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Oda a Undertale

Feliz 5to cumpleaños
Por Brenda Giacconi

“¿Cuál es tu videojuego favorito?”

 

Considero que ésta es una de las preguntas más tramposas del mundo, tanto para el sector que nos reúne como para cualquier otro producto perteneciente a las industrias culturales. Hay decenas de respuestas que se agolpan en la mente del jugador, incapaz de dar con una solución concreta después de disfrutar tanto y de manera tan variada con todo tipo de títulos del medio. En mi caso, la espiral gira alrededor de Zelda: Majora’s Mask, NieR: Automata, Bioshock, Hollow Knight y el último, que lo observo como si fuera un diamante entre indies, Undertale.

 

Con mente fría y sin apenas conocimiento de esta experiencia, es fácil caer en el pensamiento de que la creación de Toby Fox no se puede comparar ni con los títulos que he mencionado, ni con los AAA que imperan en la actualidad. Verdaderas obras de arte que se encuentran en el repertorio de muchos usuarios cuando contestan a la pregunta anterior. Undertale, a nivel estético, no puede ponerse a la altura de esas bellezas modernas; es feo, oscuro y simple. Conformado por personajes pixelados y con pocos ‘sprites’, diálogos sencillos que en ocasiones no llevan a ninguna parte, pero a la vez son memorables, puzles demasiado previsibles y una linealidad absoluta que apenas deja libertad de elección.

 

¿O sí?

 

Pienso que este título es uno de los mayores exponentes de aquél dicho popular sobre no juzgar a un libro por su portada. Porque, una vez completadas todas sus ramas narrativas, se acaba ignorando su diseño y simpleza para dar paso a una alabanza hacia su originalidad y estructura interna. Siendo esta semana su 5to aniversario, no he podido evitar recordar aquellos elementos que lo convertían, a mi parecer, en un gran juego. Por ello, y porque creo que nunca hablaré lo suficiente de esta entrega, merece un artículo entero.

 

Flowey en Undertale

 

Toby Fox, con un estilo artístico algo peculiar para la época, nos ofreció una aventura que, a simple vista, parecía estar destinada a esa montaña de títulos independientes olvidados. No obstante, se salía tanto de esa línea invisible pero injustamente impuesta sobre cómo debería ser un videojuego que su atrevimiento ha dejado huella. Tira al usuario de su propio altar desde el que prevé todo lo que podría pasar a nivel de mecánicas y eventos de cualquier videojuego y le presenta tales ideas que éste acaba aceptando que no está ante un juego más, sino ante Undertale.

 

Nada más empezar la partida, confusos por llevar a un personaje que se ha visto transportado al mundo de los monstruos, tenemos un primer encuentro con Flowey. Esta aparentemente agradable flor se muestra inicialmente como el típico NPC prescindible cuya función se reduce a enseñarle el tutorial al protagonista, pero nada más lejos de la realidad. Flowey engaña al jugador, seguro de sí mismo y del papel que debería desempeñar la flor, y le inflige daño severo con una frase que afectará parcialmente a la actitud del usuario durante todo el juego: “In this world it’s kill or be killed”.

 

Podría hablar de muchos otros personajes que también rompen el paradigma que rige los videojuegos a través de una personalidad fácilmente identificable: la amable Toriel y su negación a matarte aun siendo el primer jefe, el despreocupado Sans como actor supuestamente secundario, el escandaloso Papyrus y su único propósito de molar y ser aceptado… Pero si me he centrado tanto en Flowey es porque hizo florecer una semilla que ya se encontraba dentro del jugador mucho antes de empezar sus andanzas en Undertale. Algo que deriva, por un lado, en una ruptura continua y tan potente de la cuarta pared que deja a algunos monstruos con un leve deja-vú, y por otro, en tres posibles rutas a tomar.

 

Batalla contra Muffet en Undertale

 

El usuario es experimentado. Tiene muchas entregas completadas a sus espaldas, sabe cómo debe actuar casi en cada género de videojuegos y una de sus bases más firmes es la de atacar en cuanto se lo permiten. La mayoría de veces, sin dudar un segundo. Undertale juega con ese pensamiento ya estandarizado a causa de otras obras y se burla de él dándole desde el principio una alternativa que pasa desapercibida. Porque, en las etapas de batalla, la lucha no es la única solución, ya que también se puede “Actuar” y “Perdonar” al enemigo; opciones que no suelen utilizarse en toda la aventura. Y es que, cuando una persona genera expectativas sobre un título, que se desarrollan a partir de opiniones externas, se deja llevar por esas emociones hasta que logra jugarlo. A partir de la primera escena, olvida todo lo que espera de ese juego y deja que sea su propia experiencia lo que hable por él. Es por ello que la frase con la que se publicitaba Undertale se olvida con tanta facilidad.

 

Toby Fox presentaba su obra como “El RPG en el que no tienes que matar a nadie”, pero esto se contrasta con el primer acercamiento con Flowey y su intento de asesinato hacia el jugador. Por ende, éste también adopta esa actitud en cuanto empieza la aventura. Pero como esto solo se trata de un comportamiento ya típico en el usuario, Undertale le presenta dos rutas alternativas para que explore sus propias decisiones: la ruta pacifista y la ruta genocida. En una, se evita la pelea charlando con el enemigo, juntando a dos soldados evidentemente enamorados o acariciando perretes. En otra, se muestra de verdad lo que significa matar a todo el que se te cruza por delante, dando lugar al nacimiento de un asesino serial extremadamente poderoso y a un final en el que el verdadero personaje sanguinario habla con el jugador y le pide su alma. Dos maneras distintas de indicar lo inculcado que tenemos el modo de proceder en los videojuegos, luchando y matando lo que queremos y perdonando la vida de algunos enemigos que nos han caído en gracia, sin tener en cuenta la dimensión de ambas alternativas.

 

Fight y Mercy en Undertale

 

Sé con certeza que hay muchos más aspectos de Undertale que me dejo en el tintero, como los detalles de otros niños que han pasado por el mundo de los monstruos, la teoría de que Sans es Nes de Mother o su increíblemente maravillosa banda sonora (por no poner más adjetivos positivos que saturen el texto). Todo ello, en conjunto, ha dado como resultado un juego que, a pesar de no contar con los gráficos más potentes de su tiempo, ha revolucionado la manera en la que vemos los videojuegos.

 

Un título indie de muy pocas personas que ha impactado fuertemente en la comunidad.

 

Una historia aparentemente sencilla que se retuerce y tumba a patadas la cuarta pared para ser memorable.

 

Una joya que, sin duda, ha cautivado a millones de jugadores.

 

En definitiva, uno de mis videojuegos favoritos.

 

Feliz cumpleaños, Undertale.


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