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Lo que significa la nieve para Hidetaka Miyazaki en Dark Souls y Sekiro

Terror y salto de fe
Por Adrián Suárez Mouriño

La nieve es uno de los elementos más característicos de Dark Souls y de la obra de Miyazaki. El frío es sinónimo de Velka, del pecado, de lo humano y de la traición. La nieve está en el interior de los cuadros pintados que son cárceles en realidad para aquellos que se enfrentaron a lo divino, para los que perdieron la guía de la luz y se opusieron ser gobernados. De aquellos que tienen miedo.

 

Lo interesante del tema es saber por qué a Miyazaki le apasiona este efecto meteorológico. Un día, Hidetaka iba conduciendo su coche por la carretera tan tranquilo. De pronto, se le vino encima una tormenta de nieve. Sin poder ver lo que tenía delante, resbaló y se cayó por una cuneta que no vio venir. Abrió la puerta y, al salir del vehículo, se encontró sorprendido cómo un grupo de conductores habían ido a socorrerlo.

 

Todos juntos, sin mediar palabra, sin conocerse, le ayudaron a volver a la carretera. Hidetaka Miyazaki pudo regresar a su casa. En el camino de vuelta pensó para sí mismo que lo que había ocurrido era hermoso. No volvería a cruzarse nunca más con los que le ayudaron ni ellos con él, pero sin su ayuda anónima jamás habría podido llegar sano y salvo.

 

 

Esa experiencia, recogida en una entrevista realizada hace unos años para Eurogamer, explica muchas cosas de Dark Souls: las caídas tontas, las invasiones y ayudas sin conocer quién nos ataca o nos auxilia y los mensajes que dejamos en el suelo, pero también los misterios terribles que cubre la nieve al tapar nuestro campo de visión.

 

Miyazaki sintió miedo por no poder ver qué había al otro lado de la ventisca, y ese miedo, ese terror es el que siempre está al otro lado de sus parajes nevados, ¿o qué es sino puro terror el gorila albino que quiere liquidarnos en Sekiro? Ese grupo de personas que se ayudan entre sí está también representado por los Farron Followers en el DLC del Mundo Pintado de Ariamis, también por la manada de lobos blancos que nos atacan camuflando su piel en la nieve, como si ellos mismos fueran la propia tormenta.

 

Es por ello también muy simbólico la manera que tenemos de salir del cuadro lleno de nieve del Dark Souls original: mediante un salto de fe, dejándonos caer como confiando en que todo salga bien y podamos regresar a nuestro hogar a salvo.

 

Es curioso de dónde le vienen las ideas a los desarrolladores para crear sus mundos.


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