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¿Para qué jugamos a videojuegos? Humor y diversión, esos grandes olvidados

Human Fall Flat
Por Rafa del Río

Una de las cosas que más me gustan de Xbox Game Pass Ultimate y las tareas de Microsoft Rewards es que me está sirviendo para conocer grandes videojuegos y darme cuenta de qué juegos no son para mí. Borderlands 2 y PayDay 2, por ejemplo, me han supuesto un esfuerzo a la hora de sacar sus tareas porque no han logrado engancharme. Por otro lado, he descubierto maravillas como Superhot, el online de Halo MCC y mi último amor: Human Fall Flat.

 

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Qué pedantes somos a veces, compañero...

Llevaba muchísimo timpo con Human Fall Flat instalado en mi Xbox One, pero nunca me había dado por jugarlo. Culpa de ello, una parte quitando mi propia responsabilidad, era de los análisis que había leído sobre el juego de No Break Games: un estudio de la representación de la física en el videojuego mediante el control de las manos del personaje, la complejidad de los puzzles a través de la sencilla aplicación de dichas físicas y la dificultad añadida de un modo online tras la actualiación de turno. Grandes palabros, una sesuda meditación acerca del yo en los espacios abiertos y hasta elementos oníricos junto a advertencias más mundanas como la necesidad de usar el chat de voz. ¿Dónde queda el cachondeo de jugar a pantalla partida? ¿Dónde queda la diversión de un juego que atrapa y engancha con su sencillo enfoque y sus complejas mecánicas?

 

A veces somos unos pedantes, lo tengo claro, y soy el primero en señalarme culpable de este pecado de ostentación, poniendo incluso como ejemplo el presente texto. Sin embargo, no puedo dejar de alegar como defensa que hay casos y casos, y que no es lo mismo hablar de The Sinking City que de Zombie Army 4 o de este brillante Human Fall Flat. Parece que hemos caído en el pozo del gafapastismo, en la trampa mortal de la crítica desde el más allá de una profundidad que en ocasiones se siente obsoleta y superficial. No tengo nada en contra de mencionar elementos como la superación personal, la amistad o la filosofía presocrática a la hora de hablar de un juego de plataformas en 2D. No obstante, cuando esto se hace a costa de la verdadera naturaleza del videojuego, de elementos como la diversión, las mecánicas o el humor, algo falla en el proceso.

 

 

¿Para qué jugamos?

Es obvio que el videojuego ha evolucionado como elemento social, o si lo preferís, como producto de una determinada cultura y sociedad. Las bases de sus orígenes se han ampliado para dar cabida a todo tipo de experiencias, y ahí tenéis maravillas como Dreams, capaz de dar cabida a todo tipo de géneros y propuestas. No se pueden juzgar obras como Dear Esther o Going Home desde la mera pespectiva de sus mecanicas, como no puede juzgarse Human Fall Flat o El Sueño de Art desde un prisma meramente existencial. Es una forma de negar nuestra necesidad de jugar, de la que ya nos habló Mou hace unas semanas al profundizar en nuestras distintas plataformas de juego como lo que son en realidad: juguetes.

 

Jugamos por muchos motivos, tantos como géneros y tipo de propuestas hay en el catálogo. Jugamos para conocer historias, para asustarnos, para sentir. Jugamos para vivir experiencias de otro modo fuera de nuestro alcance, para conocernos a nosotros mismos, para sentir que nuestra existencia tiene peso en este mundo aunque en ocasiones sea desde una dimensión digital o una dual que mezcle el videojuego con la realidad. Pero también jugamos para reír, para divertirnos y para ocupar ese lapso de tiempo que separa las distintas responsabilidades del día a día de la forma más entretenida posible. 

 

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Humor y diversión

Y esto último es justo lo que hace Human Fall Flat. Gracias a las tareas de Microsoft Rewards he podido profundizar en él. Descubrir que pueden jugar dos jugadores a pantalla partida ha sido la guinda del pastel o la joya de la corona. Estas últimas dos tardes han sido hilarantes gracias a dos sesiones de 55 minutos en las que mi hija y yo nos hemos perdido en su loca propuesta. Que sí, que hay puzzles, y físicas, y hasta una crítica al capitalismo si queréis, que eso siempre vende. Pero todo esto llega poco menos que a pelártela cuando juegas a ver quién consigue levantar al otro y tirarlo sin que lo agarre, a trepar con ayuda una pared imposible o simplemente a buscar secretos rompiendo paredes a cabezazos con una piedra en las manos. Y esa es la palabra: JUGAR.

 

Human Fall Flat es tremendamente divertido y os hará soltar muchas carcajadas si jugáis con alguien, mucho más si encima es una persona querida. Su oferta de juego se convierte en un cajón desastre en el que nada es verdad y todo está permitido, olvidando por el camino lo técnico y centrándote, en este caso, en la diversión más pura y sin complejos. Luego puedes añadir todos los beneficios que tiene para los más pequeños de la casa: el control del mando, el desarrollo de la inteligencia espacial, el aumento de la capacidad intuitiva para resolver problemas y bla bla bla. Pero no olvidéis nunca la diversión y el humor, bendito humor, que no tiene que ser siempre obra del guión de Tim Schaffer o de un pequeño estudio indie caído en gracia para que sea aceptable. 

 

¡Nos leemos!


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