multitud de historias se muestren como personajes sanos, carismáticos y capaces de conseguir todo lo que se proponen, pero también es bonito descubrir cómo se están explorando otros caminos donde los protagonistas de las historias tienen muchos problemas, entre ellos la presencia o aparición de enfermedades o trastornos que gracias a la inherente interactividad del medio se perciben muy bien por parte del jugador. Es extraño pedirlo, pero me gustaría seguir viendo más casos de protagonistas enfermos en los videojuegos.
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