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Ori and the Will of the Wisps me devuelve la fe en las 2D fuera del territorio indie

Así sí
Por Rafa del Río

Ori and the Will of the Wisps ha funcionado muy bien ante público y prensa. A dos días de su lanzamiento y con muy buena nota en los análisis profesionales, lo nuevo de Moon Studios se ha convertido en una de las cosas más bonitas que he jugado este año en Xbox One X, y también en uno de los juegos más potentes que he disfrutado esta generación. 

 

Ori and the Will of the Wisps 1

 

El poderío de las 2D

Celeste, Hollow Knight, Shovel Knight, Yooka Laylee and the Impossible Lair, Trine, Bloodstained: Ritual of the Night, Katana Zero, Dandara, Dead Cells, Maldita Castilla...  El mundo de las 2D sigue dando grandísimas alegrías a los usuarios con títulos de gran calidad que profundizan en mecánicas que los elevan a los altares y/o hacen una apuesta por la experiencia retro que es una delicia desde la actual perspectiva del videojuego. Algunos como Indivisible, Trine o My Friend Pedro, juegan con ese romper desde lo clásico para mostrar nuevas formas de jugar con algo que nos parece imposible de modificar y que, sin embargo, está en constante evolución. Otros, como Celeste o Shovel Knight, juegan a llevar al terreno de la excelencia las viejas mecánicas modificando patrones, enemigos o incluso escenarios para demostrar que es posible hacer un gran nuevo viejo videojuego incluso en esta generación. 

 

Todos, o casi todos obviando Unravel en sus dos entregas con un título original que me enamoró, parten de la situación de desventaja de ser juegos de corte alternativo, de presupuesto ajustado, y aunque puedan llegar a conquistar al gran público como fue el caso de Hollow Knight, mantienen esta forma de hacer videojuego, estas 2D de toda la vida, en un escenario aparte, alejado del bullicioso mundo de las grandes producciones y, por supuesto, del triple A.

 

Ori and the Will of the Wisps  2

 

Ori and the Will of the Wisps

La secuela del fantástico Ori and the Blind Forest se aleja de esta percepción con un juego que es, a un tiempo, un blockbuster y una obra de autor. Un título en cuyos calores de producción se ve la mano de la billetera de Microsoft sin perder, por el camino, todo lo que lo hizo grande cuando aún era un desconocido. Ori and the Will of the Wisps sigue siendo la misma obra que fue en su primera entrega, pero con todo mejor dispuesto, mejor calculado, mejor pensado y con mucho más contenido. Moon Studios no ha perdido el alma al contar con mayor presupuesto. Al contrario, es todavía más íntimo, más personal, más hermoso en todos y cada uno de sus elementos. Y sigue siendo un juego redondo, potente, adictivo y delicioso lo mires por donde lo mires. 

 

Esto me da esperanzas, y muchas, para el futuro de las 2D. En un momento en el que aún padecemos los últimos ramalazos de la fiebre de la 3D con ese dogma no oficial que parece rezar que si hay pasta, es necesario que haya 3D, obras como Ori and the Will of the Wisps demuestran que se puede hacer algo en 2d realmente enorme y a tener en cuenta sin necesidad de ser indie ni de tirar en exclusiva de remakes del pasado. El paso que ha dado Moon Studios ha sido grande, y con LittleBigPlanet desaparecido del mapa vuelve a abrir la puerta a las grandes producciones en 2D con un movimiento que todos esperábamos ver con el The Last Night de Tim Soret y del que nunca más se supo. Bien por Ori. 

 

¡Nos leemos!


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