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¿Qué hacemos con Diablo III?

Hay muchas opciones
Por Kysucuac

Si pienso en mi primer contacto con la saga Diablo, hasta se me dibuja una sonrisa en la cara. Cuando era joven e inexperta, no tenía ordenador en casa. Mucho antes de que mi hermano tuviera, por fin, su primer ordenador, y yo aprovechase su ausencia para descargar chorradas por eMule y jugar a Age of Empires, mucho antes de todo eso, tuve amigos. Bueno, concretaré, tuve amigos con ordenadores. Concretamente, había una familia de tres hermanos con tres ordenadores, y yo marchaba todas (o casi todas) las tardes a jugar con ellos. O a su costa. Así descubrí juegos y sagas excelentes (y no tan excelentes), como Los Sims... y Diablo. Diablo II para ser exactos.

 

El mal se extiende por la espesura, y allí estaba mi Hechicera para acabar con todo vestigio maligno que quedase sobre aquellas tierras. Confieso, al principio me daba miedo, hasta repelús, enfrentarme a aquellas desagradables criaturas de las ciénagas. Con el tiempo, en cambio, me fui acostumbrando, y le cogí cierto gustillo a eso de aniquilar a las tropas del mal. Los años pasaron, comenzamos a tener ordenador en casa, y Diablo II fue una de mis primeras adquisiciones, con su expansión.

 

Como si hubiera vuelto a mi infancia, en cuarto de carrera celebré como nadie la llegada de Diablo III a nuestras vidas. Fue el regalo de cumpleaños que me hizo mi hermano – y creo que el último regalo de cumpleaños que me ha hecho – hace cuatro años, el que condenó mi existencia y parte de aquel curso académico. En otras palabras, vaya viciote. Lo malo de Diablo III, algo que descubrí en cuanto me lo pasé por primera vez, es que es condenadamente repetitivo. Lo siento mucho por aquellos que le procesen un gran amor a esta tercera entrega de la saga, pero es un juego corto al que no es recomendable jugar más de dos horas seguidas. Porque igual te lo pasas siete veces en ese periodo de tiempo.

 

 

Con la llegada de su primera expansión, la cosa mejoró un poco

Reaper of Souls llegaba en marzo de 2014 para mejorar, y bastante, la experiencia con el juego. El pack de expansión le dio una nueva vida a Diablo III, aunque ahora, poco más de dos años más tarde, toca hacer balance. El título se encuentra algo aparcado por parte de Blizzard, ya que la compañía tiene preocupaciones más gordas. Por un lado, su nuevo favorito, Overwatch, está siendo todo un éxito, como igual lo es, aunque no se trate del mismo género, Hearthstone. Y, en un segundo plano, Heroes of the Storm.

 

De modo que Diablo III ha quedado algo por debajo de los títulos más competitivos de Blizzard, cosa que, igual, va siendo hora de cambiar. Algo que parece estar a la vuelta de la esquina, por cierto, ya que la compañía ha lanzado una oferta de trabajo. Buscan un nuevo aire para la franquicia en forma de director. Sin meternos en esos berenjenales de quién sería la persona adecuada para sustituir (si es que se trata de sustituirlo) a John Mosqueira, a mí lo que me gustaría cuestionarme es lo siguiente: ¿Qué hay que hacer con la saga?

 

Si buscan gente nueva, es porque hay un nuevo proyecto entre manos. No obstante, dicho proyecto podría tratarse de una nueva expansión o, aunque quizás sea algo pronto, un nuevo juego, un Diablo IV. Personalmente, creo que la tercera parte de la franquicia todavía tiene vida por delante, que hay cosas que mejorar y pulir aquí, por lo que me decanto por una expansión. Nuevas clases, habilidades, un nuevo capítulo... Después de todo, la historia queda más o menos “cerrada”. Si no, ¿qué hacemos? ¿Resucitar una vez más a Diablo? El mal seguirá extendiéndose por la espesura de todas formas.  


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