Gough y la pena que sufren los gigantes desde Dark Souls a Dark Souls III
La historia de la raza de los gigantes es una de las más tristes de toda la franquicia, incluyendo la maravillosamente trágica de Dark Souls II. En el primero nos encontramos a dos gigantes: al herrero de Anor Londo y a Gough Ojo de Halcón, uno de los cuatro paladines de Gwyn. Juguéis al juego que juguéis de la serie, siempre que os encontréis con un gigante encontraréis puntos en común. Estos seres son más inteligentes y sensibles de lo que les conviene (en su mayoría), tanto que el mundo siempre se ha aprovechado de ellos.
Vendrick arrasa su tierra y los saquea en Dark Souls II. En Dark Souls III no corren mejor suerte, pues aparecen esclavizados. Yhorm tampoco tiene una historia agradable que contarnos. Su pueblo le odia y ha perdido a su mejor amigo. Sin embargo, pese a este destino, los gigantes no son realmente hostiles. Cuando llegamos al gigante de la torre de Dark Souls III, que tanto recuerda a Gough, se hace amigo nuestro al instante. Cuando hablamos con el de verdad en el DLC del juego original, descubrimos que sus ojos fueron cubiertos de resina por quienes le temían, torturado y maltratado pese a ser uno de los elegidos del gran Gwyn. Por puro miedo.
Pero Gough no guarda resentimiento y cuando los titanes de Dark Souls II mueren se transforman en árboles, usan los sueños y los recuerdos para revivir sus grandes momentos. Son criaturas mágicas. Yhorm, el gran rey de la ceniza se sacrifica por todos los que viven en la capital profanada, y tampoco desea venganza.
Centrándonos en Gough Ojo de Halcón, es uno de los guerreros más poderosos de los cuatro de Gwyn, su ejército formado por Artorias, Ciaran y Ornstein, de los que hablaremos otro día. Gough era capaz de acertar y matar con una de sus flechas a un dragón, por lo que era muy valorado por su señor.
En este punto, es importante conocer las distintas edades del mundo de Dark Souls. La Era del Fuego es la que vivimos en los sucesos del juego, pero antes de eso estaba la Edad Antigua. Esta estaba habitada por dragones, pero no penséis que eran monstruos sin cerebro, al contrario, eran de un intelecto superior y muy poderosos. Cuando hablamos de Sombrero Grande Logan, uno de los más grandes hechiceros de entre los humanos, dijimos que admiraba las investigaciones de Seath el Descamado, un dragón. Esto nos vale para saber que estos monstruos alados contaban con más conocimiento que cualquier persona.
Sin embargo, con el despertar de la primera llama, Gwyn reclamó su poder y comenzó la lucha contra los dragones. Fueron aniquilados, muchos de ellos fueron despachados por Gough. Cuando hablamos con él en Oolacile descubrimos que esta guerra fue trágica. Ganaron Gwyn y los suyos pero a un coste de vidas de su ejército demasiado elevado. En las palabras del gigante entendemos también que Ojo de Halcón, tras pensarlo, interpretó aquella batalla como un asesinato, porque los dragones solo se resistían a ser masacrados, ellos no querían pelear, solo Gwyn.
Con los dragones eliminados, la otra criatura mitológica del mundo de Dark Souls que queda son los gigantes. Si repasamos la historia del juego, lo que hemos hecho en los primeros párrafos de este artículo, comprendemos que Miyazaki y su equipo nos hablan de unos humanos y dioses empeñados en asesinar todo lo que no sea como ellos. A Gough lo cegaron, lo encerraron en la torre y lo repudiaron, ¿y qué hizo él? Los gigantes, como digo, son de una sensibilidad distinta a la nuestra. En lugar de odiar a sus captores, aprendió a disparar con sumo acierto incluso sin ojos y se castiga a sí mismo por lo que ha hecho.
¿Qué nos dice con eso Dark Souls de la raza humana, de aquellos tan estúpidos que crearon la cruel iglesia de Thorolund? A través de los ojos de los gigantes se puede obtener una lectura humanista, ecológica y que, de nuevo, nos advierte que los humanos somos unos racistas cabrones.
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