Mi elección en el final de Persona 5
Atención, humano, este post está cargado de spoilers de Persona 5 y de dramatismo desatado. Si no has llegado al final o al contenido expandido de Persona 5 Royal, te sugiero que vayas a jugar y vuelvas aquí cuando lo hayas terminado.
Además, te recomiendo encarecidamente escuchar el tema de Maruki mientras lees esto para una experiencia más completa.
Persona 5 Royal amplía su contenido y su final con la inclusión de dos nuevos personajes: Sumire /Kasumi y Maruki-sensei. Y este último es un villano realmente fascinante precisamente por el hecho de que plantea un dilema entre nuestros compañeros: la de vivir una realidad falsa donde todos pudieran ser realmente felices.
Maruki se muestra en todo momento como un “villano” comprensivo y amable. No solo te da tiempo para reflexionar y ver realmente cómo el mundo es un lugar mejor con sus métodos, sino que no te pone demasiados impedimentos para vagar por su extenso Palacio y las distorsiones cognitivas que encontramos en el interior son con diferencia las más amables de todas. Madarame convertía a sus alumnos en cuadros; el mafioso veía a la gente como cajeros automáticos y sin ir más lejos el profesor de gimnasia tenía un castillo donde los torturaba. Pero para Maruki, las personas son pacientes que tratar con respeto, cuidar, sanar y luego liberar a un mundo similar al paraíso.
Pero, por supuesto, Joker y el imbécil de Akechi-kun no están de acuerdo con un mundo hecho a partir de mentiras y deciden hacer todo lo posible por derrotar a Maruki y volver a una realidad en la que el drama y el sufrimiento te construyan como persona. Yo, inocente de mí, intenté ser amable con el estúpido de Akechi-kun sin merecerlo y decidí, en el momento clave del juego, aceptar la falsa realidad de Maruki.
En esta realidad, Ryuji puede volver a competir y aquellas personas que murieron injustamente (el padre de Haru o la madre de Futaba) están vivitos y coleando. Su poder no vuelve atrás en el tiempo ni borra las consecuencias positivas del crecimiento personal de cada uno de los personajes, sino que simplemente rellena esos huecos emocionales creando cosas positivas alrededor.
Incluso Joker, que no tiene una familia a la que regresar, puede quedarse con Futaba y con Sojiro en la cafetería todo el tiempo que quiera.
Evidentemente, después de ver este increíble final, para el cual los chicos de Atlus prepararon hasta ilustraciones sobre la felicidad que rodea a nuestros compañeros, decidí ver el final “correcto”, aquel que me decepcionó tantísimo en su momento debido a las incoherencias que tenían. Y me pregunté ¿qué habría hecho yo en realidad?
Y la respuesta es simplemente devastadora: yo me quedo con Maruki.
El hecho de que una persona controle por completo tu realidad tiene el enorme inconveniente de que este puede corromperse y hacer contigo lo que quieras, pero ha quedado probado a lo largo del juego que Maruki es generoso, responsable y que solo busca la felicidad del resto a través de sus propias formas. La idea del control de masas a través del ocio y de la felicidad que tan famosa hizo Aldous Huxley en Un mundo feliz y que intentaron explotar en We happy few es más “pura” y menos tóxica al sustituir unas drogas que te hacen dependiente de unos químicos con un cambio en la percepción cognitiva.
Pero es que hay una cosa que Joker y Akechi-baka no tienen en cuenta dentro de su rollito moralista de “queremos ser quiénes somos de verdad”, y es el hecho de que la realidad que vivimos actualmente, tampoco es “real” del todo. Para empezar, la forma con la que percibimos las cosas está dramáticamente condicionado por el aprendizaje y la influencia externa, además del contexto social y temporal. De esta forma, un gato negro que en el bajo medievo era la encarnación de Satán, hoy en día es una mascota simplemente adorable. Los medios de comunicación y las fuentes de presión modifican continuamente las ideas de cuantos nos rodean, modificando lo que consideramos “verdades objetivas” o “realidad”.
Es más, recientemente un laboratorio ha demostrado siguiendo los principios de la física cuántica, que la realidad no existe. Siguiendo el método cartesiano, si empezamos a dudar de todo lo que nos rodea nos quedaremos rápidamente rodeados de la nada más absoluta. Desde un punto de vista tan cínico, sabiendo que nuestra cognición a menudo está modificada por traumas del pasado (especialmente teniendo en cuenta que la gran pandemia del S.XXI es la depresión, no el coronavirus como se cree), generados por distorsiones de cognición sobre nuestra vida, los objetivos que se supone que debíamos haber alcanzado por imposición social o incluso nuestro propio cuerpo, la alternativa de Maruki es una forma magnífica de arrancar el problema de base.
Un problema generado por una sociedad que critica abiertamente a cualquiera que sea diferente, donde las redes sociales se llenan de gente que defiende grandes ideas de tolerancia que luego no practican, donde te dicen que si no consigues ser la mujer perfecta, con el trabajo perfecto y el cuerpo perfecto entonces eres merecedora de todas las desgracias que te pasen. Una sociedad que, por mucho que se esfuerce en arreglarse a sí misma, sigue llena de políticos corruptos que fomentan la violencia para conseguir escaños, de gente miserable que se aprovecha de la buena voluntad de otros y de una cantidad ingente de suicidios silenciados en los medios.
Así que… ¿cuál es la pega de la realidad de Maruki? ¿Que tendrás que renunciar a unos sueños que ni siquiera recuerdas haber tenido? ¿Que de vez en cuando algo te parecerá “raro” en tu vida? Es un pequeño precio a pagar, sin duda.
Mi elección está clara. Y por cómo se curraron el final los chicos de Atlus, creo que la suya también.
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