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Al videojuego le pido más RPG-lite y más mundos abiertos en miniatura

Por el bien del humor en nuestro medio
Por Adrián Suárez Mouriño

Será cosa de la edad, pero cada vez aguanto menos los juegos de mundo abierto inmensos o los títulos de rol con un excesivo número de misiones secundarias. El público hace tiempo que dejó de pedir ‘mejor’ y solo exige ‘más’; más horas que jugar, más kilómetros de tierra que caminar… Y en eso se basan las campañas de marketing prelanzamiento, claro. Pocas veces se escucha eso de: nuestro mundo será más pequeño, pero mejor.

 

Ahora mismo estoy volviendo a jugar a South Park: La Vara de la Verdad. Coméntandolo con los patreons en nuestra canal de discord, ellos me lo decían: es un juego de rol genial que te despachas en quince horas, y a otra cosa. La Vara de la Verdad tiene eso entre sus virtudes: ser un RPG muy completo en miniatura, condensado y muy divertido; porque eso requiere el humor para ser interesante: ser concreto.

 

Quizás, una de las razones por la que el humor ha desaparecido del videojuego sea el exceso de relleno en los videojuegos; un abuso del relleno que impide que un chiste se empalme con el siguiente y solo quede una vasta caminata anodina. No lo sé, pero lo cierto es que La Vara de la Verdad funciona porque es lo que quiere ser, y nada más, por eso te ríes. Le ocurre algo parecido a Fallout 3, que no es otra cosa que un sandbox en miniatura. Recuerdo que lo jugué con calma y llegué a su desenlace en menos de 30 horas. Fallout 3 no era inmenso en cuanto a terreno; era más bien pequeño, lo que facilitaba que de una misión genial pasases a la siguiente con un mínimo paseo entre ellas; y esto de ‘mínimo’ le daba ritmo al juego, porque te ahorrabas tener que encontrarte con con ocho subquests sin buen humor entre ellas de baja calidad que te quitaba el buen sabor de boca general.

 

 

Es decir, creo que ya es hora de empezar a darnos más RPG contenidos, diminutos, concretos, y también más mundos abiertos reducidos. La tendencia del mercado tiende a juegos infinitos y enormes, pero esa enormidad afecta al ritmo de la partida, y creo que también al buen humor que el juego puede destilar. Me reí mucho con Fallout 3, pero no esbocé ni una sola sonrisa con Fallout 4, y creo que es por este motivo.

 

Un juego contenido, concreto y pequeño permite al desarrollador conocerlo más en su conjunto, conectar sus partes de una forma madura, y de la madurez brota el humor, no la seriedad. Creo que aquí hay un importante filón. Valga este artículo para reivindicar el buen hacer y el arte de los RPG-lite y los Sandbox-lite. Por los loles.


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