MotoGP como juego hardcore
Ayer asistimos a probar MotoGP 2013. Tras el abandono de los simuladores de motos por parte de Capcom, Namco Bandai y Milestone se hacen cargo de esta nueva entrega. Hay que reconocer que al entrar en la pantalla principal del título y movernos por los menús nos damos cuenta de que se trata de un título completo. Vemos que posee las licencias de los corredores y escuderías, las voces de los comentaristas originales de cada país, sin dejar de lado los circuitos.
En las diversas modalidades de juego que encontramos podemos ver reflejado ese carácter profesional que el estudio ha pretendido darle. Es en el momento de correr donde hemos hecho una reflexión sobre estos simuladores. Cuando nos adentramos en títulos basados en coches tenemos dos grupos diferenciados dentro del género. Unos juegos son más arcade y otros mas hardcore. Cuando competimos en MotoGP 2013 lo catalogamos sin pensarlo dos veces en el segundo grupo. Un menú pre-carrera nos muestra el recorrido del circuito, nos permite hablar con el equipo técnico o realizar ajustes en la moto para adecuarla a las condiciones medioambientales. Todo formando un entorno muy realista.
A la hora de conducir, rápido nos dimos cuenta de que simplemente pulsar un gatillo para acelerar y otro para frenar, no iba a ser suficiente. Es más complejo. No podemos tratarlo como un juego casual. Es de esos títulos que nos reta y nos obliga a adaptarnos a él. Sí, quizá aquellos a los que les gustan las motos y buscan llegar después del trabajo y echar una carrera se vean algo frustrados. Hay que dedicarle tiempo, aprender cómo frenar, cuánto inclinarnos y cómo esquivar al resto de pilotos.
Así que esa es cuestión. En cuanto a coches se refiere es posible hacer un juego en el que puedan darse partidas rápidas. Simplemente poner el juego, correr y quitarlo. Pero en el caso de las motos no es posible. ¿Qué vamos a hacer, crear un objeto estático que siga un rail sin posibilidad de caerse? Parecería el típico conejito de las carreras de galgos. Un juego de carreras de motos tiene que hacernos sentir frágiles, tenemos que sentir que cada curva es un peligro y cada posibilidad de roce con otro corredor puede echar por tierra toda la competición.
Sabiendo esto nos queda claro que las motos siempre deben ser un reto. Lo que hace emocionante jugar a estos juegos es saber que nuestro equilibrio no es el de un coche, que cuando manchamos nuestras ruedas con grava o hierba no nos arriesgamos a un derrape sino a una caída que nos ponga últimos. En el fondo, estos juegos a la larga son muy agradecidos. Nos estampamos mil veces contra muros, resbalamos y perdemos carreras siempre con la certeza de que somos nosotros quienes nos hemos equivocado. Cuando notamos que con el tiempo un juego nos fuerza a aprender mediante retos y vemos el resultado lo sentimos como una inversión y en motociclismo no hay otra forma de hacerlo.
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