Pamplinas y videojuegos: cosas que no hay que repetir en 2019

El año 2o18 se acaba al fin. Un año de grandes juegos, esperanzas, remontadas épicas, nuevas formas de entender el videojuego y servicios que han marcado un camino. Un año de promesas, de reinicios, de sagas épicas y no tan épicas, de tres grandes plataformas junto a un PC más potente que nunca, y de opciones, benditas opciones, para todo tipo de jugador. 

 

Lamentablemente, 2o18 también ha sido un año de salseo, de estupidez, de odio y de revanchismo. Un año de buenos y malos, nazis, fachas y suelte aquí su mierda favorita. Una Guerra de Consolas más ardiente y cargada de bilis que nunca se ha unido a los intereses de algunos, el amor por el feedback fácil, el mal entendido compromiso político y la necesidad de algunos de señalar todo lo señalable desde sus púlpitos de dictadores del pensamiento único. Al final, hemos permitido que un pequeño grupo de personas a las que el videojuego les importa bien poco impongan las claves y la dirección en la que, según sus intereses, debería marchar la industria.

 

 

2o19 no puede seguir así

2o18 ha sido un gran año para ser videojuegador, pero también ha sido un año en el que me ha dado vergüenza ser videojugador. Un año en el que se ha seguido acosando a una persona por su implicación con su lugar de trabajo y en el que desde los medios se ha insultado a toda una comunidad. Un año en el que se ha tachado de nazi a toda una compañía, y en el que se ha llamado al boicot no a uno o dos, sino a varios videojuegos según el nivel del illuminati de turno, y todo por motivos tan importantes como la falta de negros, el exceso de mujeres en portada o la aparición de una portada alternativa, sin mujer. 

 

En 2o19 la situación no puede seguir así. No podemos seguir creando bandos ni tratando de obligar al usuario a formar parte de tal o cual ejército. No podemos seguir metiendo la política a la trágala para demostrar nuestra implicación ni nuestro hastío, y no podemos continuar guerras que ya suenan a oxidado y a podrido con el único fin de darle importancia a cuatro personajes que ni fueron importantes ni deberían serlo jamás. 

 

 

2o19 tiene que ser el año del adios

Del adios al odio visceral, al intento de control del medio, al insultar a comunidades, videojugadores, personas, por motivos de raza, religión, sexo o plataforma. 2019 tiene que ser el año de la libertad, de la libertad de crear, de la libertad de elegir, de la libertad de jugar y de la libertad de disfrutar sin ese corrillo de censores mohosos y mojigatos, radicales y con demasiado tiempo libre, que nos dice que somos malos, o tontos, o directamente basura por elegir en qué gastamos nuestro dinero. 

 

2o19 va a ser un gran año, un nuevo periodo de cambio en el que serán anunciadas nuevas consolas, nuevas plataformas, nuevos equipos y nuevas estrategias. Un año que definirá el futuro de Sony, Microsoft y los seguidores y usuarios de una, otra o ambas compañías. Puede ser un gran año, pero para eso debemos comprometernos, dejar de participar en corrillos, mandar a la mierda a esas viejas del visillo con el brazo en alto y la antorcha encendida, y aceptar que cada cual puede decidir a qué jugar sin que se le acuse por ello. 

 

No soy idiota, o no tan idiota al menos, y sé que seguirán los jurados de verdugos, los corrillos, los ultras, los integristas y los locos de atar por un poco de atención. Sin embargo, en nuestra mano está que le hagamos caso, aumentando una bola de mierda que en sus manos no es más que una canica, o que dejemos de seguirle el rollo a estos entes ajenos a la realidad del videojuego y usemos nuestro tiempo en jugar, disfrutar, hacer amigos y mejorar esta industria. Puede que Mundogamers esté aquí o no, que podamos seguir siendo gracias a vuestro apoyo en patreon un cobijo seguro para refugiados en busca de asilo entre tanta locura o que seamos tan solo un recuerdo. Sea como sea, espero que el mensaje quede claro ahora que puedo mandarlo: vamos a dejar de hacernos daño, de atacarnos y de buscarnos las cosquillas. Lo único que hace falta para ser felices es jugar. Y disfrutar la afición.

 

¡Nos leemos!

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