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Furi para Nintendo Switch es una segunda oportunidad para un juego magnífico

La elegancia del duelo
Por Julián Plaza

Se estrenó a mediados de 2016, el año que recibimos indies como The Witness, No Man’s Sky, Firewatch, SuperHOT, Stardew Valley o Hyper Light Drifter. Quizás coincidir con este último, por similitudes, fue lo que más le afectó, pero lo cierto es que Furi fue un indie bastante eclipsado hace poco más de un año. Por cantidad y otras razones no convenció, incluso en esta casa le dimos poco más de un seis.

 

Sin embargo el tiempo, a veces, da segundas oportunidades. Como la opinión de la crítica influye (o eso creo, de otro modo no estaríamos aquí), no me atreví a adentrarme en él en su momento. No ha sido hasta la llegada de Nintendo Switch, una máquina que está empezando a adoptar la labor del reencuentro, cuando finalmente he dicho que esos casi veinte euros eran un riesgo a asumir en el caso de que el juego no fuese nada del otro mundo. Por suerte no es así.

 

Furi 

Esquivando lo imposible


Quizás hubiese opinado lo mismo que Álex hace dos julios, pero Furi ha llegado a mí -o he esperado a llegar a él- en el momento exacto para que me guste. Parece una tontería, pero a veces esto influye más de lo que uno cree. Esta vez vengo con los reflejos entrenados para un un hack’n slash tras terminar Nier: Automata hace apenas un mes, y además aquí la oferta es un 90% acción, por lo que es entrar e ir por faena. La historia es algo que mi amigo y compañero de redacción le achacó en su momento, pero en mi caso la entiendo como un complemento que solo corre el riesgo de no sumar, porque nunca resta.

 

Para que me entendáis, el juego se entiende como un boss rush donde entre cada combate hay un interludio, un momento de preparación que intenta preparar el siguiente clímax. En él hay un narrador presente, un compañero de viaje, alguien que da pinceladas sobre nuestra relación con el siguiente enemigo mientras caminamos hasta el próximo terreno de lucha. No dice mucho, pero si os dejáis llevar por las vistas, el acompañamiento sonoro (brutal en los combates) y el botón para caminar automáticamente os lo podréis tomar como un instante de relajación hasta el próximo reto frenético. No es baladí, teniendo en cuenta que cada lucha suele alcanzar el cuarto de hora.

 

Furi 

El tedio de estas partes le pesó

 

A esto hay que sumarle un sistema de juego que exige práctica, controlar el timing y que también se adapta a varios perfiles. Siendo conservadores, mediante la observación, disfrutaréis de unos combates largos pero satisfactorios si salís victoriosos, mientras que si optáis por la agresividad, preparáos para un festival de parries y de esquivas locas que pocos indies saben ofrecer, no así de bien. Furi es difícil, exige niveles de concentración altos y cada reto dura lo suyo, pero por eso mismo consigue que sus enemigos sean recordados; en esto hay una regla que no suele fallar: si te acuerdas de los jefes, el juego es bueno.

 

Por último, me gustaría resaltar el interesante sistema de vida de la obra de The Game Bakers. Tenemos tres barras de vida frente a las cinco o seis de cada enemigo. Cada vez que perdemos una, se reinician ambas; cada vez que quitamos una al enemigo, ganamos la que hayamos perdido pero este cambia sus patrones, siendo más peligroso. Esto hace que podamos llegar a perder varias veces sin que suponga una derrota, estableciéndose puntos de control artificiales que son, en realidad, segundas oportunidades, vidas hasta el fin de partida. En resumen, si no os llamó Furi en su momento, ahora que llega a Switch -plataforma a la que se adapta perfectamente por su formato- podríais darle una oportunidad. Si os gusta su género, no decepciona.


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