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El placer de dar un paseo por el Blood and Wine de Witcher 3

Zelda... ¿qué vas a hacer ahora?
Por Rafa del Río

Lo reconozco, una de las cosas que más me impresionó del anuncio del nuevo The Legend of Zelda de WiiU y NX fue lo preciosista y naive de sus entornos, con un colorido impresionante, con aspecto de estar pintado a mano y ese tono de acuarelas densas, poco aguadas, que hicieron que mientras muchos se emocionaban con la batalla y el puente ardiendo yo me ilusionara, tan solo, con el entorno.

 

Ahora ha salido Blood & Wine -para ser exactos salió hace unas semanas- y tras jugar unas buenas horas a sus misiones y gestas con ese aire a Don Quijote, cuento de Grimm y viejos libros de caballería, sólo puedo ser consciente de lo tremendamente genial de un entorno tan impresionante que hace que dar un simple paseo por sus bosques, viñedos y calles sea toda una maldita experiencia de regocijo.

 

 

Si Stendall levantara la cabeza

CD Projekt RED ya ha demostrado tener una amplia cultura pictórica, y parecen haber hecho uso de todos y cada uno de sus conocimientos de pintura para mezclar escuelas con un resultado impresionista que no renuncia al naive ni al realismo de las pinturas rupestres con un resultado que hace que, como comentaba el otro día Gandalflin, cada rincon por el que camines en Toussaint parezca enmarcado en un fabuloso cuadro que ninguno dudaría en poner sobre la chimenea o junto la zona de juegos. 

 

Toussaint es precioso, y su fauna y gentes están pensados a juego en un reino de verano en el que no faltan las aldeas pintadas de vivos colores, las bodegas con sabor a añejo, las mansiones élficas, los viñedos en tiempo de cosecha y una mezcla de fauna en la que no faltan los faisanes ni los pavos reales. 

 

Pasear por Toussaint es pasear por la vieja Castilla-La Mancha de Miguel de Cervantes con los molinos al fondo y los avisos en los tablones de anuncios: 'señores caballeros, dejen de atacara alos molinos de viento'. Es pasear por Jerez, o por Valdepeñas, o cruzar la meseta por carreteras comarcales. Pasear por Toussaint es visitar el México de Los Siete Magníficos en un giro a su original, Los Siete Samuráis y un pueblo que coloca carteles de 'se busca' y por primera vez nos trata como salvadores y no como a malditos mutantes de mierda. Pasear por Toussaint es pasear por la campiña francesa, por La Toscana italiana, con una capital de calles empinadas y retorcidas que no deja de recordar a Mont Saint Michel en una mezcla de culturas, arquitecturas y estilos que hacen que tan sólo pasear sea un buen ejercicio de jugabilidad. 

 

 

Colores, luces y sombras

El uso de los colores, de las luces y las sombras, del momento del día y los fenómenos atmosféricos es, simplemente, perfecto, con un resultado que va más allá de esos ríos del más puro azul turquesa y esas flores de mil y un colores para dar como resultado un cuadro en movimiento, un entorno maravilloso y fantástico que roza lo que para muchos es cotidiano para entroncar con la dureza de algunas de sus misiones dando como resultado esa dualidad entre lo bello y lo horrible que hace que jugar sea una auténtica delicia. 

 

Por si fuera poco, en CD Projekt RED han tenido claro que este caminar por su Toussaint debía ser algo más que un simple decisión del jugador, y en el desarrollo de sus misiones han elegido una inteligente forma de colocar los marcadores para que no dejemos de ser consciente del mimo y el cuidado que han puesto en el diseño de este nuevo mundo plagado de nuevas gentes, nuevas bestias, nuevos enemigos y, lo mejor, unas nuevas formas que chocan frontalmente con el cinismo natural de geralt. 

 

Junto a esto, las misiones nos obligan a contemplar la belleza del mundo que nos rodea salvando a una pantera o hechizando a los pavos reales para verlos bailar con su plumaje extendido para, acto después, enfrentarnos a un cienpiés gigante dando el salto de la blleza a lo repulsivo sin perder el ritmo del colorido que nos rodea. 

 

 

No es un Walking Simulator, pero podría serlo. 

Siempre he sido un firme defensor de jugaro con el juego y no jugar al juego, y por mucho que Blood and Wine tenga un mundo interesantísimo y unas misiones geniales para divertirnos y pasar un buen rasto manejando las espadas de Geralt, el simple pasear escuchando las conversaciones ajenas y admirando el día a día de las gentes de Toussaint ya es más que suficiente de por sí para considerar plena la experiencia. 

 

Y lo mejor de todo esto es la naturalidad con la que CD Projekt ha logrado introducir la belleza de todo un ducado y sus gentes sin alterar la experiencia de juego 'central', que sigue siendo explendida y sigue haciéndonos pensar que estamos ante un nuevo Witcher, uno más pulido, más hermoso, menos horrible, mejor...

 

Disfruté con Hearts of Stone por la forma que tenía de cambiar el concepto de juego, y ahora estoy disfrutando de Blood and Wine por lo explendido de su puesta en escena y por los bellos sueños que tengo tras pasear un rato por sus campiñas y pueblos antes de ir a dormir. La única sombra de toda esta magnificencia no son los vampiros, los necrófagos ni los bandidos. La única sombra es pensar que con esto se acabó Witcher, y que no volveremos a tener CD Projekt RED hasta que no saquen Cyberpunk: 2077 dentro de, mínimo, un par de años


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