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Algo se pudre dentro del videojuego AAA

Editores que no juegan se unen a la alargada sombra de Metacritic
Por Jaume Esteve Gutiérrez

La aparición de dos excelentes textos en Kotaku revela lo que muchos ya sabemos, o sospechamos: que los ejecutivos de las grandes ideas no tienen ni pajolera idea en esto del videojuego y que se fían, en exceso, de Metacritic. Las lecturas, en inglés, son obligatorias para todo aquel que quiera conocer bien cómo se mueven los hilos entre estudios y editores y dibuja un panorama ciertamente desolador en el que, aseguran, el estudio prácticamente no toma ninguna decisión a la hora de diseñar un juego.

 

Las conclusiones son terroríficas y hay algunas explicaciones que demuestran a la perfección que en ocasiones, hay ejecutivos que saben menos de videojuegos que los usuarios a los que se los venden. Un par de ejemplos esclarecedores: el primero llega cuando al editor de turno, con el juego a medio desarrollo, le da por añadir novedades. Cambia una mecánica aquí, introduce otra allí... El resultado es un desastre de proporciones cuánticas porque el videojuego, a diferencia del cine, no se construye en una sala de montaje. Se basa en unas mecánicas a las que hay que ser fiel desde el principio y que no se pueden cambiar sobre la marcha.

 

Aliens: Colonial Marines es un caso de manual de malas deciciones tomadas desde el minuto uno.

 

De esta manera no es de extrañar que nos topemos en un contexto como el actual, sobresaturado de AAA, donde los costes de desarrollo se disparan pero el mercado no es capaz de absorber tanto bombazo porque, sencillamente, hay demasiados. Y no acaba ahí la cosa, ya que con ejecutivos incapaces de tocar un mando para entender qué funciona y qué no en sus propios desarrollos, lo extraño es que fiascos como el de Aliens: Colonial Marines no se den más a menudo.

 

¿Servirá la crisis actual para deshacernos del actual modelo de grandes editores? Si algo hemos aprendido en los últimos años de la explosión del videojuego indie es que, en ese nicho, la libertad de movimientos nos ofrece propuestas que se atreven a traspasar las fronteras de lo establecido. Unas fronteras que, con los publishers habituales, no se habrían traspasado ni de coña.


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