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Qué buscar en un monitor para gaming si no soy un experto

Qué importa y qué se nota
Por Julián Plaza

Hablemos de pantallas. Aunque el mundo de las resoluciones y el 4K han recibido una promoción tremenda estos últimos dos años, siguen siendo cosas que no se transmiten bien al consumidor medio. Como tantas otras veces, las empresas quieren hacerlas una realidad doméstica, pero se saltan algunos pasos y por el camino hay más de un consumidor que termina engañado, ya sea gastando más de la cuenta o usando mal su nueva adquisición. Si eres de los que está pensando en dar el salto a un monitor gaming y no sabes cuáles son los temas a tener en cuenta, a continuación los repasamos.


Lo prioritario es preguntarte qué quieres y entender qué has estado usando hasta ahora. Lo más común son los LCD o LED HDTV de 16:9 que funcionan a 60Hz. Esto, obviando tecnicismos, significa que la resolución máxima a la que aspirar son los 1920x1080p, el estándar panorámico no hace tanto, y que la frecuencia de refresco de los mismos te ‘limita’ a las 60 imágenes por segundo. A no ser que tu monitor vaya a utilizarse en PC’s, en PS4 Pro o Xbox One X (aquí una guía para principiantes en consolas), si juegas en plataformas de sobremesa tradicionales apenas notarás cambios apostando por algo mejor. De no ser así, sigue leyendo.

 

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Jugar con Aloy en 4K es un gustazo. ¿Pero es la mejor experiencia de juego en imagen?

 

Si ya conoces lo que es jugar en Full HD a 60 imágenes por segundo y quieres dar el salto siguiente, hay dos aspectos imprescindibles: los hercios del monitor y las pulgadas. Sí, has leído bien, por mucho bombo que haya recibido el mundo de la resolución, en los monitores que te interesan el salto al 4K no es tan significativo. No si lo comparamos con el 2K (2048x1080 píxeles de alto y ancho) o con el Quad HD, lo que nos interesa, los 2560x1440p. En el caso de que el tuyo no vaya a estar en el salón sino en tu zona de trabajo, lo más recomendable es una pantalla de 32 pulgadas (o un máximo de 34 si apuestas por los 21:9, pero luego entramos en eso) que llegue a los 144Hz. ¿Por qué?

 

Con un PC que se lo permita, los 144 hercios te ofrecerán la posibilidad de jugar por encima de las 100 imágenes por segundo (hay fluctuaciones, pero son imperceptibles), un salto que se nota mucho más que el de la famosa resolución, de la que ya toca empezar a hablar. Como todo aquí, es algo que depende del resto de elementos, especialmente del alto y largo de la pantalla en este caso. Aunque se hable mucho del 4K, con 32 pulgadas basta y sobra el Quad HD, primero porque el coste se dispara en el UHD y segundo porque en esos tamaños apenas hay diferencia.

 

MG 

 

Una opción válida

 

En resumidas cuentas, alejándonos del gasto desorbitado y de las pantallas para el salón, los dispositivos que ofrecen una experiencia óptima y asequible en gaming son los que te permiten jugar a 1440p y 144Hz. Pero hay más. Si no juegas siempre delante del monitor o lo haces en compañía interésate por la familia de los IPS, porque se especializan en no distorsionar el color dependiendo del ángulo de visión, aunque vigila con las fugas de luz. Si te puedes permitir un gasto extra en el PC, prueba a dar el salto a los 21:9, la resolución ultrawide, pero ten en cuenta algunos aspectos: a pesar de que cada vez es más común que los desarrolladores adapten sus juegos a este formato (y, si no, la buena gente de WSGF), la mayoría se desarrolla para jugarse a 16:9, por lo que en más de uno te aparecerán bandas negras o, en el peor de los casos, la imagen aparecerá estirada; y, por otra parte, al añadir esos píxeles de más a lo ancho, hace falta unos recursos correspondientes para mantener la tasa de frames donde la queremos. Es trabajo extra para todas las partes.

 

Terminamos con algunos apuntes básicos. Asegúrate de que el cable que uses (HDMI o Displayport) sea compatible con esas resoluciones mayores, ese posible formato 21:9, el modo HDR (en el caso de que tu monitor lo permita). Por último, no te pierdas las tecnologías G-Sync y Freesync, que acompasan el refresco de la pantalla con la frecuencia de la GPU, lo que evita una asincronía conocida como tearing que básicamente significa que pantalla y gráfica no dialogan con fluidez. Échale un ojo si no se te dispara el presupuesto, porque merece la pena y es el futuro. Por último, asegúrate de que tu tarjeta gráfica y tu PC pueden soportar todo lo que comentamos. Nada más, disfruta del salto.


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