Divertirse ignorando las reglas
Un profesor de la universidad dijo una vez que el ser humano es un animal que resuelve problemas. Es una afirmación que comparto y profeso, una que define la base de muchos videojuegos. Plantean un problema y el jugador lo resuelve. Puede ser matar a alguien, puede ser saltar un obstáculo, puede ser encajar un puzle, pero la mayoría de títulos se contextualizan desde el desafío, pero uno organizado. Plantean un sistema, te dan unas mecánicas para interactuar con ese mismo sistema y te sueltan en el mundo para que sobrevivas como malamente puedas. Y la mayoría seguimos estas directrices; al fin y al cabo el propio videojuego no suele darnos a entender que hay otra forma de ver la vida. Incluso los juegos abiertos como la saga The Elder Scrolls acaban siendo mapas colosales en los que seleccionar qué hacer a continuación. Todo son tareas: ve aquí, haz esto, entrega esto otro. Es algo que aceptamos. Si no ¿para qué estamos aquí?
Pero siempre hay otra forma. Siempre hay alguien que ve la vida de manera distinta, alguien que no piensa “¿por qué?” sino “¿por qué no?”. Estos son los genios que inventan el desafío Nuzlocke o que hacen cosas como subir hasta el nivel 90 en World of Warcraft sin salir del área inicial de los pandaren. Anthony Burch, guionista de Borderlands 2 y cocreador de Hey Ash! Watcha Playin’?, tiene un Tumblr dedicado a este tipo de jugadores, aquellos que buscan nuevas formas de disfrutar de los videojuegos y que inventan nuevos estilos. La belleza de este tipo de mentalidades es que pueden añadir mucha profundidad a prácticamente cualquier videojuego. Hay gente que ha hecho campañas en Oblivion sin matar a una sola persona, por ejemplo, y el relato de cómo Yahtzee sobrevivió a los primeros días de Fallout: New Vegas es una inspiración para jugar con el juego en lugar de a el juego. Trastocar las reglas o imponer nuevos desafíos a un videojuego es algo que puede dar lugar a grandes historias y, tal y como demuestra una campaña del desafío Nuzlocke, puede enseñar nuevas facetas que quizá hubieras ignorado del juego.
Pero, además, es una forma de mantener la creatividad en marcha y, sobre todo, aprovecharse de la condición única de los videojuegos. Para cualquier otro arte hay que recurrir a fanfiction o fanart si se quiere dar lugar a una expresión personal, pero los videojuegos son espacios interactivos que ponen al jugador como protagonista y agente con influencia sobre su universo. Todos sabemos cómo es jugar a The Walking Dead ¿pero cómo sería todo si Lee no dijese una sola palabra y se pasara toda la historia en silencio? ¿Cómo reaccionaría la gente? DayZ es un juego que ofrece constantemente nuevas historias de jugadores que deciden afrontar desde perspectivas únicas su sesión de juego: ya que estamos, vamos a pasárnoslo bien.
Siempre he encontrado un cierto placer en vídeos como los “trolleos” en Battlefield 3 o DouchebagChocolat haciendo el imbécil con Trevor porque muestra a gente que lo único que quiere hacer es jugar y compartir su visión única de la diversión con el resto del mundo. Son inspiradores, invitan a volver y revisar aquellos títulos que creías haber consumido por completo. Sé que en cuanto salga GTA V para PC me lo compraré y empezaré a hacer el idiota con su universo, porque es algo que nunca me he permitido. Siempre proceso los videojuegos como haría una película o un libro: una historia a completar, una experiencia a vivir. Avanzo, termino y rara vez vuelvo. Pero gente como la que muestra Anthony Burch me hacen sentir ganas de jugar, disfrutar de los espacios que nos proporcionan estas obras y ponerme creativo probando los límites.
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