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Mujeres al borde de un ataque de videojuegos

Cuestión de igualdad
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Todos sabemos que el mundo de los videojuegos es algo machista. No voy a ponerme en plan Anita Sarkeesian, ni mucho menos, pero es imposible discutir el poco peso que tienen las mujeres en esto del ocio electrónico más allá de enseñar carne en sus formas virtuales. Recuerdo, por ejemplo, cómo hace poco menos de dos décadas las compañías españolas abusaban sobremanera del atractivo de una buena moza para convencernos a través de las portadas; donde gran parte del catálogo de casas como Dinamic, Opera o Topo Soft se adornaban con unas carátulas llenas de sensualidad pero con una representación que poco o nada tenían que ver con el contenido lúdico del software en sí. Las productoras eran conscientes del éxito de esta cuestionable maniobra, y así se lo hacían saber a dibujantes del calibre de Alfonso Azpiri o Luis Royo, gestores de auténticas obras de arte no exentas de polémica.

 

Ahora las cosas deberían ser bien distintas, máxime con internet globalizando la información y evitando que tengamos que invertir o no en un videojuego en base a su portada. Pero los resquicios machistas perduran, con lanzamientos objetivos que justifican sus masculinas temáticas en base a la gran proporción de usuarios hombres con respecto al número de mujeres jugonas. Cierto es que el porcentaje cada día se equilibra más, pero es de Perogrullo que seguiremos viendo musculados soldados de imposibles armaduras al lado de damiselas que podrían hacerse un edredón con lo que les ha sobrado de tejido a la hora de fabricarse su vestimenta.

 

¿Polémica fácil? ¿O tiene más razón que una santa?

Es normal entonces que muchos padres quieran evitarle estos detalles a sus hijas, pensando con toda la lógica del mundo en que lo más positivo es educar con la igualdad siempre en mente. Y es que es de lo más normal que una niña se pregunte a sí misma por qué tiene que ser siempre el hombre el que acuda al rescate de la princesa: ¿por qué ella no puede armarse de valor y salir a la aventura? ¿Por qué no son capaces de defenderse ante la adversidad? ¿Es plausible que, como mujer, tengamos que esperar a que nos rescate de nuestros problemas el taimado caballero de brillante armadura?

 

Es entonces cuando llega un padre preocupado por el devenir del mundo y, por amor a su hija, trastea con la ROM de Donkey Kong y le ofrece a su pequeñaja el poder jugar con la princesita como protagonista. Eso hizo Mike Mika, director creativo de Other Ocean Interactive, ante el deseo de su femenina descendencia en lo que a jugar con Pauline se refiere: «Mi hija de tres años y yo jugamos juntos muchos videojuegos. Su favorito es Donkey Kong. Hace dos días, me preguntó si podía jugar como la chica y rescatar a Mario. Ella juega como Peach en Super Mario Bros 2, y naturalmente ella asumió que podría hacer lo propio con Donkey Kong. Le dije que en ese juego de Mario no era posible, y ella parecío entristeceser por ello. ¿Qué podía hacer? Ahora estoy despierto a media noche, hackeando la ROM y reemplazando a Mario con Pauline.»

 

Cambio de papeles. Pero eso sí: nadie se acuerda del gorila.

Este caso recuerda al del canadiense Mike Hoye, que recientemente también decidió hurgar en las tripas de The Legend of Zelda: The Wind Waker para que su hija Maya (también de 3 años) pudiera identificar al personaje de Link a través de los textos como si de una chica se tratara, editando a mano los diálogos del protagonista para que pasara a ser una mujer. Hoye comenta la acción aludiendo el no querer que su hija crezca pensando que las féminas no puedan ser heroínas y no tengan posibilidad de rescatar a sus hermanitos. Conmovedor, ¿verdad?

 

Por otra parte, yo me pregunto cómo llegan a trascender este tipo de noticias. O sea: cómo un padre que hace algo en teoría para el único disfrute de su hija termina saltando a los noticiarios de medio mundo... ¿estrategia feminista? Más en el segundo caso que en el primero me huele a que es de lo más factible. Pero aún con todo, apuesto por un futuro en el que el papel de la mujer termine siendo mucho más activo y loable en el mundo del videojuego. Que para eso somos iguales, demonios...


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