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La piratería y su utilidad

¿Aceptamos pirata como animal de compañía?
Por Diego Emegé

Cuando murió Megaupload, la piratería tuvo que pararse, mirarse con calma en el espejo y recomponerse. Aunque no había sido herida de gravedad, sabía que ya no iba a volver a ser la misma de siempre. De esta forma tuvo que volver a refugiarse bajo el techo del torrent. Aquí se sentía en casa, lejos del barullo de los foros, lejos del ansia del dinero y la persecución de los estados. La piratería no murió, y ha seguido proporcionando a aquellas personas que siguen aprovechándose de las lagunas legales y el potencial de internet para adueñarse de las obras sin pagar un duro. Detrás de la justificación de que los precios del mercado de videojuegos son abusivos hay tanto usuarios con la jeta muy dura como consumidores que no pueden permitirse pagar por los juegos que les gustan por las prioridades que les han impuesto los tiempos que corren.

 

Luego, en el otro lado de la moneda, están los desarrolladores. Personas que invierten esfuerzo y capital en crear. Algunos quieren transmitir, otros vender. Pero, independientemente del punto vista, todos ellos tienen toda la razón del mundo cuando se quejan de la situación y deciden no arriesgarse con el PC. Últimamente se han dado varios casos de desarrolladores que piensan fuera del marco, gente que no tiene miedo de la piratería; ya sea porque la conoce de primera mano o porque la estudia con curiosidad. Esta gente consigue ahorrarse la rabieta y aprovecha la situación para dejar que los consumidores se cuelen en su tren. El asunto es que, una vez dentro, les muestran algo que les hace plantearse pagar el billete.

 

Muchos conoceréis el caso de McPixel y The Pirate Bay (y, si no, pasaos por la máquina del tiempo de Mundogamers). Lo que logró Mikolaj 'Sos' Kaminski, aparte de vender más de lo que esperaba, fue sentar unas bases sobre cómo interactuar con la piratería de forma amigable y comprensiva. Ahora el creador de Hotline Miami, Jonatan Söderström, también ha enterrado el hacha de guerra y se ha puesto del lado de los que se ven obligados a recurrir a la piratería.

 

 

 

Como veis, el desarrollador sueco comprende la situación de esos jugadores que se encuentran sin blanca y quieren probar su juego. Al fin y al cabo, lo que más le importa es que el juego llegue al público, independientemente de cómo lo haga. Es algo muy noble para lo que hay que tener muy claras tus prioridades y, sobre todo, tener un plan B. Porque no creo que a nadie le guste desperdiciar el dinero que ha invertido en una obra para que luego la gente se apropie de ella sin pagar…

 

En el caso de Söderström el plan B es apoyar a los jugadores, sin más. En la página The Pirate Bay se encontró con una copia crackeada de su juego y, en los comentarios, la gente pedía que se parcheara el juego. El sueco no tuvo ningún reparo en dar consejo a esos usuarios, además prometió que publicaría un parche y pidió que se actualizara el torrent con la nueva versión. Parece que los creadores honestos con su obra escasean y, en caso de estar ahí, solo se notan en el mercado indie. Es comprensible, pero se agradece que los que pueden tengan estos gestos, porque estos actos generan, además de jurisprudencia, muchas ideas que pueden desembocar en un nuevo mañana en la distribución de videojuegos.


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