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El esfuerzo que hay que hacer para jugar a Tokyo Mirage Sessions FE Encore es el mismo que a FFX-2

Idols, ¡Idols por todas partes!
Por Adrián Suárez Mouriño

Sé lo que estáis pensando, amantes de los JRPG poseedores de una Switch. No sabéis si comprar o no Tokyo Mirage Sessions FE Encore. Por una parte, estáis locos por jugarlo, y es normal. Detrás de la producción está Atlus y su sistema de combate y de exploración de mazmorras heredero directo de los Persona, del 4 para ser más exactos.

 

Además, y como hace Atlus siempre que hace spin-off, le añade variantes originales y que funcionan muy bien para que merezca la pena jugar al juego. Tokyo Mirage Sessions FE Encore tiene un conveniente diseño de mazmorras, itnrincadas y con caminos bien diseñados, tanto, que recuerdan a veces a otro de los spin-off que más se celebran de Persona: los Q, que a su vez tienen a Etrian Odyssey en su ADN.

 

Sin embargo, aquí viene lo malo y el motivo por el que os da grimilla haceros con él: os recuerda demasiado a lo que pasó con Final Fantasy X-2. Lo cierto es que no vais muy desencaminados. Hay muchos puntos en común entre ambos juegos.

 

 

Tanto Tokyo Mirage Sessions FE Encore como Final Fantasy X-2 son excelentes juegos de rol en lo que compete a sus combates, exploración y ritmo, pero tienen un gran pero: todo el rollo de las idols, la música, el karaoke, los micrófonos y la presentación edulcorada y rara. Este juego tiene mucho de eso, hay disfraces, hay fantasía basada en el universo de las cantantes de pop adolescentes japonesas, y eso dirige la ficción. Como con el juego de Square-Enix, hay que hacer de tripas corazón y aprender a digerirla para llegar a lo bueno. Al final se le coge cariño, también os lo digo.

 

Porque como ocurre con Final Fantasy X-2, si dices: ‘venga, vale. Acepto idol como forma de vida’, acabarás accediendo a un videojuego de rol japonés que merece mucho la pena, ¿y por qué? Pues porque sus sistemas están muy, muy, muy conseguidos.

 

La trama es flojilla, su universo no sabe aprovechar bien lo carnavalesco que propone y se acaba quedando en una olvidable y gruesa capa de pintura que confunde más que motivar. Pero todo mejora cuando hay que pelear, realizar gestiones y explorar mazmorras. Aquí volvemos a encontrarnos con el sistema de habilidades y debilidades de Persona, con el crecimiento de sus personajes y con una traducción de los propios Persona a otras criaturas. Y todo funciona a la perfección, tanto que acaba dándole sentido a la parte más cuestionable del título.

 

La exploración de las mazmorras sabe mezclar las casillas y lo intrincado de Etrian Odyssey (salvando las diferencias) con las mazmorras de Persona 4, mientras que al combatir y crecer tenemos todo el buen hacer de Atlus, ¿y cuál es el resultado? Un videojuego estupendo si, como he dicho, aprendes a digerir sus canalillos, trajes chillones, artistas pop y adolescentes con ganas de cantar.

 

Yo ahora lo estoy jugando a Switch y me está gustando. ¿Mi consejo? Si os gustaron los Persona, a por él.


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