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¿Una consola exclusiva para el público femenino?

Casio Loopy
Por José Manuel Fernández "Spidey"

El actual mercado del videojuego ha conseguido llegar a la sociedad como nunca antes había hecho, hasta el punto de que está siendo aceptado como el importante medio que es. Hemos superado de largo aquellas etapas en las que Atari o Nintendo eran los únicos referentes dentro de la por entonces casi-abierta comunidad norteamericana, estando ahora en un momento en el que nombres como PlayStation, Xbox o Wii se han convertido en algo tan habitual como la Coca Cola. Ya no somos cuatro pardillos los que nos aferramos a nuestras computadoras; ahora todo el mundo se siente libre a la hora de poder disfrutar de su videoconsola.

 

Sarkeesian

"Material de estudio", dice Anita Sarkeesian... ¡Gracias por el crowfunding, chicos!

 

Aún así, nunca faltan los prejuicios y perjuicios de turno. En este sentido, bueno es el ejemplo que últimamente parece estar de moda, con eso de decir que los videojuegos son machistas y tal. Y ojo, que no digo que no lo sean, máxime cuando uno tiene ya atravesado el cansino concepto del marine hipertrofiado, pero es particularmente molesto contemplar cómo algunas 'jugonas' autoproclamadas defensoras de la moralidad femenina la toman de mala manera contra este nuestro ocio electrónico, a veces destilando más afán de protagonismo que el mero hecho de estar defendiendo una causa justa. Ahí tenemos los a mi parecer extralimitados ejemplos de Anita Sarkeesian (con sus ¿documentales? financiados a lo bestia con crowfunding) o Adria Richards (buscándole tres pies al gato hizo que despidieran a un par de programadores que hicieron una inocente broma).

 

En cualquier caso, no sé qué pensarían ante el artilugio del que os voy a hablar ahora mismo. Se trata de Loopy, una máquina de 32 bits perpetrada por Casio en 1995 en cuyo mérito recae el ser la única consola de videojuegos diseñada en exclusiva para el público femenino. Su catálogo, compuesto únicamente por once cartuchos (casi rivalizando con la desastrosa carrera de la PC-FX de Nec), se basaba únicamente en juegos de vestir muñequitas y en novelas más o menos interactivas en las que el objetivo solía ser por lo general llevar a buen puerto una romántica historia.

 

Casio Loopy, un procesador de 32 bits 32-bit RISC SH-1 (SH7021) al servicio de las chicas.

A modo de curiosidad, Casio Loopy llevaba montada una pequeña impresora térmica con la que podíamos imprimir stickers sacados directamente de la pantalla. Había un accesorio que hacía especialmente útil la existencia de esta impresora, puesto que habilitaba la posibilidad de capturar directamente la señal de un aparato de vídeo o DVD, sacando así una pegatina en la que, añadiendo el mensaje que quisiéramos, estaría personalizada al cien por cien. Cabe decir que este matiz empujó a no pocas jovencitas niponas a hacerse con Loopy, prácticamente ignorando la existencia de los cartuchos de juegos.

 

Claro está que pocas casas se atrevieron a desarrollar para la máquina de Casio, y las que lo hicieron se alejaron sobremanera de atisbar beneficio alguno. No era pues de extrañar que la trayectoria de Loopy fuera tan efímera como la carrera del hijo del Fary, quedándose relegada para el recuerdo de los elementos más frikis de la industria. Y lo curioso es que, analizando este peculiar fenómeno, no se aleja en demasía de lo que a día de hoy es una gran porción del catálogo disponible para máquinas como Wii o Nintendo DS. Lo mismo una Loopy bien encauzada en términos de marketing tendría lugar en la actualidad.

 

Wanwan Aijou Monogatari, de Casio. ¿A que es monísimo?


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