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Star Fox Guard, ¿borrador de un concepto mayor?

Ensayos y errores en el espacio
Por Adrián Suárez Mouriño

Star Fox Guard no parece nada del otro mundo, pero conociendo a Miyamoto y a Nintendo sí que lo es. Solo hace falta repasar las muchas entrevistas realizadas en torno al desarrollo de Mario 64 para comprender por qué. El mayor problema que tuvo el diseñador a la hora de enfrentarse al título de Nintendo 64 fueron las cámaras, ofrecer el mejor ángulo posible para que la experiencia fuera cómoda, ágil y placentera fue su primera obsesión.

 

Miyamoto inició el desarrollo de Mario 64 solo con el terreno en el que se asienta el castillo de Peach, el conejo que aparece espontáneamente en el juego y que en la versión Advance le esconde la llave del mismo a Yoshi, y Mario. Pruebas y más pruebas con el fontanero corriendo y saltando con el conejo detrás para comprender cómo ofrecerle al jugador esa relación entre personaje jugable-entorno y enemigos a través de los ángulos de visión. Y lo logró, pero claro, esa obsesión o trabajo concienzudo, como se quiera ver, deja sus secuelas en la mente de un diseñador y supervisor de juego.

 

 

Star Fox Guard trata sobre esas cámaras, son las protagonistas. Ellas captan el movimiento de unos rivales que quieren hacer de las suyas, y nosotros hemos de interceptarlos. En este Star Fox Guard se puede ver un juego menor que sirve para ser paquetizado con Zero y servirse ambos como un juego pleno, pero a poco que se conozca la trayectoria de Nintendo y de Miyamoto uno sabe que siempre hay algo más detrás, y también antes.

 

Por una parte, por fin se deciden a expandir el universo de juego de Star Fox, lo que es una buena noticia, porque es un universo rico que se ha explotado poquísimo. Por otra parte, se adivinan nuevas investigaciones acerca de los puntos de vista, ángulos de acción y perspectivas ofrecidas al jugador, ¿quizás un borrador para un trabajo futuro? Miyamoto siempre ha declarado que a él lo que le gusta es cambiar reglas de juego y ofrecer experiencias nuevas, unas que luego adapta a Mario o Zelda en función de sus experimentos; y este puede ser uno de esos borradores, y ya no Miyamoto, sino la propia Nintendo.

 

Parece una ridiculez, pero hay que estar bien atento a los trabajos menores que salen de Nintendo este año, porque apuntan al futuro de la compañía, uno del que estamos todos expectantes. De los títulos más pequeños siempre han acabado saliendo cosas grandes o conceptos mayores, y quién sabe, quizás lo que hoy veamos en pequeña escala el día de mañana acabe teniendo como coletilla NX.


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