Jugar con sueño y soñar jugando

Soñar y jugar... o jugar soñando. ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en la tormentosa relación entre los videojuegos y eso que llaman dormir? Servidor ha sido tantas veces testigo de lo mucho que influye una cosa en la otra que bien merece la pena reseñar alguna de estas historias. Algo que vaya más allá de esas pesadillas veraniegas en las que no paraba de ver tetriminos encajándose unos con otros; cosa de llevarme un mes en la playa con la única compañía videojueguil de una Gameboy y su correspondiente Tetris.

Para empezar, y siguiendo con las estrambóticas pesadillas, de vez en cuando sueño con que llega a mis manos el juego ideal o la máquina perfecta... Diréis que algo así no es una pesadilla, pero demonios, ¡se torna especialmente fatídico cuando te despiertas y ves el hype de la realidad! Por su parte, el boss Alejandro sueña con casi todo juego que le apasione -como le pasa en estos últimos días con Persona 4-; Diego Emegé recuerda de entre los abrazos de Morfeo una habitación de Tomb Raider de la que no podía salir, pesadillas a tutiplén con Nemesis (el de Resident Evil 3) y mogollón de puzzles infinitos surgidos de cuando le da caña al género; mientras que el bueno de Víctor Junquera, con 41 de fiebre, 'jugaba' a Heavy Rain fastidiadísimo porque fallaba una y otra vez con los QTEs, con el consecuente fallecimiento de gente... lo sufría, a pesar de que ni tenía mando ni estaba jugando.

Luego está lo otro, lo de jugar con sueño. Estoy convencido de que no me equivoco si afirmo que en ese estado jugamos bastante, sobre todo teniendo en cuenta que nos solemos quitar horas de dormir para echar alguna que otra partidilla. Y en lo que a mí se refiere, no sé qué me pasa que, estando muerto de sueño, juego mejor que nunca. Algo parecido me ocurría en el pasado cuando redactaba artículos prácticamente con los ojos cerrados, pensando al día siguiente que había escrito ponzoña pura y, para sorpresa mía, me encontraba con multitud de halagos hacia mi trabajo. Pues con el pad en la mano tres cuartos de lo mismo; además de que si el juego es exigente -tipo matamarcianos de los de antes- más eficiente se vuelven mis movimientos y acciones. Creo que el nivel de concentración con respecto al exterior se minimiza hasta el punto de que lo poco que me queda de consciencia se enfoca totalmente en la pantalla... ¡conjeturo!

Sin embargo, en este sentido recuerdo una de las cosas con las que más me he reído delante de una consola. La víctima en cuestión de esta anécdota es mi hermana, otra videojugadora que no ha dejado de darle a los bits desde los años ochenta. Era bien tarde, pero decidió enseñarnos cómo llevaba Silent Hill 3, encendiendo para ello su PlayStation 2 y poniéndose a jugar. Iba progresando, acabando con enemigos y tal hasta que, de golpe y porrazo, vemos cómo Heather, la protagonista del juego, se dirige hacia una pared y se pone a caminar frente a ella. O sea, topándose frente al muro sin dejar de andar. Y los allí presentes estuvimos algo más de un instante mirando la pantalla estupefactos, hasta que, viendo que seguía así, dirigimos la mirada hacia mi hermana, comprobando cómo se había quedado absolutamente KO mientras pulsaba arriba con el stick.

Estoy seguro de que a vosotros os habrán pasado cosas del estilo... ¡queremos saberlas! Aunque sean cosas random al estilo Tonichan, que había soñado ayer mismo que en Carrefour llevaban a cabo un campeonato de aguas minerales (¿?), llegando a la final una marca de esas caras y el agua del TPH Club, el programa infantil de La 2. En sus propias palabras: «me he levantado muy rallado pensando cómo hacer una noticia para MundoGamers sobre ello; al rato he caído que era un sueño y que Alex jamás me dejaría hablar de aguas minerales».