Lo que Dragon Ball FighterZ puede aprender de Xenoverse 2
A apenas tres semanas del estreno del videojuego de Dragon Ball más prometedor de la última década, las ganas empiezan a pasar factura. Como suele ocurrir, es habitual rescatar los últimos lanzamientos para ir calmando el mono, y para ir apuntando virtudes y defectos de los mismos para cuando toque compararlos con el nuevo juego. En mi caso me estoy echando unas partidas a Dragon Ball Z: Extreme Butoden y a Dragon Ball Xenoverse 2.
Aunque de adaptaciones de la serie a nuestro medio las hay a paladas, creo que estas dos últimas son las más representativas para valorar, comparativamente, cómo de bueno será Dragon Ball FighterZ. La primera por ser el trabajo previo de Arc System Works junto a Goku y amigos, y la segunda suponer la entrega más exitosa de Dimps desde la etapa de los Budokai (qué lejos queda ya), aunque haya sido innovando lo justo a nivel mecánico.
Sigo diciendo que Extreme Butoden ha sido la piedra angular, el terreno de pruebas en el desarrollo de FighterZ, y que si disponéis de una 3DS es el mejor placebo en vuestra espera para haceros con él. El frenetismo de los combates es prácticamente el mismo, incluso apuesta por el 3 contra 3, y el mimo en las animaciones de cada personaje está muy por encima de lo habitual. Aun así, creo que se podría obtener más buenas ideas mirando a Xenoverse 2, por lejano que parezca en cuanto a planteamiento.
Dragon Ball FighterZ tendrá un sistema de combate más exigente de lo habitual -valorando, claro está, aquello a lo que nos tiene acostumbrados la serie de Toriyama en el videojuego-, y será una entrega mucho más dependiente de la estrategia. Aquí es donde el sistema de personalización de Xenoverse podría encajar a la perfección, incorporando las tiendas y la compra de movimientos para hacer más interesante cada enfrentamiento. Imaginad, por ejemplo, que Yamcha pueda tener distintas habilidades de apoyo y combos diversos. ¿Cada personaje sería mucho más versátil e impredecible, no?
Esto podría ir de la mano, además, de una especie de arcade vinculado al online que rescatase la buena idea de los maestros en la saga Xenoverse. Se puede crear un repertorio de misiones semanales que recompensen con ítems o movimientos exclusivos, o incluso se puede dar una vuelta más a esa idea y ofrecer alguna pasiva interesante por formar parte de la escuela Tortuga, los secuaces de Freezer o la banda Red Ribbon. Hay mucho donde escarbar. Evidentemente, esto abre la puerta a un sistema de cajas de loot tramposo que hay que saber evitar, pero diría que los estudios están ojo avizor después del revuelo de los últimos meses.
Por ahora Dragon Ball FighterZ contará con lo esencial para un juego de su género (y con muchas cosas para los fans, aunque toque pagar más), pero si quiere apostar por el juego a largo plazo podría tomar prestadas las buenas ideas de Xenoverse 2 y adaptarlas a su fórmula. Quiero jugar con el mejor Goku diseñado jamás para un videojuego, pero tampoco quiero renunciar a los aciertos de un título que supo dar en el clavo en algunos frentes.
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