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Hasta dónde podemos perdonar a un videojuego

Problemas técnicos, material recortado y demás
Por Julián Plaza

The Last Guardian tiene caídas de frames que en ocasiones rondan la veintena por segundo. El control del protagonista es impreciso. El Final Fantasy XV que ha llegado a nuestras manos puede que solo haya estado tres años en desarrollo. Hay problemas con su historia, que recibirá parches con nuevas secuencias para explicarla mejor. La cámara en entornos cerrados es un caos en tanto en uno como en el otro pero, a pesar de lo dicho, me han encantado. A mí y a muchos otros. Todavía no sé si eso es bueno.


Digo que no lo sé porque, hasta no hace tanto, en Japón eran muy cuidadosos con los estrenos gordos, pero ahora cierran 2016 con dos grandes juegos que tienen fallos solventables con más horas de oficina -algo paradójico, si tenemos en cuenta que puede que sean los que sustentan dicho récord- pero que, repito, son grandes juegos. En 2015 le eché cien horas a un Metal Gear que recortó un episodio y vete a saber qué más, ahora que sabemos que Kojima pasó sus últimos seis meses apartado del equipo de desarrollo. Sin embargo entro en mi perfil y veo tres cifras de tiempo invertido. No sé si estoy siendo justo hablando mal de The Phantom Pain. Lo que sí sé, es que no quiero otro juego así.


Final

Siempre le pesará este capítulo, por bueno que sea

 

También soy de los que piensa que hay que juzgar el producto final. Si mi experiencia con No Man’s Sky estuvo bien no debería hacer sangre con lo que se dijo que iba a tener y no tuvo; me perdí por el universo, me sentí más pequeño que nunca y me despedí de planetas que todavía recuerdo. Pero tampoco puedo olvidar los titulares de agosto y septiembre. Lo que más temo es que si somos capaces de disfrutar de juegos que no terminan de ser lo que se quería estemos sentando escuela. Si las compañías se van a dormir con buenas cifras de ventas e incluso con buenos análisis, son las últimas en percibir el problema. Aunque lo hay, ¿no?


Mirad los parches. Su problemática puntual es una realidad que tenemos asumida, porque también existen para mejorar y dar estabilidad a un videojuego que lleva tiempo estrenado; son algo bueno. Pero también tenemos a los que luego son noticia porque pesan varios GB y huele a que vienen a corregir un juego que no está listo, no para jugarse en condiciones con lo que viene en la caja. Parecen un mal necesario ante la dinámica de una industria que no sabe ir más lenta. Hemos visto hasta juegos que son retirados de tiendas digitales por su pésima calidad, por mucho que Itagaki diga que la prensa no le entiende. Evidentemente son casos incomparables a Final Fantasy XV, The Last Guardian o Metal Gear V: The Phantom Pain, pero todos ellos ejemplifican que las cosas no se hacen tan bien como antaño.


ffxv

¿Habrá salido bien de milagro?

 

Termino trasladándoos la pregunta: ¿hasta dónde podéis perdonar un videojuego? Aquí incluyo desde las pequeñeces con The Last Guardian hasta las políticas de DLC’s más agresivas. Yo de mientras seguiré comiéndome la cabeza, porque mi aventura con Trico ha sido única, mis trayectos con el Regalia acumulan un álbum de fotos y mis horas en la Mother Base hablan por sí solas. Si un juego puede tener un diez a pese a presentar puntos flacos técnicos tengo la impresión de que vamos por el buen camino, porque nos importa algo más que los estándares de calidad y sus teraflops. Solo espero que no nos tomen por benévolos.


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