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De la gloria al ostracismo...

Rastan Saga
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Mientras que el mundo del videojuego ha ofrecido a lo largo de sus todavía escasos años de existencia, sabiendo revitalizarse obra tras obra, han sabido hacerse un hueco entre los nombres propios sitos en nuestra cultura -como buenos ejemplos pueden ser Lara Croft, Sonic, Solid Snake o Mario y toda su tropa-, otros tantos han ido demostrando a lo largo de la presente generación un potencial más que susceptible de hacer lo propio, de alargar su estela en algo más que en una serie de juegos-franquicia. Ahí tenemos protagonistas como Nathan Drake, Ezio Auditore o Marcus Fenix.

 

No obstante, si nos perdemos en las turbias aguas del tiempo podemos encontrarnos con toda una pléyade de estrellas del ocio electrónico que antaño brillaron con luz propia, protagonizando no pocas maravillas del entretenimiento a la par que se hacían con las siempre anheladas portadas de las publicaciones impresas del medio. Personajes que, a la usanza de Macaulay Culkin o el niño de Terminator 2, han terminado desapareciendo del mapa, agachando la cabeza en el feo limbo del olvido incapaces de atisbar la gloria de unos viejos tiempos que ni de lejos prometían un futuro incierto.

 

Bubsy

 

Como si de una serialización de entradas se tratara, pretendo haceros llegar todas las semanas un pequeño repaso por algunos de estos entes otrora iluminados por el toque del éxito. Debo reconocer que, encantándome escarbar en el pasado, se me hace especialmente triste comprobar el destino de decenas y decenas de series que hoy día gozan del más absoluto de los desprecios por parte de sus productoras, lejos del mimo ofrecido por unas compañías que décadas atrás parecían querer dedicarles lo mejor de sus oficinas.

 

Uno de estos personajes es Rastan, el bárbaro de Taito. Nacido en 1987 a la sombra del gran Conan (que estaba muy de moda por aquellos entonces gracias al film de Millius protagonizado por Schwarzenegger), Rastan Saga proponía dentro de sus circuitos arcade la historia de un salvaje guerrero que llegaría a ser rey (oh, casualidad), y cuya básica mecánica de avanzar, saltar y pegar se convertiría en un auténtico éxito gracias a su equilibrada jugabilidad y al excelente plantel tecnológico, donde destacaba sobremanera una descomunal banda sonora. Su más que atractiva mecánica hizo que Rastan fuera un título que acaparaba las miradas de propios y extraños, recaudando de lo lindo. No era pues de extrañar que tuviera conversiones para Masters System, Game Gear, MSX2, DOS y una impresionante traslación para Apple II GS, amén de aquellas que convirtiera Imagine para Spectrum, Amstrad CPC y Commodore 64.

 

 

Como no podría ser de otra manera, tan importante éxito propició el que Taito le dedicara en 1989 una secuela: Rastan Saga II (conocida fuera de Japón como Nastar o Nastar Warrior). Extrañamente, el equipo de desarrollo cambió sobremanera de un juego a otro, siendo especialmente reseñable en lo que era el aspecto visual del nuevo arcade, con grandes sprites pero horriblemente animados y peor diseñados. Su factor lúdico no estaba mal, del mismo modo que la banda sonora de Zuntata seguía siendo maravillosa, pero el feo acabado gráfico terminaba de echar por tierra cualquier atisbo de encontrarnos con algo bueno en este arcade. Tuvo conversiones domésticas a Megadrive y PC Engine, ambas bastante cercanas al código original.

 

Finalmente, Rastan tuvo una nueva oportunidad en 1991 con Warrior Blade: Rastan Saga Episode III. Llamaba la atención por desarrollar la acción a través de dos pantallas, otorgando un espectáculo digno de mención allá donde se expusiera tal cual. Por lo demás, esta tercera iteración era un brawler convencional al más puro estilo Golden Axe... pero ciertamente hermoso. Sus definidísimos gráficos, la siniestra ambientación y la genial banda sonora redondeaban un título que apenas cosechó éxito en los recreativos más allá de sus primeras semanas de exposición. Se entiende pues el que Taito decidiera no trasladar el juego a consola alguna, temiendo un varapalo del estilo.

 

 

Por lo demás, el personaje Rastan solo se asomó a modo de cameo en el Champion Wrestler de la misma Taito (1989), haciendo las veces del guerrero Miracle Rastan. Por lo demás, y salvo el homenaje que Saffire le dedicara en su Warrior Blade para PS2 y Gamecube, la estela del bárbaro más bárbaro del mundo del videojuego se apagó antes de que los polígonos se pusieran de moda en el ocio electrónico. Al contrario que con Darius o los ladrillos de Arkanoid, Taito decidió que lo mejor que se podía hacer con Rastan era guardarlo en la nevera de las viejas glorias... quizás a la espera de que una arrebatadora y fresca idea lo rescate del olvido y enarbole la revolucionaria bandera que desean levantar todos aquellos personajes veteranos y antaño queridos por aquellos que tenemos canas y seguimos agarrando el pad tal y como lo hacíamos hace décadas. ¡Suerte!


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