Peach y Mario, el machismo de Nintendo y el triunfo de Anita Sarkeesian

Nintendo ha cambiado, y lo ha hecho más allá de la forma de su plataforma de videojuegos o la filosofía de los nuevos títulos que la acompañan. Desde The Legend of Zelda: Breath of the Wild a Super Mario Odyssey pasando por Mario Kart 8 Deluxe, Splatoon 2 y ARMS, se nota una forma diferente, más moderna y menos rígidamente japonesa de contemplar el papel de la mujer y su función en el videojuego como personaje y como jugadora. 

Antes: la importancia de Anita Sarkeesian

Hace ya unos añitos, Anita Sarkeesian saltaba a la palestra por comenzar una serie de reportajes que dejaban en entredicho el mundillo del videojuego y las altas cotas de machismo que podíamos encontrar en sus varias representaciones. Términos como el de woman(damsel)-in-distress, el complejo de Pitufina y demás fórmulas lingüísticas sirvieron para poner en el punto de mira algunos de los aspectos más feos de la industria, especialmente después de que algunos iluminati sin cerebro decidieran atacar a la periodista y amenazarla a ella y a su familia. 

No voy a mentiros. Soy el primero que al principio no entendía los motivos que llevaban a esta persona a atacar al videojuego. Pasé por todas las etapas de negación, de incomprensión y de enfado que habréis pasado muchos de vosotros, hasta que un día comprendí que si no lo entendía era porque yo no había sido vítima de la situación. Y decidí dejar de negar y abrir los ojos, los oídos y escuchar. Y entender. Y aprender. 

Ahora: Nintendo ha aprendido la lección

Tras escuchar las voces de Sarkeesian y de muchas personas que han criticado una forma de tratar a la mujer que parecía digna de princicios de siglo pasado, Nintendo ha decidido escuchar, y comprender. Y aprender. Y demostrarlo con un The Legend of Zelda: Breath of the Wild que huye de la mujer en apuros y nos presenta a la persona en apuros, y que lejos de dibujar a Zelda como una princesa a la que rescatar nos presenta a una joven que empieza a ser mujer y que lucha por cumplir su papel como salvadora de Hyrule. En Breath of the Wild, Link no tiene que salvar a Zelda, sino que acude en su ayuda tras un sueño de 100 años en el que cayó al ser rescatado por ella. La princesa da el relevo al guerrero y se presenta como una compañera, no como el objeto a salvar ni como el premio a la aventura en forma de noche de bodas, perdices y a casa con el aplauso de 'machote, eres un crack'.

Hace unos días Adrian le escribía una carta de amor a la Peach de Super Mario odyssey, y entre nosotros, no es para menos. Peach, nuestra querida princesa en apuros, rompía una lanza por el girl power en Super Mario Bros. 2, jugaba sus cartas en Super Mario RPG y protagonizaba, como bien decía Adrián, su parte aventurera en la serie de animación de Super Mario Bros. 3. Después de tanto avance costaba verla de nuevo ahí, como princesa secuestrada, de nuevo en las garras de Bowser, de cara a una boda en la que obviamente tendrá algo que decir y con un nuevo enfoque en el que el help me parece menos claro, menos importante, casi de manual ya pasado de moda.

Y efectivamente, así ha sido. El final de Super Mario Odyssey consigue que Peach nos deje 'con el culete torcido', que los vellos se nos pongan de punta y que nos levantemos a darle un aplauso -así lo hicimos en casa mi mujer, mi hija y yo- cuando decide que Ni Mario ni Bowser, que el mundo es suyo, y la única compañía que desea es la que ella elija y cuando la elija. 

La vuelta al Reino de Champiñón es un chiste de los buenos, con todos los toads corriendo como pollos sin cabeza porque la princesa 'ha desaparecido: ha hecho las maletas y se ha pirado'. El sentimiento de triunfo es impresionante, el sentir que ese personaje tan querido desde hace tantos años ha decidido vivir su vida y dejar de ser secuestrada y rescatada por dos hombres a los que se ha visto obligada a amar y odiar por culpa del guión es embriagador, y la demostración de que al final, aunque pareciera que no, la que ha ganado es Anita Sarkeesian haciendo entrar en razón a una compañía que parecía incapaz de comprender. 

Super Mario Odyssey demuestra que el mundo ha girado, y lo ha hecho en la dirección correcta. Con una Pauline que ahora no es barbie, sino alcaldesa, una Toadette que lleva la sartén por el mango en el tema de las energilunas y una Peach que es única y a la que hay que aplaudir por esa forma de decir 'se acabó, las riendas de mi vida las llevo yo, y no debo nada a nadie'. Ojalá más juegos así, porque el mensaje tiene que cundir. 

¡Nos leemos!