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Triste desinformación: Los videojuegos siguen matando gente

De Cain y Abel al niño de la ballesta
Por Rafa del Río

La violencia y los videojuegos vuelven a salir a la palestra porque un adolescente de La Sagrera, en Barcelona, se ha ensirocado y ha atacado a punta de ballesta a su profesora y a la hija de la misma llevado por la ira de la frustración adolescente, durante el ataque aprovechó para herir a varios profesores, causando la muerte a uno de ellos, y, lo siento, pero el resto es bla bla bla. 

 

Lo siento porque uno está viejo y empieza a estar cansado con el circo que se monta cada vez que un pequeño asesino sin escrúpulos decide salir en los medios, porque uno ha tenido la mala suerte de vivir uno de estos casos -de lejos y de segunda mano, eso sí- durante un tiempo, y porque tanto el que a posteriori ataca los videojuegos como el que defiende la afición, cansan

 

Tonterías las justas

Todos recordamos a José Rabadán, quien debe estar loco haciendo ego-surfing por la red, descubriendo la cantidad de amiguitos que tiene y la cantidad de gente que se acuerda de él en tal día como hoy. Si no lo recuerdas, yo te lo cuento: El tipo se cargó a su familia con una katana y un machete, la lió parda y poco después lo metieron en la cárcel. 8 años por el asesinato para él, y varios meses de condena de estupideces para el resto del mundo, con noticias tales como que se había descubierto que el motivo del asesinato había sido el videojuego 'Fantasía Fainal 8', tal y como recogieron algunos medios del grupo Prisa, que no tuvieron ningún pudor en subir imágenes de Sigfried de Soul Calibur rebautizándolo como Squall.

 

Para el triste recuerdo quedan otros casos de adolescentes parricidas y multiasesinos que la lían en el colegio, desde la masacre de Columbine al caso de Cyril Jaquet, quien tras ir a la cárcel estuvo a punto de pasar por la casilla de salida con su novia y entrar en un reality show de Antena 3, cadena que ahora no duda en hablar de la pésima relación entre los videojuegos, la violencia y los asesinatos, a la que se une un Telecinco que no dudó en seguir el circo de Jacquet en su momento...

 

...Un puto show. 

Me da pereza hablar de este tema porque la cosa ya está más que machacada y, digas loque digas, al final lo único que quedan son los cadáveres, la bilis, la idiotez de muchos, las ganas de fama de todavía más... Y sobre todo, la desinformación. Desinformación por parte de los que esgrimen la bandera de la decencia y arrinconan al videojuego en un molino rodeado por un muro de hoces y antorchas. La desinformación de los que ahondan en el estúpido argumento de 'yo juego videojuegos y no he matado a nadie', y la desinformación de una misma televisión que crea monstruos, los deja sueltos, los condena y luego intenta crear morbo volviendo a contratarlos para engordar su audiencia.

 

Tenemos un serio problema a nivel social. Un problema de contenidos, de exigencias, de obsesiones y, sobre todo, de cultura. Vivimos en una sociedad que bombardea a diario con mensajes confusos y contradictorios, una sociedad que nos sobreestimula con subproductos, subobjetivos, subnoticias y subincentivos que a la hora de la verdad poco o nada tienen que ver con la realidad que encontramos fuera de ese Matrix de basura y pacotilla

 

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¿Están relacionados los videojuegos con la violencia?

Sin lugar a dudas sí, pero no me prendáis fuego todavía: Están relacionados con la violencia tanto como la televisión, la música, internet, el cine, los juguetes e incluso la propia naturaleza humana. Los tontos ya han dado la alarma de lo peligroso que resultan los videojuegos mientras los concienzudos apuntan a que el chico vivía obsesionado con Walking Dead y los bocachanclas se apresuran a asegurar que, eh, ellos juegan y nunca han matado a nadie.

¿La verdad?

Lo que ha pasado al final: Una familia ha perdido a su esposo, padre e hijo, por el mero hecho de ser buena persona; un chico ha tirado su vida por la borda en un arrebato que nos resulta incomprensible y, mientras, la prensa y la televisión, la maldita televisión, siguen haciendo girar sus engranajes dentados alimentándose de los muertos, medrando en la desgracia y regodeándose al señalar buenos y malos con sus dedos analfabetos que no se paran a pensar, ni por un momento, en qué es lo que anda mal.

 

Como dijo Borges, así nos va... O así nos hacen ir.  


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